Capítulo 17 (Parte 2)

Începe de la început
                                    

"Mierda, Jimin." Mis manos recorrían su espalda mientras empezaba con las embestidas, ya sin contenerse, su cuerpo empezó a empujarse contra el mío con un vaivén tan salvaje que me cortaba la respiración; mi ser completo se contraía mientras embestía una y otra vez. Consumiéndonos ambos en el salvaje e inestable movimiento, con sus caderas empujándose para poseerme hasta saciarnos, hasta llenarme, hasta marcarme como tanto lo anhelaba. "Es... Más, más Jimin, más." Tampoco cabía en mí el pensar en algo que no fuera él, en desear que se viniera en mí, que bañara mis paredes con su esencia. "¡Oh!" Su boca tomó la mía en un buen segundo, devorándome con inestabilidad, ambos siendo los causantes del movimiento y del leve rechinido de su gigantesca cama.

Una de sus manos hundió sus uñas en mi cadera, manteniéndome quieto, mientras embestía con más fuerza y profundidad, sin dejar un centímetro de su miembro afuera, aumentando el ritmo cuando le pedí más. Era diferente, Jimin era completamente diferente a cualquiera y algo dentro de mí me decía que él sentía la misma rara conexión, esto no cabía en solo coger a alguien, iba más allá.

Se alejó de mis labios sin deja de mover su lengua sobre la mía, haciendo de ese uno de los besos más toscos de la noche. Ambos oíamos el constante sonido mojado de mi piel chocando contra la suya, llenando la desordenada habitación de ese ruido sordo.

Ya con más confianza, pensando que nada podría romper esa danza salvaje de nuestros cuerpos, llevé mis manos a su espalda y en una de las profundas penetraciones hundí mis uñas en su piel, él mordió la esquina de mi labio inferior y continuó con el salvaje ritmo. Hacía tanto, pero tanto calor, nuestros cuerpos hervían el uno sobre el otro, sofocándonos mutuamente.

Mordió mi pecho una y otra vez, subiendo hasta que sus labios llegaron a mi cuello y gemí. Muérdeme, muérdeme.

Tan cerca, estaba cerca. Sentía su respiración sobre esa zona y la cantidad de besos que dejaba en mi piel, conocía de memoria el lugar donde quedaban los restos de lo que alguna vez fue un lazo y como su lengua pasó justo encima, sacándome otro gemido por el empuje de sus caderas, penetrándome otra vez tan profundo, eliminando mi cordura a tal punto que ladee mi cabeza, entregándole gustoso la piel de mi cuello para que mordiera. Quiero, quiero. Muérdeme.

Mis gritos internos repetían una y otra vez lo que no lograba articular entre palabras, mi omega quería tanto que me hiciera suyo, sentir sus colmillos hundirse en mi piel y que me marque para toda la vida.

"Jimin... Vamos, por favor." Una de mis manos subió hasta sus cabellos, acercándolo a la piel de mi cuello. Sentí su respirar más cerca, cuando de un momento a otro se detuvo por completo, congelándome ante la sensación de haber metido la pata. Lo solté completamente y cuando estaba a punto de mirarlo a los ojos lleno de terror, Jimin salió de mi interior en un hábil movimiento para luego girar mi cuerpo, de tal modo que me coloqué boca abajo, mis rodillas y mis brazos se apoyaron en la cama mientras sentí un escalofrío recorrerme debido su hambrienta mirada. Oh no, eso no había terminado.

"J-Jimin." Gemí. Gemí tan alto que agradecí que todo el penthouse estuviera vacío, su miembro se hundió por completo en mi cuerpo de nuevo, mientras sus dos manos tomaban mis caderas y me empujaban hacía atrás, buscando más profundidad. Su cuerpo inició otra vez el salvaje vaivén y arquee mi espalda entregándole más de mí, dándole un mejor ángulo para poder empujarse mientras mis ruidosos gemidos volvían a hacer eco por toda la habitación.

Comenzó a besar y morder mi espalda, causándome deliciosas corrientes de placer cada vez que sus labios rozaban hasta llegar al costado de mi cintura o por mis costillas y mordía ahí también.

"Mierda, Yoongi, estás tan jodidamente apretado, bebé." Gruñó, empujándose de nuevo mientras observaba como su miembro se perdía entre mis nalgas, jugando con los movimientos entre lentos y rápidos, hipnotizado por la embriagante sensación. Yo lo observé de re ojo y gemí, era un placer para cualquier omega el complacer a su alfa y la expresión de Jimin en ese segundo contaba como uno de los mejores orgullos de mi vida.

The perfect omegaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum