Clic

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Un clic. Un clic seguido de una agitación de esas que solo son causadas por el miedo. Miedo, eso era lo que Emanuel sentía. Emanuel comenzó a correr en dirección a su cama y se metió en ella lo más rápido posible para que no lo atrapase el monstruo. Ese monstruo del cual su hermana le había contado. Si Emanuel hubiera corrido de esa forma en la carrera que su escuela había organizado, habría conseguido el primer puesto fácilmente. Pero un pulso cardiaco así solo se consigue en momentos de extrema tensión, y ese era uno de esos momentos. Emanuel levanto la vista y movió la sabana con la que se había cubierto de pies a cabeza para ver si el monstruo venía a por él, pero no fue así. Lo único que vio fue oscuridad, trato de oír al monstruo pero solo escucho un profundo silencio, de esos que solo se escuchan a altas horas de la madrugada, y su agitada respiración. Emanuel podría haber jurado que escuchaba su corazón latir, pero nadie le habría creído, era el único que estaba despierto en esas altas horas de la madrugada. El y el monstruo. Dos seres separados por una cobija, o eso es lo que él pensaba. Trato de relajarse, pensó que sería lo mejor, y así fue. Empezó a calmarse y a cerrar los ojos. Su respiración se normalizo. Pronto estaría dormido, pero recordó lo que su hermana había dicho. Ella dijo que, si se él iba a dormir, el monstruo lo iba a empezar a buscar.

El monstruo, una persona que a cualquier niño le parecería inofensiva, a cualquier niño menos a él. Como su hermana lo había descrito diría que se parecía a Papa Noel, pero un Papa Noel algo malo. Un San Nicolás que le haría daño sin ninguna razón, era algo increíble, pero él lo podía creer. Era un 22 de diciembre y los preparativos para navidad estaban a la vuelta de la esquina. Su madre había preparado el árbol navideño y él ya había escrito la carta para Santa Claus. Ese Santa con los dientes afilados como cuchillos y que tenía como arma un hacha. Ese Santa que le iba a hacer daño sin ninguna razón.

Estaba cubierto todavía con la cobija cuando Emanuel escucho un clic lejano, un clic que provenía del baño. De repente un resplandor blanco domino a la oscuridad que tanto lo asustaba. Era su padre, eso lo tranquilizo y entre susurros dijo:

- ¿Pá? ¿Puedes venir un momento? -

Su padre respondió:

- ¿Qué haces despierto a esta hora? Son como las 2 de la mañana... ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo por algo? – Su padre asomo la cabeza por la puerta de su habitación y miro la habitación entera.

Emanuel asintió con la cabeza. Entonces su padre se acercó a él y prendió su velador, le revolvió el pelo y se marchó para volver a dormir. El, ya tranquilo, se durmió.

Una voz familiar, pero que no podía reconocer, inundo ese silencio que hace unas horas lo había asustado. Emanuel despertó y entonces pudo reconocer de donde provenía esa voz tan lejana, era su madre que lo estaba llamando para desayunar. El niño despertó y saliendo de su cama se calzó sus pantuflas, luego de tener los pies cubiertos, camino hacia el pasillo que comunicaba a la casa con su habitación. Mientras caminaba hacia el comedor de donde provenía la voz de su madre, recordaba con algo de vergüenza lo que pasó la noche anterior. Algo que además de parecerse cómico, todavía le daba algo de miedo. Y aunque no le había pasado nada, algo en su mente lo iba a seguir molestando por unos días más, por lo menos hasta pasado navidad. 

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⏰ Last updated: Oct 22, 2017 ⏰

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