Cómo el Invierno siguió siendo la mejor de todas las Cortes

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Fueron unos meses difíciles: muchos Perdedores que necesitaban dónde caerse muertos, y mucho tiempo de esperando a que la Traición asomara una vez más su feo cuello. Tuve poco tiempo libre entre vigilar a Bianca de cerca (If you know what I mean) y dorarle la píldora a la Sigrún; la mujer exótica y exuberante que me traía ganas desde que me vio el día de la boda. No me quejo: la Duquesa había hecho poco progreso con ese oso panzón dizque Rey de la Aurora, y eso me convertía a mí en el virtual ganador de ese año.

Desde luego, lo primero que iba a pasar es que nuestros compañeros menos brillantes iban a necesitar ayuda del Invierno para limpiar su tiradero.

Por eso el Rey Karlov y el Otoño nos "invitaron" a una casa empolvada y destartalada, que dizque con una entrada a los Setos. ¿Qué no son ellos los que le hacen a esas cosas de fantasmas y otras fanfarronadas? Bueno, pues fue de muy mal gusto, pero ahí estábamos entre la bola de raros: el demente de Stillson, el niño obsesionado con los dulces, la sexy pero ingenua y molesta Dahlia... (lloriqueando como siempre que porque le habíamos quitado a su Bianca) Y ahí fui que puse por primera vez los ojos en él. 

El Mono. Nunca pude aprenderme bien su nombre, pero no importa. Recuerdo haber pensado que se parecía a alguien que yo conocía, como Sylvester Stallone, o alguien así.

La reunión fue de mal en peor, y en efecto se nos apareció el jodido fantasma de una niña. Yo, de bueno, quise ayudarle y ver qué podía conseguir de ella (no todos los días puedes hablar con una fantasma), pero la mocosa me hizo perder la paciencia, así que le di una cucharada de verdad sobre su futuro inmediato.

También tuve ocasión de conocer a dos encantadoras miembros (¿miembras?) de la Primavera: Lady Heat y Niebla. La segunda estaba llorando a su marido (resulta que Spader no era tan aburrido como yo creía, ¡quién lo hubiera dicho!), y la primera tenía un par de asuntos en los que necesitaba transportar mercancía. Justo habían terminado de instalarle un turbo nuevo a El Juez, así que me ofrecí a llevar sus encargos. Quizás esto del Feudo también tenía sus ventajas.

En fin, no todos estábamos de acuerdo en cómo dejar atrás nuestras diferencias: que si nosotros le dimos crank a Reina del Verano –no estoy diciendo que lo hayamos hecho–, que si le debía veinte pesos al primo del vecino de Slim... y mucho menos en si deberíamos recuperar las entradas a los Setos o no.

De hecho, un mastodonte llamado Estandarte y una vieja desubicada y cobarde de nombre Flama querían quemar la puerta a los Setos. Yo estaba de acuerdo con ellos: ¿para qué necesitamos más lugares por donde puedan venir los Gentiles? Los importantes ya estamos de este lado y el que se salvó se salvó, y si te he visto, ni me acuerdo. Pero ya sabes: de todos modos quisieron hacerle al héroe y se dieron de golpes y lanzazos hasta que hubieron costillas rotas y Perdedores volando por todas partes.

Al final, y como siempre, el Invierno emergióvictorioso con un fragmento del mapa de las entradas a los Setos... o algo por elestilo: Yo estaba demasiado ocupado con cosas más importantes como para meterlas narices en eso. 

Autos costosos, chicas hermosas y jardines finosWhere stories live. Discover now