Mosaico [Tokyo Ghoul]

#0. La víctima y el victimario



Shibuya,Tokio- 2 AM

Caminaba sin un rumbo predeterminado por los oscuros callejones de algún lugar de Shibuya; si bien se encontraba vagando tal y como haría cualquier otro que se dirigía a ese barrio en búsqueda de diversión, sexo y alcohol, sin duda paseaba con motivos muy diferentes.

Buscaba diversión acaso?, tal vez, pero de otro tipo más peculiar,uno que iba mejor con su personalidad y su profesión.

Vestía uniforme escolar, uno que por cierto dejaba que desear al que debería llevar cualquier jovencita de secundaria que seguía diligentemente las reglas. Su falda era más corta que la que era legalmente posible, eso sin contar las medias de red y las botas altas de plataforma que por supuesto hacían a la imagen de "señorita yo me ofrezco para cualquier servicio", teniendo en cuenta el lugar y a la hora en la que se encontraba.

Era pan comido, una presa fácil para cualquier depravado en busca de saciar sus pensamientos más impuros, o en su defecto para cualquier animal/bestia salvaje o Jack el destripador oriental en busca de saciar su sed de sangre, según su suerte, y algunos otros factores.

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Se asomó por el alféizar de la ventana del tercer piso de aquel edificio maltrecho, sintiéndose atraído por un olor exquisitamente dulce pero sumamente peculiar, distinto a cualquiera que jamás había podido apreciar. Dejando su comida por la mitad, después de todo, ese olor repentino le había hecho perder su interés por ella. Con brusquedad soltó la extremidad que colgaba de su boca, y se mantuvo quieto observando a quien despedía ese impresionante aroma, contemplado con atención a quién sería su próxima presa.

Definitivamente se había sacado la lotería con aquel espécimen del cual ya estaba prediciendo su sabor al relamerse de forma casi lasciva los restos del fluido que se apegaban en su boca.

Sin poder resistirse un segundo más, se lanzó al vacío, para aterrizar directo detrás de su presa, quien por supuesto no había notado su existencia, después de todo le gustaba pasar lo más inadvertido posible y atacar por la espalda; cortaba su garganta antes de que siquiera pudieran gritar del horror, eso se le hacía sumamente placentero. Actuaba lo más sagazmente posible, después de todo eso le daba más tiempo para divertirse a sus anchas con aquellas deliciosas piezas

Una vez más los sucesos eran inevitables, la muerte de la presa, indefensa, servida en bandeja de plata, y el depredador regocijándose en un mar de sangre, visceras y otros tejidos.

El victimario se abalanzó de forma abrupta sobre su víctima, directo a la parte externa de su cuello; todo pasó sumamente rápido, sin tiempo alguno para la sorpresa; la sangre comenzó a brotar sin tardanza, diseminándose a borbotones por la acera.

Con un corte limpio, sin dudas realizado por un profesional en la materia.

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Esa había sido sin duda una jornada productiva, después de todo, había encontrado la diversión que tanto había anhelado.