Cappuccino para llevar

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Cappuccino para llevar

Natasha estaba acostumbrada a atraer todas las miradas en su dirección, era hermosa y lo sabía, incluso era consciente de cómo hacer uso de su belleza cuando la situación lo ameritaba, aunque por lo general prefería no reparar demasiado en ello. Deseaba ser reconocida por sus excepcionales habilidades y no por su apariencia; por eso es que cuando todos le advirtieron que trabajar para Anthony Stark era lo peor y lo mejor que te podía pasar en el mundo ella no dudo ni un instante en aceptar el reto.

Y vaya reto.

Stark era, literalmente hablando, un dolor de cabeza; podría ser un genio, filántropo y todo lo buena persona que quisiera, pero eso no le quitaba lo mimado, excéntrico, impredecible, peligroso (para él y para el resto del mundo) y con una malsana obsesión por alimentarse únicamente a base de donas y café. Obsesión que ahora la llevaba por las calles de Nueva York hasta aquella sencilla pero elegante cafetería de la avenida 57.

- Buenos días señorita Natasha. - saludo un alegre rubio de ojos grises que atendía la caja con precisión y de vez en cuando gritaba ordenes aquí y allá.

- Buenos días Clint. - respondió ella con una sonrisa coqueta y altanera, aquella que sabía provocaba que cualquier hombre se derritiera ante ella.

- ¿Lo de siempre? - pregunto el hombre sin borrar su sonrisa y tan tranquilo como una tarde de verano, Nat trataba de que no se notara lo mucho que le desilusionaba que el rubio no cediera a sus encantos. Así que tratando de ocultar la decepción le respondió con un asentimiento de cabeza sin borrar la sonrisa del rostro.

- ¿Cómo te trata Stark el día de hoy? - continuo la conversación Barton, mientras acomodaba las ansiadas donas del multimillonario en una caja de repostería.

- Ya sabes, lo de siempre. - contesto ella que le seguía con la mirada y admiraba cada uno de los movimientos del dueño de aquel lugar.

- Es decir insufrible. - se burló él y ambos soltaron una risa ante el chiste. Nat sabía que en realidad Clint le tenía mucho cariño a su jefe, pero las burlas y sarcasmos eran el pan de cada día entre ellos, así es como manejaban su relación y era por eso que pese a decir que el café que Clint preparaba apestaba, Stark seguía obligándola a caminar tres calles para comprar su desayuno en ese lugar... aun teniendo un Starbucks justo frente a la torre.

- Me sorprende que Pepper lo soportara tanto tiempo. - continuo Nat con la conversación.

- Pepper es una santa por eso lo tolera. Tony debió ascenderla mucho antes pero era demasiado flojo para tomarse la molestia. - burlo Clint y una nueva ronda de risas se hizo presente seguido de un cómodo silencio.

- Aquí tienes Nat. - dijo Clint extendiéndole la caja con el preciado botín. - Y esto es para la espera, el café estará listo en un instante. - Añadió al tiempo que dejaba una galleta con chispas de chocolate sobre el mostrador y le guiñaba el ojo para seguir atendiendo a los otros clientes.

Natasha sonrió para sí tomando ambos postres y sentándose en una de las mesas que daban hacia las calles, comenzó a comer la galleta sin preocupación mientras recordaba la primera vez que fue a ese lugar hace seis meses.

o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o

Era su segundo día como asistente personal de Tony y este le había pedido café y donas exclusivamente de ese local lo cual por supuesto le pareció una ridiculez.

- Barton es algo así como un amigo y necesita toda la clientela posible, solo le hago un favor. - fue la terrible excusa que dio Stark para su extravagante petición.

Cappuccino para llevarWhere stories live. Discover now