Bonus: Quidditch.

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Harry Potter amaba el quidditch y que ya no pudiese jugarlo no significaba que no pudiese disfrutar de él, o al menos eso le había dicho a Draco antes de pedirle a éste que recuperara su viejo uniforme del colegio y se lo pusiera aquella noche. La idea había surgido luego de que, junto con sus amigos fuesen a ver un partido entre las Holyhead Harpies y el Puddlemere United, los chicos estaban en Hogwarts y a veces disfrutaban de pasar tiempo entre amigos, era satisfactorio, lejos del estrés que significaba tener que criar a una bola de adolecentes quejumbrosos y del trabajo. Por eso, cuando Draco había conseguido un palco exclusivo todo el mundo se apuntó, incluyendo un par de Hufflepuff amigos de los Gryffindor que los Slytherin no conocían de nada.

El partido había ido viento en popa, los Malfoy-Potter eran fanáticos del Puddlemere, pero como Ginny jugaba con las Harpies y casi todos los Weasley estaba allí apoyándola, tenían mucho cuidado de no parecer realmente felices de que su equipo llevara la delantera. Potter había comprado para él y su marido un bote con frituras y sodas, una canasta con grajeas de todos los sabores, calderos de chocolate, ranas de chocolate, pastelillos de calabaza y varitas de regaliz y la verdad era que, ahí rodeados de tanta comida chatarra lucían mucho más infantiles que sus hijos Scorpius y Albus.

Desde que Harry había perdido su magia, era muy rara vez en la que aquellos dos se dejaban ver en el mundo mágico y cuando lo hacían, los medios —principalmente El Profeta— no dudaban en sacar cientos de fotografías de ellos y Draco casi se imaginaba en la portada de corazón de bruja al día siguiente, un artículo completo dedicado a como él y su esposo, junto con sus amigos y familia habían ido a disfrutar del deporte de los magos.

En algún punto del partido Harry se giró y dijo:

—¿Sabes cómo te verías realmente bien? —Había sido cuidadoso de hablar en voz baja. Draco solo respondió con un Mmmh bastante escueto, mientras sorbía de su soda y miraba la snitch, aquella que ninguno de los buscadores había localizado aún —En tu uniforme de buscador...

—Me has visto en él, muchas veces —Le respondió divertido.

—Sí, sí, pero no el nuevo, el de Slytherin, ese que combina tan bien con tus ojos —el pelinegro le acarició la pierna con descaro, sin importarle que aquello también saliera en los próximos veinte artículos sobre ellos. Draco tragó fuerte el líquido en su boca y de inmediato se giró hacia su madre quién estaba a su izquierda.

—Madre, necesito mi uniforme de quidditch, el que usaba en el colegio ¿sigue en la mansión?

Narcissa había dicho que sí, Blaise había preguntado para qué diablos lo quería, Pansy lo miró con las cejas arriba, Hermione soltó una pequeña risita abochornada, Ron se hizo el desentendido metiéndose un montón de ranas de chocolate a la boca, Lucius bufó con fastidio, Sirius y Remus estaban en su propio mundo, junto a Teddy quién había podido escaparse de la academia de aurores y Harry solo atinó a ponerse rojo como un tomate ante el hecho de haber sido descubierto. Y si, la caricia en la pierna estuvo en cada una de las portadas de las revistas y los periódicos del mundo mágico, por más de dos semanas.

Entonces ahí se encontraba Draco, medio traumado porque su uniforme le quedaba realmente pequeño y había tenido que modificarlo con magia para que le entrara. Se miraba en el espejo, asegurándose de que todo estuviese en su lugar, el hacerse viejo le generaba bastante disgusto, sobre todo porque no se sentía ni la mitad de atractivo de lo que se había sentido a los veinte y ver a Scorpius, que era su viva imagen solo le traía más añoranza, su hijo era el recuerdo de lo que había sido y no volvería a ser. Bufó cuando sintió que su trasero no estaba donde debía y casi lloró de frustración cuando notó que una arruga más en su sien se asomó, recordándole que casi tenía cuarenta. Miró el uniforme sobre su cuerpo y suspiró cansado, recordando sus buenos tiempos en el colegio, cuando era el tipo más atractivo de todo Hogwarts.

El sonido de la aparición del traslador lo trajo al presente y casi quiso correr para esconderse en un lugar donde pudiese quitarse aquel traje de encima, sintiéndose ridículo. Pero el pánico no le dejó actuar a tiempo y cuando menos se había dado cuenta Potter ya estaba entrando en la habitación, con misma radiante sonrisa con la que siempre llegaba, una que se evaporó al ver a su esposo, de pie frente al espejo, vistiendo aquel traje que él mismo había pedido.

—Lo has hecho... —dijo Harry casi con un susurro, Draco no sabía si estaba gratamente sorprendido o todo lo contrario.

—Por supuesto —respondió con altanería, fingiendo que se sentía totalmente a gusto con él. — Me sorprende que aún me quede tan bien, no tuve que hacerle ningún arreglo, incluso estoy seguro que Al o Scorp querrán probárselo —Potter boqueó un poco, mirando el trasero de su esposo más tiempo del que debía.

Entonces Harry salió corriendo de la habitación, solo para regresar a la misma velocidad enfundado en su viejo uniforme de Gryffindor, con las mejillas arreboladas y los ojos completamente llenos de algo que Draco sabía era lujuria. El moreno abrió la palma de la mano y una snitch comenzó a revolotear por la habitación, Draco sabía que era aquella que Harry le había regalado muchos años atrás, pero no entendía muy bien que era lo que sucedía. Potter cerró la puerta y sonrió juguetonamente.

—Quién la atrape primero desnuda al otro.

El pelinegro ni si quiera esperó una respuesta, comenzó a correr por toda la habitación, trepándose a los muebles de manera infantil y Draco, como cada que se trataba de su marido, aceptó el reto sin problemas. Ambos comenzaron a ir de un lado a otro, subiendo en la cómoda, el tocador y el colchón, colgándose de la lámpara que colgaba del techo, tropezándose con la alfombra y chocando con el armario más de una vez. Se empujaban, se tacleaban y se distraían con besos furtivos, pero al final el único ganador fue Harry, quién pese a no poder volar en escoba no había perdido su habilidad de buscador.

Aquella noche concluyó en sexo lleno de amor y pasión en el que ninguno se quitó su viejo uniforme, disfrutando de la textura de la tela y el cuero, mientras cumplían una de sus fantasías más viejas, haber hecho el amor como un par de críos hormonados después de un intenso partido donde solo uno había ganado la snitch, pero donde ambos habían ganado mucho, mucho más. 

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Espero que hayan disfrutado éste mini bonus, estaré subiendo algunos más que espero les gusten mucho.

No olviden pasarse por mis otros fanfics, votar, comentar y seguirme. Un fuerte abrazo. 

Draco Malfoy. El regreso de la serpiente.Where stories live. Discover now