Campo de batalla

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~La historia se volvía a repetir, tal vez no era el mismo lugar ni los mismos contrincantes, pero el joven Felipe volvía a estar sentado en el campo de batalla, con la cabeza de un flamante caballo apoyado en el regazo, sus manos, mojadas, manchadas, casi entumecidas acariciaban repetidamente la melena del equino mientras este agonizaba y respiraba dificultosamente mientras sus ojos vagaban por el cielo abierto. Monsieur le miraba, notando el calor que emanaba, ambos esperaba como almas sin consuelo que alguien fuera a recogerlos, Y sí, Felipe pensaba en plural porque el duque de Orleans no iba a ningún lado sin su caballo, aunque tuviera que gastarse las retribuciones reales en el mejor veterinario del país francés.

Felipe intentaba que la espera no fuera tan larga, avivando los recuerdos que mantenía de Chevalier, se preguntaba si le habría sido fiel, si habría sido capaz de madurar y de abrirle las puertas de la corte a la joven Lissolette, un amago de sonrisa se dibujó en su pálido rostro cuando su imaginación configuró uno de los grandes jardines de Versalles, en ellos, Chevalier y Lissolette caminaban juntos, riendo ampliamente, sin preocupaciones. La muchacha se veía hermosa en estado de buena esperanza, y tenía un brillo especial que la hacía brillar por encima de lo demás. A su lado el apuesto Chevalier la trataba como una reina y la enseñaba los pasos del baile de moda en Versalles. No era más que un espejismo creado por su mente, pero el amante de Felipe parecía sacado del mejor folletín, y parecía tener tatuada la sonrisa en la faz. Una nebulosa alejó a la feliz pareja del pensamiento de Monseur y le configuró otro recuerdo que ningún trauma de guerra pudiera borrar.

Se imaginó la que era su casa, Saint Cloud, los ventanales de la enorme habitación daban a los magníficos jardines que se extendían hasta donde los ojos azules de Felipe se atrevían a visualizar, el olor de las madreselvas mojadas por el rocío de la mañana daban un perfume que cualquier mujer reservaría para la fiesta más fabulosa del siglo, la habitación estaba ordenada, sus ropajes estaban sembrados por todo el suelo, pero eso no le importaba porque lo que él más atesoraba era la persona que yacía pegado a su piel, el joven Chevalier de Lorenna estaba a su lado, sometido al poder de Morfeo. La piel del hermano del rey tenía el mismo perfume que su amante, y eso era lo que más deseaba y añoraba cuando el apuesto caballero no estaba junto a él. Añoraba el largo cabello rubio y rizado enredándose entre sus dedos, los ojos claros de este perdiéndose en los suyos, el calor de sus manos rodeando las suyas en los momentos difíciles. Sus palabras de aliento cuando pensaba que él era una instrumento más en manos del Rey Sol.

Eran estos pensamientos los que hacían que Felipe quisiera volver a Versalles, el simple hecho de que entre esas paredes estaba la persona con la que podía montar una fiesta y emborracharse hasta no recordar nada al día siguiente, y no tener que dar explicaciones al día siguiente.

Pero aquello no era más que una simple imaginación creada por la mente del duque de Orleans.

Cuando volvió en sí sus ojos claros se encontraron en un campo de batalla donde no crecían las flores de Saint Cloud, donde las madreselvas no perfumaban el ambiente, allá donde posaba la mirada solo había cabida a la desesperación y a la muerte, y al lado suyo ya no estaba el cálido cuerpo de Chevalier, encima de su regazo reposa la cabeza sin vida del animal que le había acompañado a todas las batallas, como lo hacía el caballero de Lorenna cuando se enfrentaba a su hermano. Felipe intentó reanimar al animal golpeando con una furia descomunal el torso del corcel, pero este no respondió y el hermano del Rey solo pudo cerrar el enorme ojo que ya escudriñaba sin vida el nublado cielo que reinaba aquel desolador lugar.

La historia se volvía a repetir, pero esta vez Luis XIV no llegaría con Enriqueta para llevarle a casa, esta vez tendría que ir él a darle explicaciones al rey de Francia, llevaría su corcel muerto a Versalles, porque para él era un soldado muerto por las balas extranjeras, en un juego que su mismo hermano había urdido para quitarle las ganas de guerra.

La historia se volvió a repetir pero en vez de que una carroza llegará a donde estaba él, llegaron unos caballeros, dispuestos a llevarles a un lugar seguro.

-Habéis ganado, Monseur-

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⏰ Dernière mise à jour : Oct 02, 2017 ⏰

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MonChevy One~ Shoots {Versailles}Où les histoires vivent. Découvrez maintenant