Mi estómago se contrajo de golpe al escuchar sus palabras, temía haberla cagado al hablar con Álex. Moví las manos nerviosa, si hubiera sido por eso sería culpa mía que terminasen pillando a Daniel y eso me preocupaba, no quería que le sucediera nada, no me lo perdonaría.

—No entiendo por qué no me deja marchar y así se acaba todo este lío, mi casa está en Asturias, mis amigos, mi carrera, mi...pareja.

Cristofer frunció el ceño y soltó un bufido pero no dijo nada. Me extrañé, era propio de Daniel enfadarse al intentar sacar el tema de marcharme pero ¿Cristofer? Supuse que me estaba cogiendo cariño, como Ana, y no quería que les dejara.

—¿Y qué le decís a Ana sobre el trabajo de Daniel? —pregunté curiosa—. Porque cualquier trabajo Ana puede ir por la calle y comprobarlo o sus amigas pueden encontrarlo en cualquier lugar.

—Para Ana, Daniel es chófer de gente rica, por ese motivo debe salir en cualquier momento a llevar a sus clientes donde lo necesiten y le pagan bastante bien —Me contestó guiñándome un ojo, orgulloso de la respuesta.

—Te has inventado tú la tapadera, ¿verdad?

—¿A que te ha molado? —preguntó con una gran sonrisa, dándose golpes con el puño en el pecho y levantando el mentón, como si ese gesto mostrara su hombría.

—No está mal —respondí poniendo los ojos en blanco—. Bueno y la otra pregunta importante ¿por qué haces tantas cosas por él?

—Porque llevo enamorado de él desde que le conocí —contestó con el semblante serio.

Abrí los ojos de golpe, si hubiera estado bebiendo algo ya lo hubiera soltado todo ante tal afirmación.

—¡¡¿¿Estás enamorado de Daniel??!! —chillé.

Entonces se echó a reír a carcajadas, incluso algunas lágrimas empezaban a brotar de sus ojos y descendían por sus mejillas, tenía la cara completamente roja, como si hubiera ido a la playa y se hubiera quemado entero.

—Lo siento, tenía que hacerlo para ver tu reacción, no podía evitarlo. Ni siquiera sé cómo he podido aguantarme para decirlo completamente serio.

—Idiota, me lo había creído —Le dije dándole golpes a su hombro medio molesta medio divertida ante la broma.

—Ahora en serio —contestó limpiándose las lágrimas de su rostro—. Le conocí de pequeño, llegué nuevo al colegio donde estaba él y todos se metían conmigo. Yo tengo un año menos que él así que no íbamos a la misma clase.

—Espera que adivino ¿él también se metía contigo? —pregunté molesta. No soportaba a la gente que se metía con otros, por cualquier hecho que fuera.

—Para nada —contestó Cristofer con la mirada perdida, parecía que estaba fuera de este mundo, recordando lo vivido en el pasado—. Al principio era un infierno estar en clase, se metían conmigo por tener unos kilos de más, era muy estudioso y eso no les gustaba. Aprovechaban cualquier momento para recordarme que era un "mierdas", sobre todo en la clase de gimnasia porque me costaba mucho hacer lo que me mandaba el profesor.

Le cogí la mano un instante, apretándosela a modo de apoyo y consuelo, animándole a continuar con la historia.

—El caso es que al principio Daniel ni se inmutaba de que existía, ni siquiera iba a la misma clase que yo, y era, sí, de los típicos que estaba rodeado de chicos y le gustaba hacerse el mayor y chulito —dijo riéndose—. Pero cuando en el recreo empezaron también a meterse conmigo y darme empujones y alguna que otra patada Daniel se dio cuenta e intervino. Se peleó con los chicos de mi clase y un profesor tuvo que apartarles.

—¿Y por eso le tienes tanto aprecio? A ver, no me malinterpretes, me alegro de que te ayudara pero tampoco es para hacer todo lo que haces por él —dije rápidamente.

—No es solo por eso —contestó Cristofer haciendo una seña para que escuchara—. Durante los meses que faltaron hasta el fin de curso cesaron, pero a la vuelta del año siguiente comenzaron de nuevo. Incluso me pegaron una paliza a la salida del centro entre cinco, no podía defenderme, me moría de miedo, Alma. No podía chillar, solo llorar, incluso temí desmayarme y morir desangrado. El caso es que cuando pensé que no llegaría muy lejos pude percibir a Daniel con unos chicos, Daniel me salvó la vida, Alma.

Se me escaparon un par de lágrimas de emoción, no conocía esa faceta de Daniel pero empezaba a entender la admiración que sentía Cristofer hacia él.

—Pero por desgracia tuve que seguir viéndoles la cara, mi madre no quería cambiarme de centro para que... me enfrentara a esos matones, decía —bufó—. Como seguían insistiendo con que volverían a darme una paliza pero sin ocasión de dejarme respirar, acudí desesperado a Daniel. No sabía por qué un chico como él me tenía ese aprecio pero me calmó diciendo que él actuaría para que me dejasen de una vez en paz. El problema es que se excedió demasiado, a los pocos días apareció en mi aula, mi profesor le instó para que se marchara pero él le ignoró y avanzó hasta el chico que era más líder. Entonces todo pasó muy rápido, la ventana estaba abierta porque ese día hacía calor y Daniel lo cogió, no sé de qué manera, pero Óscar acabó colgado por la ventana, solo estaba sujeto por los tobillos.

—¡Qué horror!

Cristofer asintió con la cabeza.

—Toda la clase chillaba, el profesor se había quedado petrificado y temíamos que Daniel le dejara caer desde un segundo piso.

—¿Lo hizo? —pregunté asustada.

—No.

Respiré aliviada, ese chico había sido un verdadero imbécil y se merecía algún castigo por darle semejante paliza a Cristofer, pero no ese. Además, cargar con una muerte ya desde niño tenía que ser un martirio, no solo para Daniel, también para su familia.

—Mientras lo tenía sujeto le advirtió que si volvía a amenazarme de muerte, como él estaba haciendo en ese momento, la próxima vez le dejaría caer. Cuando apareció la directora, Óscar ya estaba en el suelo llorando del miedo, incluso se había meado.

—Joder...menuda escena —dije impactada.

—Pues aquí no acaba todo, Óscar era el hijo de la directora.

—¿Qué me estás queriendo decir, Cristo?

Estaba tan conmocionada que ni me había salido su nombre completo, me parecía increíble a lo que podían llegar algunas personas a través de su empleo o estatus social.

—Sí, Alma. En el centro sabían lo que me estaban haciendo pero hacían oídos sordos. La directora expulsó a Daniel del centro indefinidamente y le abrió un expediente. Eso avergonzó mucho a su madre, ella quería que acabase la ESO limpio y con buena nota...en fin —carraspeó—. Acabó la secundaria en otro centro pero no siguió con los estudios, todos veían su expediente y ponían pegas, así que podría decirse que mandó su futuro a la mierda por mi culpa, por protegerme.

—Tú no tenías la culpa, Cristofer. Eras una víctima en esa mierda de situación.

Cristofer se puso a llorar en ese momento, parecía un niño indefenso. Me dio muchísima pena y le di un abrazo para consolarlo.

—Lo siento, recordarlo me revuelve muchos sentimientos por dentro.

—No tienes por qué disculparte, los hombres también lloran —respondí dándole unos golpes en el hombro.

—En fin, esa es la historia. El resto te lo tendrá que contar Daniel.

Fue en ese instante cuando la puerta se abrió y apareció Ana seguida de él.

—Preparad todos las cosas, nos vamos en dos horas —sentenció Daniel.

Sombras Partidas #1 (COMPLETA)Where stories live. Discover now