6. El espectáculo

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-Las personas se encuentran tristes, con incertidumbre y miedo, algunos aún tienen ira. - Dijo Duffer al gobernante. -Están como un elefante de circo.-

-Perfecto- Respondió el gobernante - Calmaremos sus humos cuando les vendamos la democracia.-

-¿Ya tiene a los candidatos?-

-Lo típico, la mano dura, un opositor y una cara bonita. Lo anunciaré después del guillotinamiento.-

Llegó la hora, el sol a mi espalda creaba los celajes rojo sangre que se reflejaban en los charcos de las calles. La plaza repleta de gente, en primera fila las esclavas sexuales, al sur un palco improvisado donde se sentaban Duffer junto al gobernante y personas de la burguesía. Al este se alzaba la guillotina con su verdugo y en el centro de la multitud estaba lo que parecía haber sido la sección de jardines, con el pedazo podrido de un árbol cortado.

Tal como mencionó Bujulé, la guarda era escasa, un par en cada calle, otro pequeño grupo al frente para delimitar el espacio y dos tecnomantes en el palco.

Los tambores comenzaron a sonar, Violette estaba escoltada por dos tecnomantes armados y la colocaron en la guillotina.

-El fin de la monarquía opresora se marca hoy, ahora instauraremos un sistema para el pueblo ¡con igualdad!- Retumbó la voz del gobernante en la plaza. Algunos aplaudieron, otros solo agacharon la cabeza.

De pronto, un silencio previo a la tempestad, el viento dejó de soplar y el verdugo subió a la tarima. Era la hora.

Algunas decenas de palomas y gaviotas volaron rompiendo el silencio, detrás de la multitud se escuchaban murmullos. -Abran paso, ¿Quién es ella?, ¿Será posible?-

La multitud comenzó a abrir paso, mientras la dama de la máscara de porcelana caminaba con su largo kimono rojo, todo el cuerpo cubierta hasta la cabeza en telas. Bujulé, llegó al el frente en silencio, acompañada solamente por los murmullos de la gente sorprendida.

-¿Cómo te atreves a venir aquí?- Gritó Duffer.

Bujulé lo miró -Dile a este pueblo quién soy y qué has hecho-

-Duffer ¿qué quiere este espíritu?- Le preguntó el gobernante.

-No es un espíritu.- Respondió, mientras el ojo blanco no cesaba de moverse. -No sé cuáles son sus intenciones, es como si ya hubiera logrado lo que se propone.-

-Guardias, ¡arrestenla!- Nadie se movió.

Ella señaló al palco. -Soy Bujulé, me mantuvo encerrada junto a Violette todo este tiempo, fuí torturada por su nombre y aún estoy viva.-

Las personas comenzaron a elevar su tono de voz, mientras el sol poco a poco se ocultaba. Comencé a sacar el violín de la gabardina.

-¡Mátenla!- Gritó el gobernante, mientras los guardas permanecía anonadados. -¡Ahora!-

Cuatro soldados se acercaron temerosos con sus alabardas, el viento comenzó a soplar con fuerza hacia el sur, provocando un silbido al chocar con el filo de las armas. Esa era la señal.

Salí frente a Bujulé con el violín, la energía comenzaba a rodear mi cuerpo llenando cada chakra, hasta sentir el alma sintonizada con el cosmos. Poco a poco enviaba toda esa fuerza de los ojos con que miraba a cada soldado, a la mano. El arco del violín comenzó a hacer vibrar las cuerdas creando una monotonía hipnotizante; los guardias intentaban tomar el control de si mismos, pero, la batalla más fuerte siempre se gana en nuestro interior. Definitivamente estos soldados solo trabajan con sus armaduras, pronto quedaron moviéndose al ritmo del violín.

-¡Terminen esto!¡Mátenlos a todos!- Gritó el gobernante.

Los tecnomantes dispararon unas bolas de fuego de sus hachas-balloneta, lancé un estruendo con el violín para disiparlas y noquear a los soldados. Inmediato ambos saltaron hacia mi dirección.

El verdugo activó la guillotina, un destello de luz reveló a Ihub de su invisibilidad, despedazando el yugo que atrapada a Violette, la gran cuchilla fue detenida por sus dos grandes y ásperas manos de semiorco.

El gobernante comenzó a huir, seguido por los tecnomantes y el capitán de la guarda. Cuando Duffer se puso de pie el kimono de Bujulé se deshizo en telas que llenaron de color la plaza dirigiéndose al palco y envolviendo al tabernero por completo. La máscara de porcelana quedó frente a él con un cuerpo cubierto por las telas.

El verdugo cogió su hacha y arremetió contra Ihub, quien bloqueó dibujando un arco de luz con su varita, él insistió pero Ihub parecía danzar entre las líneas de luz que creaba. En unos instantes ella había comenzado un incesante ataque de latigazos mientras giraba creando un interminable látigo de luz. El verdugo rompió el fino reflejo del grisáceo cielo en el charco cuando cayó de la tarima.

Guardé el violín, y el tecnomante de mí izquierda sucumbió al golpe de Violette que caía con su puño desde la tarima.

Esquivé el hacha del tecnomante, aprovechando su fuerza centrífuga lo empujé del hombro desprotegido y desbalancié con mi pierna. Cuando se levantó me miró con enojo, tomó su hacha mientras los tubos de los brazos comenzaban a brillar con intensidad, dio un paso adelante y... los dos puños verdes de Violette rajaron el casco de un golpe. Las luces se apagaron y el hombre cayó desvanecido.

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⏰ Última actualización: Sep 27, 2017 ⏰

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Nadida - Piratas de libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora