II

230 8 4
                                    

MONGOLIA ( Ulán Bator)

Ya se sentía como un segundo hogar. Sus calles, su gente... hacían de él un país que siempre estaría marcado en lo más profundo de mi corazón. Y esto ocurrió desde el minuto en el que el piloto del avión confirmó que habíamos llegado a nuestro destino.

Detrás de toda sensación extraña que nos entra por el cuerpo al llegar a un lugar nuevo, sentía felicidad. Me aventuré a recoger mis maletas, y a salir a explorar este maravilloso país.

Era todo lo opuesto a lo que llegué a pensar en esas horas de avión, pero sin embargo... las expectativas superaban la realidad. Y ya quería a ese país.

Y estaba segura, que tenía mucho que aportarme. Y no me equivoqué en eso. 

Fueron transcurriendo los días, fui conociendo a personas que me robaron una parte de mi corazón... y lo más fantástico es que dicha parte siempre sería para ellos.

Y fue ahí cuando lo conocí a él. Una persona aparentemente normal. Digo aparente, porque lo que jamás podría llegar a imaginar es toda la historia que vendría detrás de esos ojos y esa sonrisa tímida que me mira por primera vez. Se presentó, como una persona más, un día cualquiera.

Comenzamos a hablar, y sin ser muy consciente de ello, una sensación bastante extraña y nueva me estaba recorriendo toda la espalda. ¿Qué me estaba pasando? Omití aquella sensación, ya que pensé que todo sería producto de mi imaginación. ¿Qué inocentes somos a veces, no?

Iban pasando los minutos, y seguía hablando con ese desconocido que tenía la sensación de conocer desde hace muchísimo tiempo. No sabía que era exactamente lo que se me hacía familiar de él, pero con apenas minutos de conversación me sentía como en casa.  No sé si eran sus ojos marrones tirando a verdes, sus manos particulares, su pelo castaño, su sonrisa... no sabía que era ni que me estaba pasando, pero supe, justo desde ese mismo instante, que nada volvería a ser lo mismo. Yo no volvería a ser lo mismo y toda la historia de mi vida, tampoco. Y eso siendo sincera, me estaba poniendo un poco nerviosa.

Me contó de su vida, y que era lo que le había impulsado haber llegado hasta ese lugar. Era cirujano. El motor de su viaje fue cumplir uno de sus sueños. Abrir una empresa farmacéutica sin animo de lucro en la cual pudiese proveer medicamentos a las personas más desfavorecidas. Eso me cautivó de él. Para que nos íbamos a engañar. ¿Por qué estaba sintiendo debilidad por ese chico? ¿No había aprendido de todos mis desengaños amorosos anteriores?

Parecía que no, y sin embargo no sé que estaba pasando dentro de mi pero quería saber mas y mas de él. Necesitaba sobredosis de información en mi cerebro. Bueno, mejor dicho de SU INFORMACIÓN.

Continuamos conversando todo el trayecto del tren. Ese tren que nos había puesto un mismo horizonte y que había conseguido que nada de ese viaje fuese casualidad. Me preguntó acerca de mi vida, de mis metas, de cuál era el motivo o los motivos por los cuales había acabado allí.

Fue difícil. ¿Cómo resumirle mi vida, en un trayecto de 30 minutos, que era lo que duraba ese tren? Intenté exprimir lo más importante de mi vida como la que exprime una naranja para sacar su jugo.

No le tardé en contar que venía a hacer un proyecto de investigación de oncología como periodista. Mi jefe, no tardó en pensar en mí, cuando sabía que había que escribir de ese tema. Y eso me enorgullecía.

Pude ver como los ojos de Mikel se pusieron como platos al recibir esa información su cerebro. A ambos nos sorprendió como, pareciendo tan diferentes... como en apenas diez minutos habíamos encontrado bastantes horizontes en común. Y no hablaba solo del tren.

STAIRWAY TO HEAVENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora