Daniel enarcó una ceja —Sí pero es demasiado fuerte para ti, comienza con lo que te va a traer Pedro.

Asentí con la cabeza, no se me apetecía empezar con mal pie en el mundo de las borracheras, así que esperé a que Pedro volviera con las bebidas.

—Es bonito el local, nunca había estado en una zona VIP.

—Sí, es de mis preferidos —Me miró a los ojos—. Lo escogí porque recuerdo que no te gustan los lugares abarrotados y podía subirte conmigo a esta zona sin problemas.

—Gracias —respondí con sinceridad.

Nos quedamos callados, el volumen de la música comenzaba a subir y hacía más difícil el poder mantener una conversación fluida. Me gustaba el tipo de música que el DJ ponía y podría estar entretenida escuchándola sentada, pero bailar ya era otro tema más serio, me daba vergüenza que Daniel me viera e hiciera el ridículo, o que se riera de mí.

Pedro no tardó en llegar con las bebidas y decidí probar lo que había decidido por mí. Di un sorbo pequeño, con miedo a lo que podía sentir al llegar el alcohol a mi garganta y con miedo a no saber controlarme y emborracharme, a saber qué podría decir.

«Mmm... ¡qué rico! Sabe a frutas» pensé, pasando la lengua por mi labio para terminar de degustar el sabor que me había dejado. Me relajé, no sabía cuánto alcohol llevaba pero no parecía que llevara mucho, así que di un sorbo más largo, seguido de otro. «Joder, qué bueno está» me estremecí, estaba acostumbrándome tanto al sabor que mi cuerpo no podía estar mucho tiempo sin volver a beber. Tanto fue así que en cinco minutos ya me había acabado la bebida.

Me sentía bien, muy alegre, creo que estaba empezando a tener una sonrisa que no podía borrar de mi cara. Animada busqué a Pedro, ignorando a Daniel, que me decía que me quedara ahí sentada y esperara a que se me pasara un poco el alcohol, según él había bebido demasiado rápido y podría afectarme. « ¡Bah! Tonterías» moví la cabeza hacia los lados y seguí mi camino hasta el camarero.

—¡Eh! ¡Pedro! Me encaaanta esta bebida, quiero más —Me relamí, podía notar el brillo alegre de mi mirada—. Dame otra.

Pedro sonrió y me dijo que me quedara un minuto ahí mientras que lo hacía. Mientras tanto miré por el lugar, estaba empezando a llenarse tanto que apenas había sitio para moverse con naturalidad. Me llamó la atención un chico que estaba conversando con una chica morena, me recordaba mucho a Sergio.

Se me revolvió un poco el estómago al ver como se besaba con la chica pero traté de desechar los pensamientos de mi mente al recordar que era imposible, Sergio estaba en Asturias y yo estaba demasiado animada en un lugar con luces que no te dejaban ver bien a las personas.

—¡Toda tuya!

La voz de Pedro me hizo recordar la rica bebida y di un chillido de niña pequeña, muy contenta.

—¡Yuuujuuu! Eres el mejor.

Cogí la bebida y subí arriba, donde Daniel me esperaba con la frente arrugada y los brazos cruzados.

—Deberías calmarte un poco, estás empezando a beber y no sabes cómo puede sentarte y dónde está tu límite.

—Por favor Daniel, relájate, suenas como mi abuela, mi límite aún está muuuy lejos ¿lo ves? —dije señalando la entrada del local—. Ahí se encuentra mi límite...mmm sep.

Comencé a reírme sola, pues Daniel empezaba a poner cara de pocos amigos. No le entendía, me sentía tan feliz... como nunca me había sentido antes. Además, mi frase había sido muy graciosa, al menos podía sonreír. Le puse morritos de niña pequeña para intentar persuadirle.

Sombras Partidas #1 (COMPLETA)Where stories live. Discover now