Meto el móvil en el bolsillo y me siento en la taza del váter a esperar a mi amigo, el cual llega más pronto de lo esperado con dos bolsas de cartón al cubículo y lo cierra rápidamente.

– Esto me recuerda tanto a las películas.

– No evites el tema, KT.

– ¿Qué tema? —Owen levanta una ceja y yo frunzo el ceño, ¿por qué todo el mundo excepto yo, puede levantar una ceja?

– Eres realmente insoportable, ¿por qué vas escapando de todo el mundo? Tal vez no eres la reina de la popularidad, pero ya algunos me han dicho que mi amiga, la que está rodeada de chicos sin objetivos sexuales ha corrido por los pasillos esquivando miradas como si huyera de algo.

– ¡Eso es una gilipollez!

– ¿No estás huyendo de nadie?

– ¡Santo cielo! ¡Sí, estoy huyendo de Cooper y de...! —Owen tapa mi boca y me lanza una mirada severa.

– No. Grites. En. Un. Baño. De. Mujeres. Un. Cotilleo.

– ¿Por qué no debería de gritar? —Susurro.

– Solo hay una cosa más peligrosa que contar un cotilleo al lado mío y esa es contar uno en un baño de mujeres, ahora, ¿por qué huyes?

Estoy a punto de contarle toda la verdad sobre Cooper cuando reparo en pasos y voces femeninas que están contando lo que pasó en una fiesta hace un par de meses, veo como la cara de Owen se ilumina y poniendo un dedo en mi boca comienza a escuchar atentamente lo que le pasó a un chico en aquella fiesta. Sé por los tonos que usan las chicas que sé trata de un secreto y por la cara de mi amigo sé que dejará de serlo dentro de muy poco, nuevamente la duda se instala en mi: ¿debo confiar en él? Quiero hacerlo con toda mi alma, pero sé con seguridad que como les pasará a las chicas que están con nosotros —esas que ya se están marchando alegando que el descanso terminará pronto— mi secreto dejará de serlo una vez puesto en los oídos de Owen. Es triste no poder confiar en él de esta forma, mi Owen, que lleva toda una vida conmigo y que no me abandonó en los peores momentos, mi cotilla y gay favorito: mi mejor amigo al que no le puedo contar un secreto. Resignada, en vez de contarle la verdad le digo que simplemente estoy enfadada con los chicos por haberme hecho viajar en un maletero, es una historia corta y aún así nos toma todo el final del tiempo de descanso y mitad de hora de la clase siguiente: lo bueno es que llegamos a nuestra última hora y primera clase juntos del día temprano, tanto que cuando estamos en frente de la puerta ni si quiera ha tocado la campana que indica el inicio de nuestra clase.

Historia se hace completamente tediosa ante la falta de profesor y me paso toda la hora con la vista pegada a las actividades que nos había dado el sustituto, sin siquiera poder hacer algún comentario con Owen acerca de cualquier cosa. Escuchar la campana que da el final de la jornada se transforma en música para mis oídos, no me preocupo mientras camino hacia mi taquilla de si los chicos me ven porque los viernes suelen pasar antes por el campo de rugby para hablar sobre las jugadas y demás del partido del domingo, ninguno de los chicos excepto Bradley juega, pero aún así estos le acompañan. Voy enganchada al brazo de Owen, saliendo del instituto cuando un conocido Seat Panda se cruza en nuestro camino, sé que no tengo escapatoria cuando Owen me agarra las dos manos para evitar que corra mientras Clarke se baja del asiento copiloto junto a Cooper y Bradley que se bajan de los traseros. Me revuelvo entre los brazos de Owen cuando veo como caminan hacia mi, adivinando que me meterán en ese coche obligada y me pedirán explicaciones.

– No iba a permitir que estuvieras peleada con semejantes hombres —Me dice en el oído Owen— Pasarás la tarde con ellos.

– Vete a la mierda Owen, ¿y mi madre?

don't fall in love, daddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora