Capitulo 1

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Altaïr

No llegue ni hablar con la mujer que tengo en mi cama que ya estamos compartiendo una vida juntos, me desagrada la idea de tener que estar casado con una mujer así porque si. Supongo que no tengo más que aceptar nuestro matrimonio y formar una familia con esta mujer. Me pregunto que pensara ella, me pregunto si me hará perder los estribos...me pregunto si ella acepto sin rechistar esto. Poco a poco los brazos de Morfeo me acorrucaron y me dormí.

Al despertar al día siguiente ella ya no estaba, solo había una bandeja con frutas y agua, supongo que ella lo dejo para mi, comí lo que me dejo y baje dispuesto a entrenar y cumplir con mis rutinas diarias sin ninguna distracción. Al llegar hay estaba ella...es extraño que algo me impresione pero admito que me llama la atención esa energía que desprende en sus movimientos al atacar pero puedo notar que no lucha al 100%. Quiero luchar contra ella, empuje al asesino que estaba luchando con ella y la mire serio con el deseo de un enfrentamiento, parece que ella me comprendió al instante y me ataco. La lucha era larga y extenuante, ningún otro asesino pudo suponerme un desafío tan complicado como esta mujer.

No deje de mirarla a los ojos mientras luchamos, tengo la impresión que ella sabe mas de lo que aparenta...no puedo someterla, lo tiene controlado y sabe lo que hace, me impresiona, es muy buena siendo mujer. Voy a probar su habilidad con el esgrima, desenvaine mi espada y la ataque, logro esquivarlo y antes de poder atacarla de nuevo saco su espada y me hizo frente. Tiene mis mismos conocimientos, es una persona competente para volverse un maestro asesino pero porque sigue siendo novicia. La hora del entrenamiento acabo y nos alejamos dispuestos a estar en nuestros asuntos.

La tarde transcurrió con normalidad por mi parte. Pase por el área de entrenamiento y pude observar como ella luchaba con su maestro, me le quede observando hasta que termino su lección. Ya era tarde y era hora de cenar.

Vámonos a cenar ya, no te tardes Sara. Acomoda todo, no dejes nada tirado.

Escucha. Me importa muy poco que seas un hombre, no voy a permitir que me sometas. No voy hacer nada que me vayas a ordenar. Voy a defender mi posición, soy un miembro más de la hermandad. Además no eres nadie para ordenarme

¿No soy nadie? Soy un hombre mucho más importante que una simple mujer. Soy un maestro asesino y tu una novicia y existe otro motivo soy tu marido y tu mi mujer. La que no es nadie eres tu, ahora obedéceme tengo todo el derecho del mundo sobre ti. No comerás hasta que limpies todo Sara.

La escuche bufar y al observar que comenzó a limpiar el desorden entre al gran comedor en busca de mi ración, me senté a comer con tranquilidad. Transcurrieron aproximadamente media hora y ella aun no llega, debe tener problemas. Suspire y tome la ración que a ella le correspondía y se la lleve.

Sara

Lo que me faltaba casarme con este hombre y que me humillara. Maldito idiota, suspire y empecé a limpiar todo. No había tanto desorden y no me llevaría tanto tiempo pero a la hora de acomodar un arma de dos manos, no podía ni moverla ni un misero milímetro, estuve esforzándome por mucho tiempo que casi me hago daño. Me queje de dolor y en un momento siento una voz conocida diciendo que tenga cuidado, Altaïr, pensé en mi interior. El llego y me ayudo a poner en su lugar el arma.

Masaje mi brazo que me dolía y me queje levemente del dolor. Vi como Altair se acerco hacia a mi y observo mi brazo mientras lo movía lentamente comprobando que no estuviera mal herida. Lo mire a los ojos y el hizo lo mismo, sentí como si me dijera que no tenia nada malo...esto ya me paso esta mañana a la hora del entrenamiento con una sola mirada comprendí que querría que le atacara. Con Altair parece que con una sola mirada le basta y sobra para hacerse comprender.

Come, te traje la comida.

Gracias...Altaïr pero no debías hacerlo.

Tardabas mucho y casi no había raciones calientes. Debes ser más rápida, comprendo que te costara levantar esa arma pero hubieras pedido ayuda a cualquier asesino que pasara por aquí, es un área muy transitada de la orden.

No me gusta pedir ayuda de nadie. Nunca voy a pedir ayuda.

Como quieras pero dime la razón de porque te niegas a recibir ayuda.

Tengo mis manías, mi forma de hacer las cosas y no me gusta que nadie se meta a menos que no se lo permita y rara vez voy a pedirla...cuando lo haga supongo que estaré agonizando. Odio depender de los demás, por eso hare lo que sea para evitarlo. Odio parecer débil, ni necesitada, sacare las fuerzas de donde sea antes de pedir ayuda a alguien.

Mmm parece que tenemos algo en común. A la hora de pedir apoyo soy duro como una piedra. Debo estar realmente en peligro para abrir la boca y pedir a alguien esa ayuda. Muchas veces me veras al limite y aun así no diré nada. Igual que a ti quiero conseguir mis meritos por mis propias manos, internare de todo para intentarlo. Basta de charla y come, debemos dormir ya que vamos a madrugar, Al mualim nos dará nuestras primeras misiones juntas.

Asentí y comencé a comer la comida que me trajo este hombre. Me da igual sinceramente tener que hacer esa misión con el, ya que será la primera misión que haga y daré todo lo que este en mi alcance para completarla. Al terminar de comer lleve el plato a lavar y luego me dirijo al cuarto con el, aun no había a camodado mis partencias y era una suerte ya que no necesito preparar mis cosas temprano a la mañana como el. Me recosté en la cama y cierro los ojos, sentí como Altaïr pasaba un brazo por debajo de mi cabeza y lo cuidadoso que fue al taparnos con la sabana. Me pareció muy raro que Altair haga esa acción.

Descansa, Sara.

Igualmente Altaïr.

Al la mañana siguiente, nos encargaron de limpiar un pequeño poblado de las manos templarías. El viaje nos llevara como máximo una semana y limpiar ese poblado de los templarios nos llevara un tiempo largo ya que su influencia es muy grande. Ya de camino cabalgamos cada uno en su propio caballo, el calor es insoportable pero las brisas que llegaban entraban en los trajes produciendo un alivio del calor abrazador.

Altaïr y yo rara vez nos dirigíamos la palabras, es muy incomodo este silencio. No podía evitar debes en cuando mirarle, me da curiosidad saber algunas cosas de el pero no me atrevo a preguntarle nada, esperare que el tiempo pase y sabre de el. Estaba tan metida en mis pensamientos que no escuchaba Altair llamarme, sentí un golpe en mi nuca y gire a verle molesta.

Oye ¿Por qué me pegas?

Porque te llame mas de tres veces, presta atención novicia, tenemos compañía allí delante.

Mire al frente y había un grupo aproximadamente de diez templarios, ellos nos divisaron y comenzó una lucha intensa. Altaïr perdió el equilibro y cayo al suelo, el templario que lo ataco estuvo apunto de clavar su espada en el pecho de Altaïr. Logre asesinar al templario con el que luchaba y corrí en su ayuda, embestí al hombre y subí sobre el comenzando a darle una y otra vez puñetazos hasta matarle.

Altaïr

Al perder el equilibrio todo lo que sucedió luego fueron en fracciones de segundos, ese hombre apunto de matarme, Sara corriendo a ayudarme y ejecutar al templario que me asesinaría. Me levante rápidamente y mate a los demás templarios que quedaron. No me siento cómodo por recibir ayuda pero debo ser razonable, sin ella es muy probable que estuviera muerto. Me acerque a ella y toque su hombro en señal de agradecimiento, ella asentio lentamente, lo tome como un de nada. Montamos nuestros caballos y nos pusimos en marcha nuevamente.

Al anochecer debimos parar y buscar refugio en una cueva cercana, una tormenta de arena asolo el lugar. Observaba muy atento como ella cocinaba para ambos, una vez que terminamos de cenar nos acostamos a descansar pero esta vez a ella la apegue mucho mas ami.

Estas muy cerca, más de lo normal. ¿Te ocurre algo?

Nada ¿Tiene que pasarme algo? ¿Acaso te molesta que este cerca?

Solo aléjate un poco, es incomodo que un hombre me toque.

Soy tu marido, te acostumbraras tarde o temprano. Ahora duerme, hay un largo camino que recorrer.

Ella ya no dijo una palabra, comencé a dormirme lentamente junto a ella.

Assassins Creed: Altaïr Ibn la AhadWhere stories live. Discover now