Un poco más tarde llegó mi deseado momento de felicidad, el descanso. Cada día, llegado este momento, me dirigía a un bar que había cerca de allí con unas compañeras. Solía estar lleno y en ese momento todavía más. Justo cuando estaba pidiendo mi habitual bebida, un colacao, sonó mi móvil. Era un Whatsapp de mi novio, Sergio.

Físicamente me encantaba, eso fue lo primero que me atrajo de él. Era bastante alto y fuerte, con unos ojos verdes preciosos en los que me perdía al mirarle. Tenía el pelo rubio dorado y corto, me encantaba acariciarlo. Al ser corpulento, me sentía protegida a su lado y completamente segura. Lo único que no me terminaba de convencer era la poca paciencia que Sergio tenía. Le gustaba saber dónde estaba y, si no le contestaba rápidamente, se enfadaba. No me gustaba que se pusiera mal por mi culpa.

Leí su mensaje del Whatsapp que se resumía en contarme lo que estaba haciendo y alguna broma, con la que le respondí mediante iconos. Quité el sonido a mi móvil cuando ya estaba terminando mi bebida y el reloj ya marcaba los últimos minutos de relax.

Seguí conversando con mis compañeras de facultad hasta que me dio por mirar el reloj otra vez y vimos que se nos había pasado el tiempo de descanso.

—¿Vamos? —le pregunté a Marta, la cual estaba bebiendo el último sorbo de su café.

—Yo creo que me quedaré por aquí un rato con Lu. Tú deberías apresurarte. Ese profesor es un demonio, pero tú aún estás a tiempo de aprobar la asignatura.

—No entiendo porque te rindes tan fácilmente, quizá te apruebe —respondí tratando de animarla.

—Ambas sabemos que me tiene manía, creo que le pongo nervioso —dijo con una gran sonrisa de satisfacción en la cara —.Es una lástima que esté casado. Tan guapo y joven... —suspiró.

—¡Marta! Es tu profesor —contestó Lucía escandalizada.

—Eso no quita que esté bueno —respondió Marta poniendo los ojos en blanco.

—Bueno, como veáis. Yo me voy ya, a ver si me da tiempo a llegar antes que él.

—¡Suerte! —gritaron las dos al unísono.

Estaba tan nerviosa porque no me dejara entrar en clase que salí disparada por la puerta del bar. Era un profesor muy estricto. Con las prisas tuve la mala suerte de chocar con alguien y caerme al suelo.

—Mierda —masculló un hombre con tono enfadado —.Mira por dónde vas.

Al levantar la vista me quedé petrificada al darme cuenta de quién se trataba. No me había equivocado ese día en el supermercado. Me entraron nervios y miedo a la vez. Habían pasado años desde la última vez que hablamos y nunca me había imaginado verle aquí, a mi lado. Así que me preparé mentalmente para salir corriendo.

Él abrió los ojos de golpe y abrió la boca preparado para decir algo, pero no le dio tiempo porque ya me había levantado y estaba huyendo por la calle a toda velocidad. ¿Me habría reconocido? Había pasado mucho tiempo desde la última vez, esa vez que había sido un gran error. Pero no había tiempo para tener remordimientos. El pasado había regresado.

Conseguí regresar a mi clase de la universidad a tiempo. El profesor había llegado hace escasos minutos y aún estaba preparando las cosas. «¡Bendito sitio!» pensé para mis adentros, aquí estaría a salvo de él. Me acomodé en mi silla de madera como pude e intenté escuchar la charla del profesor, aunque fue en vano. No podía concentrarme. Miles de preguntas atacaban mi mente y me repetían constantemente: «¿Qué hace él en Oviedo?» «¿Me estará buscando después de tanto tiempo?» «¿Se acordará de mí?».

Empezaba a agobiarme al pensar en todo eso. La idea de que me estuviera buscando, o incluso siguiendo, me estaba volviendo loca. ¿Tendría un buscapersonas en mi móvil? Lo apagué por si acaso. Estaba empezando a sentir ansiedad.

Pensé en Sergio y en los cuarenta Whatsapp que me había mandado minutos antes. Ya le explicaría después que no podía responderle, lo entendería. Sentía el no haberme despedido o avisado, pero con las prisas no podía. Las horas pasaron lentamente hasta el fin de la mañana. Tras recoger mis cosas me situé detrás de una de mis fieles compañeras de universidad porque tenía un mal presentimiento. Tenía la sensación de que volvería a verle.

Al llegar al umbral de la universidad, miré por cada rincón con mucha cautela. Y ahí estaba él nuevamente. Se encontraba en una esquina apoyado en una de las múltiples farolas que rodeaban el gran edificio mirando de lado a lado buscándome, pero no lograba encontrarme. «¿No se cansaría nunca?» Para mi suerte o desgracia, Sergio estaba justo al lado contrario, esperándome. Tenía muchísimas ganas de verle y comerle a besos, pero no quería correr el riesgo de que mi acosador —que había decidido llamarlo así recientemente— me viera con Sergio y le hiciera algo. No podría perdonarme que le pasara algo a mi chico.

Analicé la hipotética situación de irme al lado de mi pareja, la cual descarté enseguida debido a que mi acosador era más alto y posiblemente mucho más fuerte y rápido. Además, sabía perfectamente lo terco que era; no dejaría escapar la ocasión y querría hablarme. No estaba preparada para vivir una escena así; encima con Sergio al lado, el cual no sabía nada acerca de su existencia.

Eché un último vistazo a Sergio con gran tristeza. «No puedo arriesgarme», pensé para mis adentros. Así que me fui sin que nadie me viera por la otra puerta de la universidad, la cual se encontraba al otro lado del largo pasillo. Me marché corriendo hasta casa y nada más cerrar la puerta respiré aliviada. Álex, mi compañero de piso, ya con la mirada puesta en mí, me preguntó si me pasaba algo, pero le respondí con una negativa. No quería preocuparle. Desde luego era listo, nunca se le escapaba una.

No quise arriesgarme a que mi acosador me espiara el móvil así que encendí mi portátil. A toda prisa tecleé la contraseña de mi Instagram y le dejé un mensaje privado a Sergio. Estaba segura de que lo leería: "Mi vida, no pude contestarte antes. Lo siento :( se me quedó el móvil sin batería así que en poco lo pondré a cargar. Te quiero."

Decidí ponerme los cascos para escuchar música y coger un libro para distraerme. Las imágenes de una época pasada no paraban de rondar por mi mente, martirizándome por haber hecho cosas que en el fondo no quería. Pero ya era tarde, el pasado había regresado y parecía que no iba a marcharse. Al menos no por el momento.

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Espero que os esté gustando la historia, ¿quién será ese hombre? ¿qué habrá pasado?

Besos,

Karlee D.

Sombras Partidas #1 (COMPLETA)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt