Jaque Mate

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-No te molestes, Carmen, hablé mientras echaba azúcar a mi café-. No tengo hambre, no es necesario que prepares nada.

-Necesitas comer algo si piensas salir a trabajar hoy, apuesto a que por no desayunar es que estás tan flaco y no me gusta verte así. Ya verás que terminarás por agradecerme. De pequeño siempre me pedías huevos revueltos al desayuno ¿recuerdas?

Yo rodé los ojos, discutir con mi abuela siempre había sido una causa perdida, miré la tele con el objetivo de distraerme un poco pero de inmediato me entraron ganas de cambiar el canal por lo que me vi obligado a centrar mi atención en la humeante tasa frente a mí. Para mi desgracia había llegado justo cuando el país sufría una tragedia lo que implicaba que mi abuela, a quien le gustaba sufrir sin razón aparente, tuviera todo el día puestos los canales nacionales solo para ver las entrevistas que se hacía a las personas afectadas; como si de verdad ayudara en algo que ella se pusiera a llorar por lo que le ocurría al resto, cosa de viejos supongo.

Cuando los huevos estuvieron listos y mi abuela se sentó en la mesa frente a mí sentí el peso de las explicaciones recayendo en mi espalda; la noche anterior Carmen había tenido el detalle de no hacer preguntas al respecto a la vez que yo me limité a ducharme y apropiarme del cuarto que me cobijó durante mi infancia, pero sabía que mi abuela no se conformaría demasiado tiempo con la ignorancia y parecía ser que las preguntas llegarían como balas de un momento a otro; pero yo no estaba para dar pena a nadie, para eso existía el resto, ni tampoco tenía porqué dar explicaciones acerca de algo que me prefería guardar por lo que fui más rápido y utilicé un recurso muy estúpido pero bastante eficaz para desviar la conversación lejos de mí.

- • -Alguien debería ir y pedir dos pesos de agua-. Hablé desinteresado-, ya sabes, como en esa obra en la que participaste. Así se acabarían los incendios.

- • -Pero Manuel- Se rió en respuesta-, al final de la historia todos mueren y termina siendo peor ¿tú no quieres eso o sí?

Claro que quería, además de que los bosques estarían a salvo podría deshacerme de los odiosos seres que provocan la destrucción del planeta ¡vamos! Hay que admitir que suena a maravilla, si yo no fuera ateo seguramente ya habría hecho la manda hace rato y vaya que las cosas serían diferentes ahora. Pero claro, eso no era algo que fuese a decirle a mi abuela en voz alta por lo que omití toda respuesta y me dediqué a echarle más sal al huevo mientras mi abuela proseguía.

- • -Además yo no actué en esa historia. En donde tuve un papel fue en "Ánimas de día claro".

- • -Ah, claro-. Respondí pensativo-, da igual de todos modos ¿no? Tú siempre me contabas eso para decirme que tuviste un papel pequeño que aclamaron mucho, no para que recordara que obra era.

- • -¡Dios mío, Manuel! Bendita sea tu memoria, hace mucho que no te había hablado de ese momento en mi vida y aún lo recuerdas. Eso es una gran virtud ¿sabías?

- • -No tanto, abuela- Respondí alargando las palabras-, por algo no recordé bien cuál era la obra en la que estuviste.

- -Ah bueno, pero eso es porque nunca te hablé bien sobre ella-. Replicó sonriente- ¿quieres que te cuente de qué trataba?

No, por supuesto que no quería. Si no me había interesado antes por esa bendita historia menos lo haría ahora, no sé de donde sacaba ella que podía gustarme escuchar una historia vieja sobre fantasmas y amor, no tenía lógica alguna ¡por favor!

Pero claro, de nuevo, eso no era algo que pudiera decirle a mi abuela en voz alta, o al menos no mientras necesitara un lugar donde dormir, por lo que debí aguantar el relato mientras intentaba convencerme de que era mejor eso que escuchar las noticias que en la tele seguían transmitiéndose.

cuando se fractura el almaWhere stories live. Discover now