El castigo (Ikki x Shun)

El castigo de Shun

—Espero, Shunny —Habló con pausa, saboreando cada palabra— que te haya quedado claro. Cuando yo digo en punto, es en punto. Y no dos minutos más tarde —reprochó con fingida paternidad.
—Sí, hermano —respondió con un hilillo de voz—, no volverá a suceder, te lo prometo.
—¿Cómo te ha ido en la escuela?

El rostro de Shun se iluminó ante esa pregunta, con una sonrisa y desnudo fue corriendo a buscar el cuaderno que había dejado en la entrada.

—Me entregaron las notas. Te pondrás contento, hermano.
—¿A ver? —dijo y aceptó el cuaderno. Buscó la libreta y observó las notas, todas eran brillantes, pero encontró algo de que valerse— Hermanito...
—¿Sí?
—En lenguas extranjeras tienes un 96... —Y lo miró fijo.

Shun asintió con timidez, conocía a su hermano y sabía por la convivencia lo exigente que era.

—Lo siento, hermano... —se disculpó con pesadumbre.
—Tú sabes, Shun, que yo quiero lo mejor para ti...
—Ajá... —asintió suponiendo con certeza un castigo.
—Entonces comprendes que deberé castigarte.
—Sí —aceptó Andrómeda realizando una inocente mueca con los labios.
—Bueno... no podrás vestirte hasta que yo te lo ordene. Así aprenderás que lo mejor es estudiar para tener buenas notas.

Sin más opciones aceptó el castigo. Tomó el cuaderno y caminó hasta su cuarto.

—Cuando estés listo, ven al comedor. Supongo que tendrás hambre. Yo estoy que me muero de hambre... —dijo lo último con la voz cargada de deseo.

Mientras su hermano menor se alejaba de espaldas para dejar los útiles en la habitación, el Phoenix observó esos glúteos redondeados, formados y bien parados. Sin poder evitarlo llevó una mano a los labios en señal de excitación, como si así pudiese quitarse aquella lujuria invisible.

Cuando Shun volvió al comedor, su hermano ya había puesto un plato sobre la mesa con la debida servilleta y los cubiertos. Apareció por la puerta de la cocina con una fuente repleta de vegetales.

—¿Tú no comerás, hermano? —preguntó Andrómeda al ver todo dispuesto para una persona.
—¡Oh! Sí, comeré, Shun... —respondió con lujuria y se sentó en una silla—Ven —lo llamó—, siéntate aquí —Indicó palmeándose las piernas.

Con una inocente sonrisa se acercó hasta el mayor y se sentó sobre la falda de este, a pesar de que llevaba puesto un Jean, la desnudes de Shun le permitía sentir a este el miembro endurecido del Phoenix. Reprimió los gemidos cuando comenzó a moverse despacio para hacerle notar aun más su excitación.

Con la mano tomó un par de verduras frescas y condimentadas llevándolas a la boca de su hermano menor quien aceptó gustoso que el mayor le diera de comer. Mordisqueaba de vez en cuando los dedos, provocando los gemidos de Ikki.

Introducía cada vez más los dedos dentro de la boca de Shun, jugando con la comida. Llevó la otra mano libre a la entrepierna notando que su miembro se encontraba inclusive más duro que el suyo. Aferró con naturalidad el pene sin comenzar a masturbarlo. Andrómeda cerro los ojos y mordió los labios, abriendo de nuevo la boca para recibir los dedos de su hermano y la comida.

—¿Te gusta? —preguntó con morbosidad.
—Sí, está rico —respondió Shun con la voz entrecortada.
—Sé que no es la "gran" comida, pero ahora viene el postre... —finalizó con la voz ronca sin dejar de acariciarlo en aquella zona tan íntima, sin dejar de aferrarlo.
—Todo lo que tú me hagas, hermano, me gusta... —gimió—sobre todo cuando cocinas con amor para mí.

Ikki sonrió enternecido con esas palabras soltando un "Oh", pero enseguida su rostro cambió a uno más serio.

--Ahora traigo el postre... —susurró—. Quiero comer postre —levantó a Shun por la cintura y se puso de pie para ir a la cocina, al poco tiempo volvió con una porción de torta.
—¡Chocolate! Qué rico. Y encima cubierto con crema —exclamó Andrómeda con los ojitos vidriosos, pero su hermano se le adelantó.
—No, Shun. Tú te portaste muy mal —enfatizó—. No tendrás postre. Esto es para mí. Acuéstate en la mesa.
—¿Qué? —preguntó incrédulo de lo último que había oído.
—Que te acuestes sobre la mesa. Boca abajo.