El castigo de Shun

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Desde que los hermanos Kido se habían ido a vivir juntos, Ikki se comportaba de manera extraña. Por empezar, la insistencia por convencer a su hermano menor para irse de la Mansión cuando en ella tenían todas las comodidades y los lujos que podían querer o necesitar, dio que hablar. Pero Shun nunca supo decirle que no a su hermano mayor... Nunca.
Los primeros días de convivencia fueron "normales" pero a medida que pasaba el tiempo, el Phoenix comenzó a tener actitudes no propias de un hermano. ¿Cómo explicar esto? Quizás, explicar cómo comenzó todo esto sería un buen principio.

(...)


Shun apuró el paso con preocupación, si llegaba un minuto más tarde de lo previsto su hermano no se lo perdonaría y cumpliría con su castigo. Por suerte tenía las notas del colegio que le habían entregado ese mismo día.

La lluvia era copiosa, Andrómeda aferró con fuerza los cuadernos como si así pudiera evitar la furia de Ikki. Llegó a la puerta e ingresó avisando su llegada.

—¡Hermano! ¡Ya llegué!

El aludido apareció bajo del marco de la entrada principal como un espectro.

—¿Qué te dije, Shun? —preguntó con voz firme y autoritaria.
—Lo siento, hermano... —se excusó con el cuaderno entre los brazos, bajó la vista y agregó—, es que se me hizo tarde por la lluvia. Esperé bajo un alero a que decreciera un poco...
—Eso no es excusa, jovencito —su expresión indicaba enojo, pero no era así en realidad; sabía que su hermano le decía la verdad—. Parece que no aprendes... —sentenció y en su rostro una media sonrisa morbosa se instaló—. Quítate los zapatos —ordenó.

Sumiso obedeció el mandato de su hermano mayor, de todos modos iba a sacárselos. Cuando terminó de hacerlo, su hermano dio otra orden.

—Bien, hermanito... Ahora quítate los pantalones —. Un destello extraño en la mirada, Ikki se mordió con sutileza el labio inferior.
—Pero... —se quejó el menor.
—Estás mojado. Quítate los pantalones —volvió a exigir con la misma autoridad—. Además, mereces un castigo por desobedecerme y llegar tarde.

Shun dejó los cuadernos sobre la mesilla de la entrada y con lentitud desabrochó el botón del pantalón y bajó el cierre. Se quitó los tiradores y con ambas manos deslizó la ropa hasta el suelo, levantó una pierna y se lo quitó.

—Bien. Así me gusta —susurró el Phoenix asintiendo con la cabeza y con una sonrisa—. También la camiseta y la ropa interior —puntualizó devorándolo con la mirada. Las largas, lampiñas, formadas y blancas piernas de su hermano menor.

De nuevo obedeció el pedido. Andrómeda levantó los brazos y se deshizo de la camiseta dejando al descubierto sus pectorales juveniles, marcados por el entrenamiento. Luego le siguió el turno a la ropa interior, a pesar de tener que estar ya acostumbrado a este trato, el dulce joven no podía evitar sonrojarse cuando dejó a la vista su miembro semi erecto.

La respiración del mayor a esas alturas era entrecortada, dejando escapar de vez en cuando de la boca entreabierta un suspiro o un gemido.

—Ven aquí —ordenó Ikki con la voz ronca pero firme.

El pequeño Shun le obedeció de nuevo, acercándose con pudor y con lentitud. Con las manos se tapó los genitales y cuando llego a él, clavó la vista en el suelo. Su hermano mayor, en cambio, no mezquinó ojos.

Tomando a su hermano menor de un brazo sin tener cuidado, lo colocó de costado y le propinó una sonora nalgada. Shun gimió de dolor, o eso pareció, por que soltó un sonido gutural.

Cuando Ikki lo volteó para observarlo, el miembro de Andrómeda se encontraba erguido en su totalidad. El Phoenix sonrió con morbo y asintió con reiteración.

Ai ajuns la finalul capitolelor publicate.

⏰ Ultima actualizare: Sep 01, 2017 ⏰

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