El Sonido De Mi Amor

Comienzo

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Yo no quería enamorarme.

Quería pasar una secundaria tranquila, donde tuviera buenos amigos, bonitos recuerdos, uno que otro chico que me llamara la atención y horas de diversión. 

Pero jamás se me pasó por la cabeza enamorarme. Ni por un segundo. 

Era apenas una niña cuando terminé mi primaria, no podía pensar en ninguna otra cosa que no sea lo difícil que serían las clases o los malos que podrían ser los diferentes profesores que ahora iban a enseñarme o lo corto que era el recreo. 

Pensaba en las horas y horas que me pasaría haciendo trabajos y tareas, los días que me llevarían leer e investigar sobre un tema y las ojeras que me crecerían por tanto estudio.
Y entonces... apareció él. 

Al principio me odiaba, no me toleraba y sabía la razón por la que lo hacía. 

Yo era parlanchina y enérgica; él era una persona seria y callada.
Yo era algo torpe y fantasiosa; él era inteligente y consciente de la realidad.
Yo era una luz demasiado brillante para su oscuridad, sin embargo, fue por la misma razón por la que el destino unió nuestros caminos.

¿Has odio alguna vez esa frase que dice que los opuestos llegan a atraerse entre sí? Bueno, algo así pasó entre nosotros. 

Cuando nos conocimos, no nos llevábamos muy bien. Siempre que me acercaba o me sentaba a su lado, él hacia una mueca de fastidio y volvía a mirar a otro lugar, por lo que yo hacía lo mismo. 

Observaba como reía con las demás personas a su alrededor y después, cuando se separaba o todos se volteaban, su lado serio volvía a aparecer. Llegaba a clases más temprano que los demás y era el último que se iba. La mayoría de veces, sus amigos lo convencían para ir juntos a caminar antes de ir a casa y él aceptaba. 

Yo me quedaba a un lado observando cómo se alejaba sonriente con ellos y bajaba la cabeza al notar que yo jamás podría hacerlo reír, no verdaderamente como a veces lo hacía con los demás. 

Nuestra relación empezaba a mejorar con el paso de los días debido a las tareas en pareja que nos asignaban los profesores. Sasuke era una persona inteligente que no necesitaba de mi ayuda para nada, pero a veces no acertaba en las respuestas y era allí donde yo intervenía. Era difícil de creer, pero hacíamos un buen equipo. Algunas veces el mundo se ponía en mi contra y me llevaba a cometer alguna tontería donde terminaba arrastrándolo conmigo. Primero, se enfadaba por haberlo arrastrado y luego empezábamos a reír porque terminábamos manchados o mojados o ridículamente en problemas.
Y vaya que todo era felicidad hasta este día.

Flashback:

Ya era costumbre para mí, salir de la escuela y caminar hasta casa, junto a mi mejor amiga. Nos encontrábamos en segundo año de secundaria y todo había salido conforme lo tenía planeado desde el principio. Mis calificaciones eran buenas, tenía nuevos amigos y era la confidente de Sasuke.

- Oye, Sakura – preguntó la pelirroja. Karin Uzumaki se había convertido en mi mejor amiga, desde que ingresé a la secundaria. No hablábamos mucho al principio, pero cuando el tiempo pasó, ella y yo nos volvimos unidas – ¿en qué tanto piensas?

Nuestros pasos eran calmados, no teníamos mucha prisa de llegar. Salíamos de la escuela al anochecer y siempre caminábamos por la misma ruta, sin que nadie pudiera interrumpir nuestras charlas, ni molestarnos por algo que saliera mal. En verdad todo estaba tranquilo, hasta aquella conversación. En aquella ocasión, yo tenía los audífonos puestos, escuchando una de mis canciones favoritas: Always In My Head – Coldplay. Canción que me traería malos recuerdos pasado el tiempo.