Carta del 8/06/2087

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¡Hola! Os traigo dos cartas nuevas, ésta es más cortita, pero la que viene a continuación nos mete en acción.

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GRACIAS POR TANTO.

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8/06/2087

Hace días que recorremos carreteras desoladas, polvorientas y atestadas de coches destrozados. A ambos lados del asfalto por el que caminamos, dejamos atrás edificios derruidos o totalmente hecho añicos... El paisaje, en definitiva, representa toda la destrucción que ha dejado la Tercera Guerra Mundial a su paso.

Parece mentira que hayan pasado años desde que todo acabó. Claro que, ¿qué son siete años después de tanta desolación? Los rescoldos de la guerra se respiran, se pueden tocar si no te escondes en el bosque. Esta Guerra Mundial fue más corta de lo que fueron sus predecesoras, pero también mucho más devastadora. La tecnología, las armas, las bombas, los misiles, todos ellos lo hicieron posible...

Fue así cómo olvidamos nuestro pasado, cómo olvidamos el horror para volver a repetirlo. No recordamos y, de nuevo, las razas, la religión, los países, los muros, el odio, todo explotó... Los humanos preferimos tropezar de nuevo contra la misma piedra y cometer cada error, cada asesinato y cada holocausto del que supuestamente ya habíamos aprendido y jamás repetiríamos. No obstante, después de tres años de guerra, quedábamos tan poca población que el mundo jamás, ni después de siete años, y apuesto a que ni con veinte años más, podrá ser lo que un día fue...

Si soy sincera, todo lo que veo, hasta el suelo resquebrajado que piso, parece ser un símil de lo que siento en lo más hondo de mi pecho... Y no quiero parecer dramática, es evidente que Unai y Lobi han despertado una parte de mí que estaba dormida, una que sonreía y veía luz en la oscuridad.

Sin embargo, hoy he soñado con un recuerdo, uno en el que las bombas y la guerra se abrían paso ante mis ojos aún aniñados y es imposible enterrar el dolor, el horror, el miedo, el terrible y escalofriante miedo que te hiela la sangre hasta paralizarte de terror...

Porque da igual los años que hayan pasado, yo, Naya Clark Lagos, sigo teniendo miedo, y eso, créeme, "aire" o seas quien seas, es de las peores cosas con las que vivir; pues el miedo es oscuro, frío y solitario, te carcome y aunque pienses que ha sido superado, siempre queda algo latente de él en ti.

Me gustaría no tener miedo, me gustaría andar por estas calles sin ver figuras amenazantes en cualquier sombra, sin estar en alerta, sin sostener un arma.

No obstante, esta es mi realidad, esto está pasando y poco o nada puedo hacer para cambiarlo.

Pero sabes que es mentira, "aire", sí que puedo hacer algo para intentar dejar atrás todo esto, por algo no me he rendido, por algo quiero encontrar a Pablo e ir al sur, por algo deseo hallar ese lugar en el que estemos seguros, en el que el miedo sea sólo un mal sueño, en el que la vida sea un poco más sencilla y el día a día no se trate de sobrevivir, sino de vivir. Y sé que lo lograré, por mi hermano, por mis padres, por Lobi, por mí, e incluso por Unai, si quiere venir.

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