Capítulo XVIII. - El principio del fin

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CAPÍTULO XVIII. - El principio del fin

Desperté en cuanto los primeros rayos de luz entraron por mi ventana, haciendo que la oscuridad de detrás de mis párpados se tornara rojiza. Me estiré tanteando el lado izquierdo de mi cama, pero estaba vacía. Cuando me giré para comprobar que estaba tocando bien, caí en la cuenta de la nota que estaba sobre la mesita de noche. Estiré el brazo agarrando las sábanas en torno a mi cuerpo desnudo, tomé el papel y leí el mensaje que me había dejado James. “Nena, he ido a caminar un rato, ya sabes que el médico me lo ha recomendado como rehabilitación así que no te preocupes. Prometo no tardar. Te quiero.”

-Estupendo.- susurré mientras volvía a recostar en la cama, pero el descanso no duró mucho. Alguien estaba tocando a la puerta.

Me apresuré a buscar el camisón que James no había tenido reparo en arrancar de mi cuerpo durante la noche. Finalmente salí de mi cuarto a toda prisa a la vez que mi hermana salía de su cuarto, frotándose los ojos por el sueño mientras bostezaba.

-Vuelve a la cama, pequeña.- dije mientras abría la puerta.

-Ya era hora, pensé que habías muerto o algo.- dijo mi representante con sorna.- Te he traído lo que te dije.

-Está bien.- le dejé pasar. Eran cuatro hombres fornidos, vestidos de negro y con una pinta de malos impresionante.- Pasad al salón mientras voy a ponerme algo más decente.- informé cuando me percaté de la mirada que me lanzaba uno de los guardaespaldas. Definitivamente ese no se iba con mi hermana.

Me vestí con mi ropa informal y mis tacones, pues luego tenía clase con el señor Stevenson en la universidad, recogí mi pelo en una alta coleta ondulada y me maquillé lo menos posible. Al salir me encontré con todos los hombres de pie con los brazos cruzados, sonriendo a una niña que intentaba abrir el tarro de galletas.

-En lugar de mirar podríais ayudar a la niña.- espeté a la vez que caminaba hacia Summer y le abría el tarro.

-Si, si, si... Lo que digas.- me cortó George.- Quiero hacer esto rápido, querida.

-Si, bueno.- me senté en uno de los taburetes altos de la cocina para ayudar a la niña a tomar su desayuno y, de paso, comer algo yo.- Informa.

-Estos son: Ricky, Toni, Marius, y Zack.- iba aseñalando a cada uno.- He pedido sus referencia y estos son los mejores de la mejor agencia de seguridad de Los Ángeles.

-Ajam.

-Resumiendo, que tu te quedas dos y tu hermana otros dos. Yo había pensado en que Ricky y Zack se ocuparan de tu hermana, son más sociables.- me susurró. Y yo estaba de acuerdo.

-De acuerdo, ahora avisaré a...- me acordé de algo y salí corriendo a por el teléfono.- Mierda, mierda, mierda...

*** *** ***

Robert estaba como loco. No había salido el sol cuando me despertó y me pidió que me vistiera para ir a la universidad, pues sería él el que me llevara ese día. Mas en cuanto estuve lista me vendó los ojos y me condujo hasta su coche. No contestaba mis preguntas, no me hablaba y de vez en cuando soltaba alguna risita nerviosa.

Amor de Portada [en edición]Where stories live. Discover now