Volando sobre un Búho

Start from the beginning
                                    

–Que hermoso– dijo Stygimoloch recordando que su amigo grillo le ayudaría.

–Sígueme– Dijo el Señor Grillo y ambos caminaron juntos por el bosque llegando al rio.

–Déjame decirte que la única forma de poder ayudarte es llamando al Señor Búho, y no es muy amistoso que digamos– llevando a Stygimoloch a un claro iluminado por la Luna.

– ¿A qué te refieres con que no es muy amistoso? –

–Tus eres del tamaño de un Roedor, y los Búhos comen justamente Roedores así que, serás una potencial carnada para llamar su atención– dijo el Señor grillo mientras Stygimoloch temblaba de miedo.

– ¿Pero va a devorarme?- pregunto Stygimoloch con mucho miedo.

–tienes que estar tranquilo, lo conozco muy bien. Él es un ave muy respetada en el bosque, yo hablare con el cuándo venga. ¡Ha!, mira, justamente ahí viene– Comento el Señor Grillo mientras una sombra blanca se posaba volando sobre una alta roca cercana, mostrando su majestuoso y blanco plumaje, dejando completamente sorprendido a Stygimoloch.

– Te he dicho Señor Grillo que no llames mi atención de esta manera, estoy bastante hambriento y no he conseguido ningún roedor desde anoche. ¿A qué viene este llamado?– Pregunto el Señor Búho mirando con mucha atención al pequeño dinosaurio.

–Disculpe Señor Búho, pero mi amigo necesita su ayuda. Se encuentra perdido y precisa reencontrarse con sus amigos– comento el Señor Grillo mientras asentía hacia el pequeño dinosaurio con sus patitas.

¬–Conozco a las criaturas como como tú, los humanos pequeños suelen crearlos con su imaginación, y el día que ellos los olvidan, desaparecen de este mundo. ¡Hmmm!, te Ofrezco un trato amiguito, si cuidas a mis hijos un día completo, prometo llevarte donde viven los humanos, ¿crees que podrás hacerlo? – pregunto el Señor Búho.

–Sí, acepto el trato, muchas gracias– respondió Stygimoloch muy emocionado

Y subiendo en el lomo del Señor Búho, Stygimoloch se despidió muy feliz del Señor Grillo, encumbrando el vuelo muy alto sobre el bosque. La visión que el pequeño dinosaurio se llevó esa noche fue extraordinaria.

–Gabriel estará muy feliz cuando le cuente que volé en la espalda de un Búho, y contemple el nacimiento de los grillos en el bosque. Más feliz se pondrá cuando le cuente que casi pude tocar las estrellas, la luna está muy hermosa y desde aquí se puede ver todo el bosque y el rio también–.

–No te emociones tanto pequeño amigo, aun debes cuidar a mis polluelos–, le respondió el señor búho al pequeño dinosaurio mientras se acercaba a un agujero en la copa de un alto árbol.

Al ingresar la luz de la luna se colaba entre el agujero mostrando tres pequeños polluelos, muy activos y muy felices porque su padre había llegado.

– ¡Niños!, a vista que su madre no se encontrara por un día completo con ustedes, les he traído una niñera–. Los polluelos miraron con desconfianza al pequeño ser que asomaba su cara tras su padre, para luego recibirlo muy cordialmente.

–Te los encargo mucho, debo conseguir alimento, volveré al próximo anochecer mi pequeño amigo–, mientras el pequeño dinosaurio se despedía asintiendo con la cabeza.

– ¿Qué eres tú?, ¿acaso una rara lagartija?, no, debe ser un fantasma, yo creo que es insecto– se peguntaban los niños al ver a su nuevo amigo.

– ¡Ho!, no niños, mi nombre es Stygimoloch y soy un dinosaurio, díganme, y díganme, ¿qué hacen durante el día? –.

–Solo dormir, de día dormimos y ya tenemos mucho sueño– exclamo uno de los polluelos mientras el sol se asomaba por las altas montañas.

En ese mismo instante, en el pueblo de los humanos, el pequeño niño despertaba y no podía encontrar a su amigo, lo busco desesperadamente despertando a sus padres formando un gran escándalo y lo único que se escuchaba era

– Stygimoloch, mi Stygimoloch, no ta–

Los padres de Gabriel estaban desesperados y estresados buscando la figura, pero no tuvieron ningún resultado, Gabriel lloro todo el día por su amigo muy triste por no tenerlo consigo.

El Señor Búho caído el atardecer del segundo día llego a ver a sus Polluelos y en que resulto el cuidado de la niñera. Al posarse en la orilla del gran agujero, vio como los tres polluelos estaban encantados escuchando al dinosaurio mientras este les contaba todas las aventuras que había vivido con Gabriel.

–Veo que te has llevado bien con los niños, entonces pequeño Dino, ¿Puedes responderme por qué quieres volver con los humanos? Pregunto el Señor Búho con mucha atención.

–Ahora ya lo sé–, Dijo el pequeño dinosaurio, –Mientras pueda permanecer con mis seres queridos, mientras pueda ser feliz formando una familia junto a Gabriel, viviré feliz, existo para eso, para hacerlo feliz¬–

–Bueno, entonces ahora que le has encontrado propósito a tu lazo emocional, ven conmigo, el camino es bastante largo y la noche recién entra, no sin antes claro alimentar a mis hijos–

Terminado el festín, los polluelos se despidieron de su nuevo amigo, muy felices por las aventuras que les habían regalado.

Y Stygimoloch junto al señor Búho volaron toda la noche casi llegando a salir el sol por la mañana llegaron con el pueblo de los humanos.

– ¡Ahí! señor búho, ¡ahí!, ese es el auto del Papá de Gabriel, esa es la casa- dijo muy emocionado.

–bien, te dejare en la puerta cumpliendo mi parte del trato, cuídate mucho y no te vuelvas a perder–.

Gabriel había pasado el día solo, encerrado en sus emociones por la pérdida de su amigo, y por la mañana, cuando el primer rayo de sol se coló por la ventana, ilumino completamente el rostro del triste niño. Este abrió los ojos, y cuando miro la venta, puro ver la silueta en una cabeza puntiaguda que rasguñaba la pared por fuera.

–Stygimoloch, Papá, Papá, ¡ahí ta! – gritando emocionado, fue a la puerta de la casa. Sus padres preocupados que pudiera escapar lo siguieron, y cuando encontraron a Gabriel, este estaba abrazando a su pequeño amigo muy feliz.

Volando sobre un BúhoWhere stories live. Discover now