CAPITULO 92 NO HAY LUGAR PARA LA DEBILIDAD

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No hay hombres en el pueblo, todo dependía de sus habitantes brujas, al cumplir 5 años, a todas las pocas niñas del poblado se les empezar a enseñar sobre cómo llevar a cabo las actividades que proveían los alimentos a su gente, a los 6 años cumplidos, las primeras practicas con ejercicios sencillos son llevados a cabo.


Con sus 6 años, Livia no destacaba ni para la pesca, cosecha o caza, eso despertó el desprecio de las adultas hacia la pequeña, pues todas habían perdido mucho en su anterior hogar, desde seres queridos o posesiones materiales valiosas como de invaluables recuerdos, aquellos que sobrevivieron, se consideraban la generación fuerte.


Pero para la pequeña de pelo verde oliva, una palabra empezó a resonar convirtiéndose un tabú para sus oídos y su vida, una palabra que odiaba su mismo ser, como una condena o una maldición.


—"Eres débil, débil, muy débil"


Las otras niñas, su madre e incluso todas las adultas, no bastaban de recordarle la palabra "débil" que paso a convertirse en sinónimo de desgracia para ella, aunque sus fuerzas se mostraban frágiles, su mente persistía en no caer en el mismo resultado, no sonreía, pero tampoco lloraba, era su elección.


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Con el sol cerca de ocultarse, Livia regresa a casa solo para encontrarse con algo inesperado, fuera de su choca, avisto una carreta de carga hecha de bronce, manejado por un cochero de elegante vestimenta, pero los ojos de la niña se centraron más en la persona con la que su madre se encontraba hablando bastante emocionada.


Era un hombre robusto de bigote, pelón y vestía fina ropa de cálida que denotaba su noble linaje junto a los valiosos anillos de sus dedos, acompañado de 9 guardias armados, aquel hombre sostenía una plática con su madre, la pequeña con curiosidad de acerca siendo notado por todos ellos, el hombre sonríe con cierta malicia, pero su atención es opacado por la mujer canosa.


—Mi niña, me alegra que estés aquí, he encontrado una buena oportunidad para conseguir dinero, con eso ahora podre comprarle al comerciante que pasa por este sitio cada cierto tiempo –Le comunico su madre con un aire bastante animado.


— ¿En serio?, eso... eso es maravilloso –Expreso su hija con alegría.


—Pero para poder tener ese dinero, necesitare de tu ayuda.


—¿Mi ayuda?.


La madre hizo una seña de asentar la cabeza al hombre noble, este ordeno a uno de sus guardias a tomar a la niña y meterla dentro de la carreta, la pobre sin comprender lo que ocurría, trataba de liberarse del hombre que la llevaba por la fuerza hacia el carro.


—¡Mama!, ¡mama!, ¡ayúdame mama!.


Pero sus suplicas eran en vano, su madre estaba toda concentrada en su plática con el hombre, notando como este le entregaba a la mujer una bolsa con dinero, lo último que llego a escuchar de ella, la dejo sin palabras.

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