Capítulo Uno

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Se agachó lentamente quedando en cuclillas, mientras su frondoso cabello castaño y un poco rizado le tapaba sus vistas laterales. En silencio observaba ese profundo abismo con las puertas de su alma: de un gris tan impactante que te hipnotizaba con solo ver de reojo. Como el gris de un día nublado, que miras y miras y sigues viendo con asombro ese pequeño cacho de firmamento atrapado en ella...

Ese abismo lo sentía tan suyo y a la vez tan ajeno. Deseaba con unas fuerzas exorbitantes saltar...acabar con su cuerpo material. No lo hizo. Se volvió a enderezar con una decepción profunda reflejada en su ojos.

Aspiró con parsimonia ese aire tan libre de la polución. Y con sólo eso, una descarga eléctrica recorrió toda su anatomía, percibiendo un entumecimiento en sus extremidades tan agradable, que una pequeña sonrisa infantil se asomo por ese rostro cincelado, de estructura caucásica, con pequeñas pecas en su nariz recta y fina, un leve rubor por sus mejillas gracias al abrasador sol que hacía ese día.

Vio en derredor suyo, y no había más que laderas y valles apantallando su mirar, con una paz indecible se aventuró atrás suyo para ocultarse en la inmensidad de un bosque sin nombre, caminaba con experiencia, soltura y elegancia, cuidando sus pasos para sus pies desnudos, estos sentían la húmeda tierra, las hojas secas. Sus oídos escuchaban cada rama siendo pisada, cada canto de algún ave alrededor, cada vida habitando en armonía con el bosque, que casi se siente parte de él.

Acariciaba con la delicadeza del aire los árboles que pasaban por sus laterales, pensando algún día fundirse en tales prototipos de fuerza y entereza.

De repente, la calma del lugar abandonó todo el ambiente. Se escucharon unos pasos acercándose presurosos a donde se hallaba ella, se alarmó al instante escondiendo su delgado pero musculoso cuerpo en uno de los troncos de la arboleda. Su corazón lo sentía en la garganta y el único sonido que era capaz de percibir ahora era el del origen de esas ruidosas pisadas y su corazón desembocado inundando por completo su sentido auditivo.

-maldita sea...¡genial michael...te perdiste en el bosque, estas mojado, no tienes comida ni ropa limpia!

Era una voz gruesa y varonil, denotaba también cierta jovialidad que pudo calcular que no tenía más de 25 años. No se movió ni un centímetro esperando el siguiente movimiento u sonido originado por el extraño sujeto. Su respiración casi imperceptible se atascó notando que el sonido de las pisadas se detuvieron a menos de un metro de donde se escondía. Un suspiro cargado de desesperación fue soltado por aquel individuo sin rostro aún. Y se escuchó el desplome de su gran cuerpo que pareció a ella intimidarle.

Después de eso, técnicamente la paz volvió a reinar por el recinto, pero ella se encontraba en una encrucijada... "¿Y si me intento alejar...?" pero su cuerpo presa del miedo no reaccionó ni un poco, permaneció allí en un tiempo que le pareció eterno e inextinguible...con su fuerza de voluntad sin embargo, obligó a su cuerpo poner en marcha su huida rápida e inexistente para el joven que se hallaba a escasos centímetros suyos. A pesar de ello, el destino le tenía deparado según su santa voluntad, otra cosa...

Eternum NaturaWhere stories live. Discover now