Capítulo 35.

Magsimula sa umpisa
                                    

—¿Qué haces aquí? —me soltó sin más.

—Isaac... yo...

—No te queremos ver, Emily. Mi hermano está como está por ti. Entiéndelo de una buena vez y termina de largarte —me gritó.

Nerviosa me alejé de él y cuando intentaba conseguir que un taxi me llevara hasta Greensboro, volví a armarme de valor y marqué el número de John, lo hice tres veces y las tres veces ignoró mis llamadas. Pensé que al igual que el día anterior no me estaba ignorando a mí, sino a todos. Algunos minutos después me llegó un mensaje de texto que terminó de destruirme.

"Ya tomaste tu decisión y creo que fue lo mejor. No insistas más, no voy a responderte. Ahora que tengo la cabeza fría, Emily, no puedo imaginarme contigo mientras mi hermano sufre de esta forma. Siempre agradeceré que estés viva, porque mereces estarlo, mereces ser feliz, aunque ahora no lo creas, pero no conmigo, estrella country. No podría verte a la cara, lo siento"

Aquello había sido suficiente para entender que no habría más Emily y John, que lo nuestro efectivamente había sido una aventura de verano que se salió de control, algo que no supimos manejar y que creímos, tendría futuro. Me enteré por papá que Sergio sí había muerto con la caída y al menos eso me ayuda a vivir un poco más tranquila.

De los Carter ya no sé nada. Mis amigos y familiares habían entendido que lo mejor era ya no mencionarlos más, a pesar de los pocos días que habían pasado. Desde ese día, cambié de número para no sentir la tentación de llamar a John nunca más e ignoraba si Leonel seguía en el hospital internado o si ya se habían marchado a donde sea que se hayan ido.

En cuanto a Shawn, tampoco enloquecí lo suficiente como para continuar con aquel patético intento de relación que solo era un camuflaje de mis sentimientos, así que en cuanto llegué a Nueva York fui sincera con él y hemos vuelto a ser los amigos de antes. Los dos primeros días fueron extraños, no podía ignorar que nos habíamos acostado, pero él ha actuado tan normal, que incluso ha decidido acompañarme a la boda para evitar que me suicide, según él.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Shawn, me he quedado mirando el vestido que usaré esta noche más tiempo del necesario.

—Bien —miento.

—Sé que no es así... tus ojos se han puesto tristes desde que llegamos.

—No supero el hecho de que, John haya aparecido y la felicidad me haya durado tan poco. Todo fue tan rápido, él otra vez en mi vida, yo diciéndole que lo amaba y que quería estar a su lado, y luego Sergio destruyéndolo todo —confieso, seguía sintiéndome muy rara al hablarlo con Shawn y no podía evitarlo.

—Sólo han pasado unos días, el tiempo cura todo.

—Sí, claro —respondo abatida.

El tiempo, un año no había sido suficiente, ¿cómo es posible que unos días lo sean? Cierro mis ojos con fuerza y me recuerdo que hoy es el día más importante para mi amiga, que debo sonreír y hacerle la vida más fácil resolviendo cualquier incoveniente, aunque no he podido hacer nada con los girasoles, más que decirle que las rosas blancas quedarían bien, que le dan un toque más elegante y ella ha insistido en que no quería un toque elegante, que el estilo de la boda es rústico, de hecho se pondrá unas botas vaqueras y no unos tacones normales y las damas también las llevaremos.

Pronto la hora de la ceremonia llega. Ya vestida, arreglada y después de haber ayudado a Clark a ponerse su vestido junto con su madre, me ha pedido que vaya a la iglesia y compruebe que Michael está ahí. Lo hago solo para que esté más tranquila, pero sé perfectamente que mi amigo está ahí, esperando por el amor de su vida como debe ser. Apenas y meto la cabeza a la pequeña capilla y lo miro en el altar, más blanco que una hoja de papel, seguramente por los nervios.

John, la mayor de mis adicciones. Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon