Después de dos horas de viaje en tren por fin llegaron a Barcelona y se dirigieron a
Art, hotel en el que habían cogido su habitación.
Era un edificio enorme al borde la playa, por dentro tenía las instalaciones mas
modernas que se podían encontrar en un hotel. Piscina en las terrazas de arriba,
jacuzzi en los baños de las habitaciones en cada piso había un hall donde sentarse a
charlar.
Las habitaciones era inmensas y aunque por fuera eran todas idénticas por dentro
cada una tenía una personalidad diferente en la decoración.
La habitación de las chicas era muy amplia y espaciosa con dos pisos al igual que
todas las de ese hotel. En el piso de abajo tenían un pequeño salón con un sofá
blanco una mesa de cristal detrás de las escaleras y un baño. Arriba había dos camas
de matrimonio y no había ninguna pared que separase físicamente el espacio de cada
una.
Para ellas esa habitación era un sueño, podían quedarse a vivir allí para siempre.
Al llegar dejaron las maletas al lado de la puerta y se tiraron en el sofá. Estuvieron un
rato hablando de tonterías hasta que decidieron ponerse los pijamas para quedarse en
la habitación el resto del día a pesar de que eran solo las ocho de la tarde.
-¿Crees que pasará algo entre Vicente y tu? El otro día ya vi que quedasteis juntos.
Estaban las dos sentadas en el sofá picoteando y aprovechando para cotillear
sabiendo que era completamente imposible que las personas de las que hablaban se
enterasen de ello.
Ana suspiró.
-Pues no lo se, la verdad es todo muy raro.
-Yo creo que haríais buena pareja- sonrió Amanda.
-Bah, da lo mismo si total cuando Riker me vea en el concierto se enamorará
perdidamente de mí y me llevará de gira con él.- dijo Ana como si fuera lo más normal
del mundo mientras cogía patatas
Amanda se echo a reír.
-¡Si! Y Ross se enamorará de mi y también me llevarán, y serán fantástico porque no
habrá camas para todos y habrá que compartir- guiñando el ojo.
Se echaron las dos a reír y siguieron diciendo locuras hasta que escucharon en el
pasillo voces y algunos golpes que parecían de maletas, se quedaron calladas hasta
que dejó de haber ruido y Ana que estaba con la risa tonta se empezó otra vez a reír.
Se levantó y fue hacía la puerta, antes de abrirla se giró a mirar a su amiga.
-¿Te apetece conocer a nuestros nuevos amigos?
-Son nuestros vecinos, no nuestros amigos. -Hasta que nos conozcan. Somos adorables- sonrió Ana intentando parecer angelical.
-No déjalo, ya nos les encontraremos- dijo Amanda levantándose también- voy a por
