Y siempre, siempre vestido de negro, ya sea verano, invierno, primavera u otoño, la ropa negra era la que lo identificaba. Cuando utilizaba ropa de otros colores TaeHyung pedía un deseo —algo así como: por favor que me note, por favor que se gire a verme— pero vamos, el chico no hacía nada para hacerse notar, los milagros necesitan un poco de ayuda ¿eh?

A todas estas, hoy era un día diferente, el chico de cabello rosa que siempre lo atendía —JiMin, lindo chico de cabello rosa, o eso murmuraba un moreno de hoyuelos que siempre compraba pastelitos de merengue de fresa— había faltado.

TaeHyung sabía que su día había llegado, estaba escrito en todos lados esa mañana cuando su jefe, SeokJin, le avisaba que su amigo había enfermado. El dios del sueño se lo había advertido también. Había soñado con su amor platónico, había sido un sueño lindo —se tomaban de las manos— y había despertado de un humor increíble.

Había salido de su casa dando brinquitos y casi bailando por toda la calle, pero toda esa emoción tuvo una metamorfosis casi inmediata luego de la noticia. La ansiedad y los nervios lo atacaron, su pierna no dejaba de moverse y ahora el momento había llegado.

Tenía que atender a su amor platónico, y si moría, había dejado una pequeña nota en su delantal para que, cuando lo llevaran a la morgue, la encontraran. La nota decía algo así como:

"Dejo todas mis mangas de One Piece al museo que pronto se abrirá —primera edición mamá, tendrás mucho dinero.

Chico bonito de ojos gatunos por favor nunca me olvides —aunque solo sea mi imagen moribunda.

SeokJin, los pasteles que prepara tu lindo "Kookie" son la cosa más empalagosa que probé en mi vida.

Viví bien, se despide:

TaeHyung."

Creo que se nota que nuestro chico es algo, para no decir bastante, dramático.

Pero ya era momento de la acción:

— Bienvenido a Vanilla Sky, ¿Desea algo? —el castaño se dio unas palmaditas mentales en su espalda, no había tartamudeado. Wso era de antología, juraba que lo primero que haría al hablarle seria todo un show de manos nerviosas y palabras enredadas.

— Hola...

TaeHyung se paralizo, su sonrisa se congeló, todo él se convirtió en una estatua dejando de entender —pero no de escuchar— lo que salía de la boca del chico. Demonios, no dejaba de pensar en lo genial que sería abrazarlo, tomarle la mano, dejarle millones de besos en sus mejillas, esconderse en la curvatura de su cuello. La adrenalina de solo imaginar que le regalaba una sonrisa a él y solo para él, su voz lo hipnotizaba y lo llevaba a otras galaxias.

Cielos, podría morir y revivir entre sus brazos en tan solo un instante. Su corazón iba a explotar, lo sabía, sus ojos no dejaban de escrutar cada parte de su rostro, como sus labios se movían en cámara lenta —así lo sentía TaeHyung.

Sabía que había algo en él que lo convertía una bola de gelatina andante, sentía como sus rodillas se debilitaban y tuvo que sostenerse de la vitrina para no caer. Dioses, sabía que estaban hechos el uno para el otro, la piel de TaeHyung era verano mientras los ojos del chico podrían ser el sol que lo quemarían con solo mirarlo.

Infiernos, había algo en él que lo volvía loco, de verdad, loco:

— ¿Quieres ir al cine conmigo? —soltó de pronto TaeHyung— Porque debes saber que soy el amor de tu vida —añadió con rapidez— Lo siento si te sorprendí, pero tenía que decirlo —no podía detenerse. Sentía la adrenalina recorrer todo su cuerpo, las ganas de tomar su mano pálida y sostenerla junto a la suya. La sensación de hormigueo no se alejaba.

Algo en ti ♠ [t.g]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora