SIMPLE MOVIMIENTO [capítulo único]

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Einstein se equivocaba diciendo que "Dios no juega a los dados con el universo". Considerando las hipótesis de los agujeros negros, Dios no sólo juega a los dados con el universo: a veces los arroja donde no podemos verlos.

Stephen Hawking

Es increíble lo que un poco de alcohol puede hacer en tantas personas que dicen saber usar la cabeza aunque, en realidad, no alcanza a sorprender a nadie el simple detalle de lo que ocurre durante las noches en las fiestas de la gente joven

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Es increíble lo que un poco de alcohol puede hacer en tantas personas que dicen saber usar la cabeza aunque, en realidad, no alcanza a sorprender a nadie el simple detalle de lo que ocurre durante las noches en las fiestas de la gente joven. De todas formas, desde que lo viví por primera vez no pude dejar de preguntarme si soy más aburrida de lo que pensaba que soy o si, por otro lado, de verdad estamos viniéndonos abajo.

No hay luces de colores, tampoco faldas lo suficientemente largas. Lo que sí hay es alcohol, una pequeña fiesta y uno que otro muchacho sintiéndose más joven de lo que debería. Parejas consumiéndose, fotos comprometedoras, besos robados. Muchos conocemos las consecuencias de perder la consciencia a este nivel, ¿pero a quién le importa?

O, en otras palabras, ¿por qué iba a importarle a alguien?

Existe algo bueno de este tipo de fiestas y es que siempre, como si fuese la ley suprema, hay una parte a la que nadie se dirige. Es algo así como la esquina oscura, oculta, por la que ninguna persona se interesa en toda la noche, ni siquiera por casualidad. Así que, adivina adivinador, ¿en dónde crees que me encuentro?

—¡Alfhild Alexandersen, eres la chica más aburrida que he conocido jamás!

Bueno, nadie suele ver este tipo de esquinas, a excepción de la persona más detallista que ha decidido hablarme desde que llegué a Gunnhild.

—No soy aburrida—repongo, acomodando mi vestido y sonando incluso más molesta de lo que me siento—. Y tampoco soy yo la que ha salido de la pista de baile, Tyra.

Ella huele a alcohol y chicos, la perfecta suma que como resultado nunca puede dar nada bueno. Aún así, la poca claridad de las cosas le da su toque misterioso, más que nada porque Tyra es de ese tipo de chicas hermosas que cuesta encontrarse por ahí. Y, cómo no, es muy raro que quiera hablar conmigo en un momento como este.

En una... fiesta.

—Pero no has entrado nunca, ni siquiera para buscar a alguien. ¿No es esa la cosa más trágica que puede ocurrirle a una chica triste?

—No soy una chiste triste—digo en mi defensa. Ella sonríe, acercándose para terminar colocándose justo a mi lado—. Santo cielo, ve y diviértete. No necesito que alguien se quede conmigo recordándome lo patético y trágico que es vivir en la esquina del olvido.

—Mira, ahí está Niklas—farfulla sin siquiera haber escuchado una palabra de lo que dije mientras extiende su mano para alcanzar la mía, en señal de advertencia. Ladea la cabeza hacia la entrada, pero nada llama más mi atención que el tacto de su piel contra la mía—. No creo que lo conozcas, aunque puede que hayas oído hablar de él. Quiero decir, míralo. Es... perfecto.

Simple movimientoWhere stories live. Discover now