Capítulo 18: Hacer lo Necesario

En başından başla
                                    

Clara, desesperada, patética.

Dimitri Sintió un escalofrió.

Esa mañana Dimitri no pretendía –realmente no- dar un paseo por el antiguo departamento de Dana. Es solo que la curiosidad fue más fuerte que él y no pudo contenerse.

Lo de cubrir su rostro con la capucha fue pura precaución. Mientras menos gente pudiera saber que había estado ahí, mejor que mejor. Era algo instintivo para él mezclarse lo menos posible con la luz del día. Se quedó esperando en una esquina cercana para verlo. No estaba seguro de porque, quería verlo.

Joseph Varella. El hombre que amenazaba todo el equilibrio de su mundo. El hombre que podría reconocerlos a Charlie y él.

Todo había sucedido hace tanto tiempo que era como alguien de un sueño. Alguien irreal. Quizás por eso quería convencerse de que realmente existía.

Al fin salió. Tenía el turno nocturno, así que dejaba el edificio temprano. Iba arrastrando los pies y con cara de pocos amigos. Caminaba mirando hacia abajo, sin tener cuidado de evitar a la gente. No es que hubiera demasiada, pero una joven chica de uniforme tuvo que esquivarlo para que no la golpeara.

Desagradable.

Su cabello era grasiento, como si no lo hubiera lavado. Su labio superior tenía pegado un papel blanco sobre un corte de la rasuradora.

Desagradable.

Este era el hombre que había llevado la investigación tan cerca de casa.

Paso al lado de Dimitri sin mirarlo, siguiendo su camino calle abajo y, después de contar hasta diez, Dimitri dio media vuelta y lo siguió. Llevaba las manos en los bolsillos de la sudadera y con la derecha jugueteaba con su navaja. No es que la tuviera por un propósito en particular; siempre la llevaba.

Siguió al hombre por calles algo alejadas, y luego cerca del borde del parque. No parecía que fuera a tomar el transporte, solo caminaba. Cruzaron justo después de la iglesia y el hombre pasó por una tienda a comprar una botella de ron. Después de eso se metieron por unas callejas estrechas y finalmente llegaron a su destino. El hombre se metió dentro de una humilde y pequeña casa que lucía descuidada y a punto de derrumbarse.

Nada sucedió.

Nada iba a suceder de todos modos.

Dimitri había memorizado cada calle y sus ojos estaban fijos en la puerta de la casa. Después de un largo silenció, dio media vuelta y llegó a la parada de autobús para coger uno que le acercara a su escuela. Llegaba tarde.

2

Daniel volvió a cerrar el cajón con las manos temblorosas y resopló. No podía creer que su medicina se hubiera acabado. Estaba seguro de que le quedaba aún para un par de días... Pero al parecer no, ¿Estaba tan desconectado de la realidad?

Quizá lo estaba.

La noche pasada se había dicho que no las necesitaba, pero acabo vomitando en el baño cerca de las cinco de la madrugada y sin haber dormido nada. Las imágenes traicioneras habían venido una tras otra, hasta que no pudo soportarlo, hasta que empezó a sentirse enfermo y a llorar. No sabía que se pudiera estar enfermo de pena, enfermo de angustia, de miedo, de dolor...

De día podía pretender que nada sucedía, pero de noche, cuando eran solo él y su almohada, las reglas cambiaban y él ya no tenía la mano ganadora. Todos los demonios que la luz alejaba, aparecían ante él para reclamar su lugar.

Hubiéramos Sido Reyes.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin