La primera vez que me hiciste llorar

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No recuerdo mucho porqué, pero hubo un tiempo que estar a solas contigo me ponía molesta.
Tal vez era porque me gustabas demasiado y me llegaba a molestar que no hicieras nada por dar el primer paso; en algún lugar vi que un hombre no puede ser amigo de una mujer que considere atractiva, y mis complejos a los 16 eran más fuertes que tus palabras diciéndome que no era fea.

Una semana antes había sido tu cumpleaños número 18 y no pude estar contigo, aún vivíamos lejos, por lo que decidimos celebrarlo en un punto medio, no festejamos a lo grande, no nos perdimos en el alcohol hasta desvanecernos en la acera, el plan era simplemente ir por un helado.

Nos encontramos en la estación de metro que resultó más conveniente para ambos, en el camino hacia uno de los puntos principales de la ciudad estuvimos jugando, recuerdo que no usaba el cabello largo y aún así lograste despeinarme por completo. Llegando lo primero que hicimos fue caminar, bastante, aunque nos perdimos por algunas calles al final llegamos al monumento más emblemático de la ciudad, no sé si fue porque en serio es hermoso, o porque estaba contigo, pero jamás había visto una estructura tan perfecta con la luz tan adecuada cómo para enamorarme a cada segundo que pasé viéndola. 

Fuimos por el helado y después a comer, por mi regresaste a la pobre mesera dos veces hasta que trajera algo a una temperatura adecuada para que no me causara ningún resfriado, de alguna manera u otra siempre me estabas cuidando.

Comenzó a llover y decidimos ir a un centro comercial a refugiarnos del agua; esa lluvia fue la excusa perfecta para no regresar a casa temprano y pasar más tiempo contigo. Nos pusimos serios, comenzamos a hablar de lo que no hacía mucho considerábamos futuro y ahora era tu presente, eras mayor de edad y debías presentar para la universidad. 

Yo aún tenía 16 años, me faltaban dos más para poder salir de mi casa, y en ese tiempo "mi casa" era sinónimo de peleas con mis padres y hermanos.

Una especie de magia "cinematográfica" me enredó y al darme cuenta de que íbamos a estar lejos por dos años más comencé a llorar, ¿qué tan injusta era nuestra suerte para querer tanto a alguien que está lejos?

 Me preguntaste por qué lloraba, me rodeaste con el brazo y no dijiste nada por un momento. Por suerte no había nadie más que nosotros, cualquiera habría pensado que me acababas de hacer algo. Te expliqué cómo pude mis motivos y me volteaste a ver sonriendo, me hiciste sonreír también y probablemente parecí una especie de novia psicópata. 

Me reconfortaste y me prometiste que todo lo que hicieras de ese momento en adelante iba a ser para que yo pudiera salir de mi casa, porque no querías que pasara lo mismo que pasaste alguna vez. 

Cuando nos despedimos y te vi alejarte las lágrimas volvieron a correr a través de mis mejillas arruinando un poco más mi de por sí mal maquillaje; lloré en silencio todo el camino a casa.

Si pudiera regresar a ese día no lo haría sólo porque eran días más jóvenes, ni siquiera me gustaría verte de 18 una vez más, regresaría para decirme a mí misma que dejara de llorar, porque vas a cumplir tu promesa.

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⏰ Última atualização: Jul 26, 2017 ⏰

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Crónicas de un amor unilateral (en una ciudad muy grande)Onde histórias criam vida. Descubra agora