Ahora que se habían movido algunas piezas del tablero debía saber cuál sería el siguiente movimiento. ¿Qué esperaban ellas de mí?

—Encantada de conocerle Lady Florence— instintivamente ella levanto la vista, me pareció que deseaba decirme algo, pero al final no lo hizo, solo se reincorporo de aquella reverencia incomoda y trato de mantenerse serena.

—Su alteza les agradece el poder acompañarla hasta el día de su boda y por ello se ha preparado un obsequio a cada una de ustedes—anuncio mi gobernanta mientras se dirigía a abrir la puerta del saloncito de té, tres sirvientas entraron con la cabeza agachada y avanzando hacia el centro del salón con una caja de madera en las manos, una de ellas era Melanie.

Mi pesar fue amargo al tener que degradarla a ser una simple sirvienta, quizás no era adecuada para ser mi doncella según las reglas de la realeza ya que no venía de ninguna familia distinguida, pero era mi amiga y eso era suficiente para sentirme a gusto con ella, ahora me sentía rodeada de cuervos que esperaban el momento para poder comerme los ojos.

La señora Elise les entrego a cada una de mis doncellas un broche con diseño de flores y lazos, con eso afianzaba mi relación con ellas y sus familias, pero, aunque ellas se volvieran mis primeras seguidoras no dejaba de sentirme algo inquieta por el hecho de que solo estaban aquí por conveniencia. ¿Debía hacer algo al respecto?

—Espero que podamos ser amigas durante el tiempo que estén a mi lado— me vi obligada a decir por sugerencia de mi madre, ahora que estaba por hundirme hasta el fondo en las garras de la realeza sus consejos eran una bendición.

—Es muy amable de su parte—expreso lady Cailon mostrando una sonrisa, una que se parecía a la de Jane, lo cual me hizo pensar en su traición y si ella que era mi hermana fue hipócrita porque ellas serian ser diferentes. ¿Acaso debía probar su lealtad antes de confiar en ellas?

Con eso en mente traté de pensar la mejor forma de probarlas, las tres eran hijas de buenas familias bien posicionadas que debían sentirse incomodas al tener que servirme en un lugar tan deplorable como lo era mi hogar, aunque ya se habrían hecho algunas reparaciones para mejorar el estado de la casa, este lugar no podía compararse con las lujosas mansiones en las que vivían, así que pensé que podía usar eso a mi favor.

—Hoy el clima es agradable—exprese mirando hacia la ventana y cuando regrese la vista hacia ellas, las expresiones en sus rostros eran lo que esperaba, desconcierto— no hace tanto frio como otros días.

—¿Es posible que haga más frio su alteza?— cuestiono lady Cailon, al parecer preocupada por mi comentario. Aunque teníamos la chimenea encendida y estábamos bien abrigadas aun podía sentirse frialdad en la habitación.

—Por supuesto, no es extraño con el invierno tan cerca, es probablemente que este clima solo sea el anuncio de una nevada.

—Parece que usted ya está acostumbrada al clima de la región, alteza—expreso lady Millan.

La verdad era que mi cuerpo resentía mucho el frio, cada invierno mi salud se veía expuesta ante resfriados que no terminaban hasta el inicio de la primavera y por supuesto mis huesos dolían bastante.

—Por supuesto—mentí, pero necesitaba hacerlo para probarlas a todas para responder la pregunta que no paraba de rondar mi cabeza. ¿Qué era lo que querían de mí?

Me levante de mi asiento y camine hacia la ventana, el clima afuera era terrible, había niebla y charcos sobre la tierra, señal de que había estado brisado, otros años hubiese escuchando desde este lugar el caer del agua sobre el tejado, pero debido al bullicio de la servidumbre, de la madera chirriante en la chimenea y la conversación de mis doncellas, me fue imposible escuchar.

Amor De CristalWhere stories live. Discover now