—Sea usted bienvenida a nuestro hogar—aludido mi madre con gran solemnidad— la reina madre nos comunicó que usted estaría encargada de todo hasta el día de la boda.

—Así es, pero más que eso estoy aquí para preparar y acompañar a su alteza—me dirigió una sonrisa.

—¿Qué clase de preparativos tiene en mente?

Mi nueva gobernanta, la señora Elise, explico a detalle qué esperaba de nuestra parte para poder llevar a cabo todo lo que la reina madre había ordenado. Debía recibir a los joyeros al siguiente día y a las modistas la semana entrante, además de una instructora de etiqueta, ella y la señora Elise se encargarían de moldearme a imagen y semejanza de la reina madre, pero de todo lo dijo, lo que me sobresalto fue el nuevo sequito de doncellas que debían servirme, todas ellas hijas de nobles aristócratas que conocíamos.

—¿Y Melanie?—cuestione angustiada— ¿Qué pasara con ella?

—Lamentablemente no puede permanecer a su lado. Como distintivo de su solemnidad no cualquiera puede servirle, solo pueden hacerlo aquellos que son pertenecientes a la nobleza, en este caso, hijas de nobles distinguidos que anhelan su gracia cuando sea coronada como nuestra reina.

Suspire al escuchar la manera tan elegante en que aquella mujer trataba de explicarme que tendría lamebotas siguiendo todo el día, era frustrante saber que cada uno de mis movimientos serian siempre vigilados y aunque eso me molestaba, tampoco podía culparlas, solo seguían ordenes de la reina.

—Madre, tu muy bien sabes que Melanie no tiene a donde ir, no podemos simplemente despedirla.

—No te preocupes—sonrió— Melanie se ha desempeñado muy bien en otras labores de la casa, seguramente encontraremos algún trabajo para ella aquí.

—Por cierto, escuche que tiene una hermana. ¿Por qué no nos ha honrado con su presencia esta tarde?

Instintivamente mire a mi madre y al parecer ella hizo lo mismo. Jane no habia querido salir de su habitación desde aquel día y yo no tenía la cara ni el corazón para mirarla.

—Mi hija mayor está ocupada preparando su viaje a cromenia.

—¿Cromenia?— expresó sorprendida.

—Si, mi hija se ha sentido intranquila últimamente, su padre le ha convencido de salir y ver el mundo para distraerse de todo esto.

—Entiendo, debe ser estresante el ir y venir incesante de personas ajenas a su hogar.

—Así es— dijo mi madre convencida de su mentira

—Espero que vuelva a tiempo para la boda.

—Por supuesto estará aquí para esa fecha.

Me mantuve en silencio reflexionando sobre las palabras que mi madre había pronunciado tan deliberadamente a la gobernanta, eso solo significaba que era verdad y de alguna forma trato de ocultármelo.

—Alteza, me comunicaron que pronto será su cumpleaños y que debemos realizar una cena para conmemorar la ocasión...

—Por supuesto debemos celebrar— le interrumpió mi madre.

—La reina madre emitió una lista de los invitados que deben estar presentes, por supuesto la cena debe ser impecable ya que esperamos la presencia de su real majestad, el rey.

—¿El rey vendrá?—cuestiono mi madre alterada.

—Por supuesto—sonrió— después de todo, se trata de la prometida del rey. Me imagino que le alegra la noticia ¿No?

—Claro—contesto mi madre por mí.

—Con lo que se cuenta en la capital no es de sorprenderse.

—¿Disculpe?

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