Sonrisa Fingida |TERMINADA|

Capítulo 35: Cinismo

Dentro de aquel sitio sagrado para muchos, diviso familiares y pocos amigos de parte de mis padres. A pocos los reconozco. Pero lo que más determina en el área es el ataúd rodeado de extravagantes flores al que se le acercan mi madre junto a su hijo, mientras yo prevalezco en la entrada aun sin querer entrar del todo, ganándome por consiguiente la mirada central de los presentes curiosos que nos rodean. Personas falsas que espero sigan siendo desconocidas para mí porque no quiero más metiches molestos en mi existencia.

Decido sentarme en un puesto vacío al tiempo recorro mi entorno hasta detenerme en un par de rostro conocidos; Camile me sonríe un poco con pesar al verme y, Brandon al su lado solo mira un punto indeterminado en el suelo.

La mayoría de los presentes también se manifiestan de negro representando el nuevo luto. Fingiendo dolor con llantos, demostrando el gran cinismo de los humanos con los que me rodeo.

Anhelante me encuentro por botar a todos de aquí y demostrarle en la cara su falso comportamiento doliente ante nosotros.

Los funerales traen consigo llantos fingidos, personas desconocidas y reuniones inoportunas.

La muerte vuelve a reunir a los vivos, vaya ironía.

Pero mi inspección se detiene al ver al misterioso castaño sentando no tan lejos de mi asiento, mientras este al darse cuenta de mi mirada curiosa se levanta de su silla para posarse en el lugar libre a mi lado.

— ¿Puedo saber cómo está señorita Patterson?—inquiere sonriéndome de lado un tanto tenso por la situación incómoda en la que nos encontramos

—Hola, oficial—le devuelvo su mueca— ¿usted cómo cree? —le respondo con otra pregunta obvia para ambos.

—Lo lamento—frunce los labios apenado— comprendo el dolor de la pérdida de un padre. Pero vengo a informarle que ya puede estar más tranquila con respecto a su caso—lo miro confundida— ya sabemos quién ha sido el culpable

Demuestro interés asintiendo sin dejar de verlo mientras internamente mi cuerpo se mantiene cauteloso por sus palabras — ¿Quién es? ¿Cómo saben quién es? ¿Ya lo atraparon? —susurro demostrando un poco de emoción bajo el manto de sufrimiento en el que me mantengo mientras el sujeto frente a mí me sonríe de nuevo negando con un toque divertido. Lo cual desde mi punto de vista vuelvo a notar poco profesional de su parte.

—Aun no podemos capturarlo porque el sujeto ha estado desaparecido por varios años, es un criminal y sigue prófugo de la justicia—toma mi mano apretándola un poco sin dejar de verme— Su nombre es Charles Patterson, también conocido como Carlos y César Figueroa. Su madre confirma nuestras sospechas e incluso le ha impuesto otro cargo. — suelto un suspiro negando mientras tengo unas inmensas ganas de reír que controlo— los otros sujetos encontrados sin vida también han sido identificados. Ahora solo es cuestión de tiempo para atraparlo —suelto su mano asintiendo mientras volteo en dirección al hombre disfrazado de sucesor del bien en el nombre del tan aclamado e invisible Dios. Por ello con falso respeto decido levantarme como los demás para fingir interés en sus palabras, cuando de verdad mi mente está sumergida en las palabras recién percibidas.

Carlos es tan mediocre que el mismo dejo en evidencias su despiste, por eso aunque yo no lo haya acusado su mismo error lo ha delatado ante los buitres.

"Es cuestión de tiempo" claro está para mí.

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Acabada la absurda misa finalmente nos encontramos frente a las lapidas que se extienden en el creciente césped que destruyen las personas falsas al pisotearlo. Y para ser un poco más de medio día el sol se encuentra ausente debido a la invasión de las nubes en su territorio que derraman escazas gotas de agua armando una pobre llovizna que culmina la decoración lúgubre de nuestro matiz grisáceo. La fría brisa calma mi cuerpo y suelto un suspiro melancólico al ver como la maquina desciende la caja de madera en el espacio libre de la tierra mientras el sacerdote aun aclama palabras "alentadoras" y los presentes—más mi madre—lloran sin consuelo ante el entierro de un hombre que ha abandonado este mundo .

—Descansa en paz papá—comento lanzando mi rosa azul diferente a las demás blanquecinas a su ataúd antes de que lo sellen para siempre con tierra.

—Me sorprende verte aquí— miro de reojo a Brandon el cual por primera vez en el día se ha dignado a acercarse a mí— ¿cómo supiste la dirección?—cuestiono a sabiendas de que David no fue el causante de notificarle.

—Ya sabes como soy—contesta aun con su mirada en los trabajadores que cubren el piso frente a nosotros.

—Cierto—hago a un lado las palabras mientras dejamos pasar el silencio entre ambos.

Incluso los ignorantes mienten sin saberlo. El ser humano vive buscando su bienestar, y aquello solo lo facilita el engaño, incluso con uno mismo.

Miro de reojo al sujeto a mi lado y me doy cuenta de que incluso él con sus aires disimulados, oculta cosas. No tiene verdaderas intenciones de perjudicar mi existencia y, eso fue fácil de conseguir a sabiendas de su peculiar personalidad.

No es un buen ni un mal hombre, simplemente es un mortal corriente con conflictos pasajeros, que vive su propio infierno personal que es la sociedad en la que se encuentra a diario. Él mismo cava su propia tumba y de eso está consciente.

No es de mi interés su bienestar pero por los momentos su utilidad me es continua y necesaria. Por ello debo pensar en mejorar nuestros lazos y su mediocre estilo de vida para que se conserve con ella.

Etiquetar a las personas no es mi estilo porque no es más que un desperdicio hacerlo, pero hoy he terminado de completar mi obra acerca de las personas; Todas son unas mentirosas.

Ningún ser humano se ha librado de pecar con aquel dulce prohibido que causa después estreñimiento. Porque el verdadero malestar es andar en compañía de las personas.

El cinismo habita en todas las partes a la que vayamos. No se puede silenciar una tormenta. El diluvio acaba con la verdad.

El pudor se rinde ante el mundo de mentiras que alardea acciones fingidas. ¿Qué es real y que no lo es? ¿Hay bondad y maldad? No son más que patrañas para influir miedos. Porque la misma vida se ha dejado manipular por los mortales astutos. La verdadera inteligencia es la que ilumina y mueve el mundo. Por ello caer en el padecimiento mediocre está descartado totalmente en mi persona.

Engañar a las mentiras no es más que otra partida que se vence fingiendo. Estrategias y pasos perfectamente armados que garantizan la verdadera falsedad humana en la que nos encontramos.

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Att: MM.

*** Capítulo Editado ***