Absurde

I

Septiembre es el mes que más le gusta a Firo, para ella significaba el fin y el nacer de sus dos estaciones del año favoritas.

Los meses de verano nunca se sabía que podría ocurrir, un día podrías estar en el mismísimo paraíso y al día siguiente bailando y ofreciendo tu alma al diablo para salir de aquel infierno de montaña rusa a la que se puede llamar sentimientos. En cambio el otoño es un mes donde todo muere para dar comienzo a una eterna paz, "paz" es lo que necesitaba Firo para poder seguir en aquel antro llamado "Bar de Pohl", siempre se preguntó porqué no elegiría otro nombre más obvio para un sitio así acaso no existía la imaginación para aquel viejo cascarrabias que no hacía más que contratar jóvenes para que le hicieran publicidad gratis, sí, gratis porque el sueldo por soportar las horas de repartir flayers a 40ºC y eso si el ente divino de turno quería que hiciera "fresco", las 5h por 10€ no rentaban no, pero para Nadrai y Sion era poder comer un día más.

Nadrai tendría solo 20 años recién cumplidos, no tenía familia en este país y lo poco que le envíaban sus padres le daba para el alquiler de aquel cuchitril llamado Residencia de Estudiantes, sin embargo, sufría porque lo deseaba, sabía que podía regresar con sus padres en vacaciones y no torturarse trabajando para Pohl, pero no, él prefería seguir siendo explotado solo para seguir viendo a Firo.

En cambio Sion lo hacía por "hobby", él lo tenía todo nuna tuvo carencias de nada su vida parecía sacada de un sueño casi perfecto y digo casi perfecto porque lo único que le faltaba era que alguien lo valorase como persona y no como método para tener una vida sin preocupación o penurias.

Nadrai y Sion eran las únicas dos personas por las que Firo podría abrir su corazón, no en el sentido amoroso como le hubiera gustado a Nadrai, sino en el sentido de amistad. Quizás el único sentido en el que ella pudiera entablar relación con alguien.

Firo, cuya sonrisa que parecía más automática que las respuestas de un robot ante cualquier duda simple, se pasaba las horas de descanso sentada en la mesa del final cuya ventana daba vistas hacia un pequeño trozo del bosque donde se podía ver un pequeño claro; se pasaba horas mirando aquel claro cuando podía y esperando a algo que nadie sabía lo que era.

-Hey, Firo! Eh, Firo! Te llama Pohl, dice que la última encomienda que serviste lo hiciste al revés otra vez confundiendo "poisson" por "poison", un día de estos vas a matar a alguien de verdad sino llega a ser por Nadrai que sabe que ningún cliente pide veneno en vez de pescado.

-Tampoco pasa nada, aquel cliente tenía cara de querer morirse, no le veía muy entusiasmado con aquella mujer, es más me atrevería a decir que no sabía que decir para que ella no se fuera... le hubiera hecho un favor...

-Mademoiselle Firo dando lecciones de cómo mantener conversaciones en una cita! Jamás lo hubiera imaginado .-Hablaba en alto Sion con un tono más que sarcástico.

-Sí y Moinseur Sion metiendo las narices como siempre...

Aquello era lo que más detestaba Firo de Sion, esa arrogancia y aires de juzgador, pero tenía razón quién era ella para haber dicho eso no conocía aquel hombre de cara triste y con intenciones que ni él sabía que tenía hacia aquella mujer con el pelo tan blanco que parecía una peluca, era casi igual del color de la nieve no parecía real ni concordar con la edad que aparentaba.

-Hum... aquella mujer ¿No te resultaba familiar Sion?

-Sí, se parecía a ti, fría y calculadora .- Bromeaba.

-Eres tan gracioso que no sé por qué sigues aquí y no eres un payaso profesional en el circo de Monsieur Sarcastique.

Aquel circo era de todo menos uno donde algo hiciera gracia, de hecho todo en Auch era tan contrario a lo que alguien pudiera esperar, aquella ciudad para Firo debería llamarse como el bar del señor Pohl "La ciudad contrariada".

-De todos modos, sí, tienes razón creo que aquella mujer e...

*¡Sion! Comienza tu turno. - Gritaba alguien con una voz tan ronca y un poco escalofriante desde el otro lado del pasillo.

-Sí M. Pohl, a ello iba ahora.

-Pero Sion! Dime al menos a quién te recordaba aquella mujer.

-Ah! Bueno... te lo diré en código para que nadie más lo sepa.

-¿Código...?