Capítulo 1

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Le dolía, su corazón le dolía.

La luz llega atraves de sus párpados, ocasionando que se levante de golpe, sin embargo, de inmediato se arrepiente de haberlo hecho ya que, siente un dolor agonizante que recorre su cuerpo, al enfocar bien admira con terror como sus brazos están cubiertos de vendas y siente un profundo temor que recorre todo su cuerpo, no recuerda nada pero sabe que no debería estar así.

Sin embargo una voz en su interior le dice que se calme, desde sus palmas hasta sus hombros las vendas lo recorren.

Lleva su mano hasta tocar su cabeza, pero no siente su propia piel más bien se da cuenta de que esta también tiene una venda, remueve la sábana que lo cubre, notando que su pecho, estómago y piernas no están diferentes al resto de su cuerpo.

Intenta indagar en sus memorias, sin embargo en ellas solo existe un nombre, intenta buscar respuestas mirando la habitación a su alrededor.

El sol está en el poniente, la habitación de piedra con pisos de madera, una ventana justo en frente de él, y una mesita de noche a su lado, al otro extremo de la habitación logra ver una puerta y allí también un armario.

Con su mirada fija en la puerta, nota como comienza a abrirse, dejando ver una joven, de cabello largo extremadamente lacio color dorado, recogido en una coleta, vestida con un traje de sirvienta color blanco y negro, ella lo mira.

Al verlo allí sentado una suave sonrisa aparece en sus labios-Me alegro de ver que estás despierto-Algo sobresaliente en ella eran sus ojos de color azul brillante, se acercó, llevaba en sus manos una bandeja de plata con medicamentos y un vasito. -Has estado cerca de dos semanas inconsciente, ¿Me dejas cambiarte las vendas?, el médico me mostró cómo hacerlo-Su suave voz hizo que el joven asintiera, ella le tendió una bandeja indicándole que tomara unas pastillas.

Poco a poco le retiró las vendas de sus brazos y manos, se apreciaban algunos rasguños y muchas heridas profundas-Has mejorado mucho, tu cuerpo sana de sus heridas a una velocidad inhumana-Se escuchó una risa-O eso dijo el médico, me dijo además que ya no te pusiera las vendas de nuevo, pero tengo que ponerte esto-Hizo una pausa-En las heridas que aún no han cicatrizado por completo-Le mostró un tarrito que parecía ser una pomada-Con esto las heridas no dejaran marca y además las cicatrizará mucho más rápido sin dejar que se infecten, las heridas de tu espalda, pecho y estomago están mejor debes descansar, tienes algunas costillas rotas, y demasiados moretones en todo tú cuerpo, aún necesitas de mis cuidados.

El joven sentía como ella curaba sus heridas, junto a eso sentía un enorme dolor, notaba que intentaba ser lo más delicada posible, al terminar ella se levantó, tomó la bandeja en sus manos.

-Mmm, siempre traía comida para cuando despertaras supuse que estarías muy hambriento, son cosas muy fáciles de tragar-Se volvió a sentar con la bandeja en sus piernas, tomó la cuchara y se la extendió con la comida, ella sonreía muy grande, y aunque él se sentía muy avergonzado, dejó que lo alimentara.

Habiendo terminado de comer ella se levantó-Bueno... me retiro, pero intenta no moverte, aunque tus heridas sanan a una velocidad anormal aún pueden volver a abrirse, te veré mañana, está anocheciendo y es hora de retirarme, que tengas dulces sueños-La muchacha estaba a punto de retirarse cuando el joven se armó de valor para hablar.

-Disculpa-Su voz salió un poco quebrada, pero ella de inmediato le puso atención-¿Me podrías decir tú nombre?-Ella sonrió.

-Me llamo Teresa.-él le sonrió.

-Muchas gracias... Teresa-Ella mantuvo su postura.

-No tienes que agradecerme, sin embargo, ahora podrías hacer algo por mí-El muchacho asintió-¿Me dirías tu nombre?

-Mi nombre es Zero-Al decir su nombre Zero notó como Teresa se sorprendía-Me parece que ese nombre es.... No olvídalo.

-Teresa, tengo otra pregunta-La miró con atención-¿Qué hago aquí?

-Bueno, hace quince días aproximadamente acompañaba a la señorita a un paseo por la ciudad, cuando abrieron las puertas ella te vio a lo lejos, observó como te desplomabas, corrimos en tú ayuda, y fue entonces cuando la señorita ordenó que te atendieran y has estado aquí desde entonces-Zero intentó recordar algo, pero no podía hacerlo, almenos en su mente estaba seguro de que estaba a salvo.

Después de la primera vez que Teresa lo visitó ha pasado casi una semana, durante ese tiempo, Teresa lo atendió muy bien cuando lo necesitaba, lo ayudaba a ponerse de pie, pasaba tanto tiempo con él, que Zero se acostumbró a su presencia.

Fue así que se dio cuenta de que Teresa poseía un carácter amable y generoso, conociéndola poco a poco llego a tomarle aprecio.

-Zero-Le dijo-Hoy será el día en el que por fin saldrás al exterior, tus heridas están sanadas, bueno casi todas, así que muévete despacio estaré allí cuando me necesites-Teresa le extendió un conjunto de ropa-Es la ropa con la que te encontramos, saldré un momento para que puedas cambiarte sin preocupaciones, pero por favor ten mucho cuidado con tus heridas y si necesitas algo puedes llamarme-Dicho esto salió de la habitación.

Zero admiró la ropa que tenía en sus manos, se veía demasiado... Especial, ya que tenía un montón de correas, una capa con capucha de color negro, que por dentro tenía un color violeta que iba sobre una camisa de color gris llana, unas botas, y un pantalón negro lleno de correas, en las piernas, finalmente dos guantes que no cubrían sus dedos.

Zero se vistió, cuando estuvo listo, sintió un gran recelo, él nunca se había visto en el espejo hasta ahora, así que no sabía cómo lucía, el armario tenía un espejo en una de sus puertas, lo sabía porque lo vió cuando Teresa lo abrió.

Zero no quería verse en un estado tan lamentable como Teresa decía que se encontraba, pero ahora, sus heridas habían sanado casi por completo sin dejar ninguna marca, quería ver como lucía, se acercó al armario puso su mano en la perilla y la abrió.

Hola y mucho gusto, en multimedia les dejo una imagen de como me imaginé que se veía el traje de Zero.

Shadowmurne Where stories live. Discover now