34. ¿Y qué es lo que quieres, Luca?

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Había quedado de verlo en central park, pero no llegó, así que decidí ir a buscarlo a casa de Thomas, un buen amigo de él. La madre de Thom me dejó pasar, diciendo que todos estaban en el cuarto de Thom, al entrar la música estaba demasiado alta, olía mucho a hierva y el humo era excesivo en la habitación, sin embargo eso no fue lo que me impacto sino el ver a una morena, la cual no portaba ni blusa ni brassier, sentada a horcajadas de Aldrey mientras esté succionaba sus senos, sus amigos miraban excitados. La chica tiro su cabeza hacia atrás mientras tiraba de los cabellos de Aldrey y esté hacia movimientos bruscos haciendo que la morena saltará sobre su miembro.

No puedo ni describir la sensación de sentí en ese momento, era horrible. No llevábamos mucho tiempo justos pero realmente pensé que iba en serio, siendo sincera, en ese momento, ocupaba un compañero de vida y creí haberlo encontrado teniendo a él. No fue el caso.

Para no hacer el cuento largo, discutimos mucho, demasiado diría yo. Termino sacando a todos del cuarto de Thomas e inclusive la chica se salió sin su blusa o brasier si acaso, tan simple de cubrió con sus manos.

—¿Qué mierda Aldrey? —exclamé una vez que estuvimos completamente solos.

Suspiró con pesar, se levantó del sofá y avanzó hasta mí a la vez que se ponía su camisa de mala gana.

—Yo no sé si tú eres idiota o simplemente finges serlo —gritó. No cabía en mi sus repentinas palabras—. ¿Qué acaso no era obvio? Solo estuve contigo por tu cara de niña buena y cuerpo de teibolera.

Pestañeé estupefacta; no comprendía nada de lo que decía. 

—¿Qué me estás diciendo? —pregunté una vez que llevaba mis manos a mi frente y negaba con mi cabeza. No podía creerlo, ésto no estaba pasando.— Te lo entregué todo ¿no te das cuenta?

—¿Yo te lo pedí? no ¿verdad? —dijo con sarcasmo—. Entonces deja de lloriquear que te ves más patética de lo que ya eres. Entiéndelo, no te quise y nunca lo haré. Me das asco, y el haberme metido contigo es el error más grande que cometí en mi vida.

—Entonces ¿por qué lo hiciste? —corrí hacia él y lo golpee en el pecho con mis puños cerrados—. ¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡Eres un imbécil!

Atajó mis manos con una fuerza brutal, tomó mi mentón para que lo mirara a los ojos, ojos que solo me inyectaron odio y repulsión. Sin ni una sola señal de arrepentimiento.

—¿Por qué lo hiciste?, fui una apuesta ¿cierto? —le pregunté en un susurro, debió al nudo en mi garganta. 

Sonrió con sorna.

—Ni siquiera vales la pena para que alguien apueste por ti, pensé que el estar contigo habría mas acción, no solo toqueteo de niños pubertos. Tenía la idea de que fueras una zorra en la cama, pero veo que me equivoqué y ya me cansé de fingir —dicho eso me soltó con desprecio y dándose la media vuelta, caminó alejándose de mí—. ¡Oh!, y por si tu cerebro no lo capto, hemos terminado —dijo antes de salir por la puerta y dejarme ahí: rota y sin comprender una mierda.

Abrí los ojos y parpadeé varias veces para que los recuerdos de esa noche desaparecieran de mi mente por completo.

—Hijo de puta —dijo Luca trayéndome por completo a la realidad. Asentí—. Es un cobarde

—Si, no pudiste definir mejor —afirme, sintiéndome mejor ya que alguien me comprendía. 

Aunque parte de mi ya había sanado esa herida, en ese momento: abriéndome con Luca, sentí como Nathan me había clavado un bisturí abriendo cada una de mis heridas y escupido en ellas.

—No vale la pena siquiera que lo recuerdes; tu no vales tan poco, ni él vale tanto —manifestó en referencia a Aldrey, pero esto no era por él, sino por Nathan, siempre es por él. Me dí cuenta de que siempre que quería abrir otro camino, mi laberinto siempre me llevaba a él no importa cuando me esforzara; siempre encontraba la manera de regresar a Nathan.

Medio kilómetro de distanciaWhere stories live. Discover now