Ve a la estación del metro y espera ahí, solo serán algunos 40 min hasta que el tren llegue.

Si, respondo ya más tranquila

Y justo antes de colgar agrega – Y Elena, no vayas a comprar alguno de esos cafés azucarados que te gustan, no quiero una esposa diabética y cuelga.

Tengo el esposo más dulce, tierno, sobreprotector, asfixiante y regañón del mundo, pero aun así soy muy afortunada de tenerlo en mi vida, El y Tessa son el mejor premio que la vida me dio.

Bajo las escaleras del metro, voy sintiendo las mejillas más calientes, y la movilidad de mis manos regresa, de pronto la estación del metro me parece el sitio más reconfortante del mundo.

Me acomodo en una de las sillas verde aceituna, me pregunto si alguien, alguna vez noto que más que sillas parecen boles de ensalada, pensar en ensalada en esa hora me provoca nauseas, deben haberlo hecho adrede, vivo en la ciudad más obsesionada con la salud que existe, y miro a mi alrededor en verdad vivo en una ciudad muy rara, llevo 12 años viviendo en Bruselas y aun me siento una extranjera, nunca me he sentido en mi hogar.

Miro hacia los lados, la gente comienza a llegar ordenadamente y se colocan en las ensaladeras, cada uno sumergido en su celular, cada uno evitando mirar a los demás, ajenos a lo que sucede enfrente de ellos, me dedico unos instantes a mirarlos, uno más rubio que el otro, son una masa blanca que conviven diariamente en un espacio confinado y que aun así han logrado aislarse en su propio mundo.

Coloco mis Rodillas en mi pecho o como Tessa dice, me hago bolita y sigo mirando, los pequeños cafés alrededor de la estación, deben estar abriendo, porque la gente va llegando con cafés humeantes en sus manos, porque Dios los libre de la azúcar, pero la cafeína, esa ni siquiera la cuestionan, en fin cada país y sus adicciones.

Extraño México, sus estaciones de metro desordenadas y congestionadas, extraño la manera en que aun la gente mira a la demás gente, aunque sea solo para criticarla, te hace sentir vivo, los olores a fritanga recién hecha y la manera en que la gente aun sonríe cuando se topa otros ojos de frente.

Ash, ya me puse melancólica, es difícil ser la diferente, aun después de 12 años extraño hablar español, no puedo evitarlo y una lágrima recorre mi mejilla, ahora si me he fregado yo misma, melancólica y con dolor de cabeza. Inconscientemente me vuelo a abrazar, ojala existiera la tele transportación o mejor aún los viajes en el tiempo, así en este momento volvería a la casa de mi abuela a esperar que me diera chocolate caliente (con muchísima azúcar) para despertar.

12 años sin haber pisado nuevamente mi país, debería haber vuelto pero dolía demasiado volver, además cada vez que lo planeaba algo surgía, algún congreso, varicela de Tessa, gripe, etc. Igual y era el destino que me decía que no debía volver.

Sé que Michel no quiere que coma chocolate, pero qué Diablos en verdad lo necesito, así que me paro y me dirijo a la máquina de golosinas que está en el andén, esa máquina uno de los pocos tesoros que aún se conservan, aunque poco a poco existe menos chocolate y más agua natural y sándwiches vegetarianos ridículamente pequeños.

En fin estoy mirando a mi victima a través del vidrio, un chocolate de menos de un euro, justo apto para mi presupuesto en ese momento, en eso estoy embebida en mi pecado capital de gula, cuando siento algo a mis espaldas, como un escalofrió que recorre mi medula espinal, esa presencia me es familiar, no quiero voltear , se de quien se trata, se quién es la única persona que es capaz de que los vellos de mi brazo se ericen aun sin mirarla, no emito ruido, no puedo moverme, los músculos de mi cuerpo están congelados, no quiero y no puedo voltear.

Su olor llega a mí, La lavanda invade mi nariz y poco a poco, La respiración se entre corta y las piernas están a punto de romperse, me duele el pecho y la visión se hace borrosa, sé que estoy teniendo un ataque de pánico, trato de respirar pero cada vez es más difícil, no puedo perder la conciencia, ahora no.

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⏰ Last updated: Jun 14, 2017 ⏰

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No puedo evitar cerrar los ojosWhere stories live. Discover now