Capítulo 30: Especial (1/2)

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- Avanza rápido, Kookie.

- ¿Avanzar qué? – Sus ojos siguieron colocados sobre su boca.

- El auto, están tocando mucho la bocina.

Frunció el entrecejo y le echó un ojo al espejo retrovisor, de pronto dándose cuenta de que todos esos insistentes sonidos de claxon iban dirigidos hacia él. Los tipos estaban ardiendo y sacudiendo su mano, lanzándole de insultos y miradas furiosas.

- Mierda – soltó, cocando el auto en marcha de golpe y escabulléndose por el otro canal - Idiotas, ¿no pueden esperarnos un momento?

Escuchó su risa y encendió la radio, notando cómo Taehyung recargaba todo su peso sobre su brazo, envolviéndolo. Si seguía así, posiblemente se estrellaría, pero tampoco le importaba. No le importaba nada en ese momento; podían estar hincándole con una flecha ardiente o tirando de una cuerda alrededor de su cuello y tampoco le importaría.

- ¿Falta mucho para llegar?

- Poco – Deslizó su mano en menos de cinco segundos sobre su muslo derecho y se lo apretó con ganas - Deja de estar tan ansioso que me pegas tus ansias.

Aceleró la velocidad del automóvil y apenas llegó hacia la otra carretera, curveó hacia la izquierda, deteniéndose en medio del arenoso camino. Las enormes olas del mar se erguían frente sus ojos, al igual que toda la línea de negocios con letreros luminosos y llameantes. Taehyung paseó sus ojos por su alrededor y descendió rápidamente del vehículo, siendo sacudido por el viento del casi anochecer y la emoción del momento. Los perdidos rayos de luz de lo que fue el atardecer se perdían entre las rocas y las suaves ondulaciones del mar, mientras que las estrellas empezaban a aparecer y proyectarse sobre ellos; sus luces dilatándose poco a poco a través del cielo.

- Wow, es maravilloso.

- No es la gran cosa, solo arena y agua. Esta no es una de las playas más grandes, pero en verano se pone mejor. Solía venir acá algunas veces cuando estaba cansado y pensé que sería buena idea traerte.

- Es fantástico, me gusta mucho, demasiado.

- Bien, pero primero vamos a jugar una partida de billar, porque creo que tomará unas nueve horas más para que al sol se le antoje ponerse.

Todo parecía un sueño, un sueño del que no quería despertar. Sin retenerse más, saltó sobre sus talones y se pegó a su pecho con poderío, estampando su cabeza sobre su corazón, incapaz de poderse resistir más a esa dosis de sentimientos que lo embargaban. El cielo azul, las olas del mar, las caricias de la aterciopelada brisa, la fragancia marina, el encantador e indescriptible color del atardecer, el sonido del agua chocando contra las rocas, el chirriante zumbido de los insectos y el tintineante sonido de su corazón contra su oído. Nunca habría nada como eso; eso superaba todos sus límites y le hacía temblar de alegría y emoción. Era más que solo un día especial. Hace un mes atrás había estado en el campo, viviendo cada día como cualquier otro y ahora se encontraba ahí, junto a él, junto a Jungkook. Jungkook, su ángel, su primer y único amor, el único capaz de hacer reír hasta a su alma, el que le había mostrado lo que era el amor y la felicidad.

Su Jungkook.

Se presionó más contra su pecho y suspiró, cerrando los ojos.

- Nunca he jugado billar antes, pero si tú me enseñas, aprenderé rápido.

- Cuenta con eso – Jungkook cercó su cintura y sus ojos se volvieron a rozar; su aliento suave y tibio acariciándole el rostro, mientras su estómago hacía movimientos centrífugos y se prendía en llamas – Ya, anda, vamos.

Tiró de su brazo con una sonrisa satisfecha y un travieso toque de brusquedad, subiendo los peldaños de cemento en camino a uno de los locales cercanos.

- Es muy fácil. Solo tienes que darle al centro. Sostienes el taco con no tanta fuerza y le clavas a los dos triángulos que verás así sin más y repites eso hasta darle al blanco – dijo, entrando al local y elevando las cejas ante la mirada del dueño, que lo reconoció enseguida - Vamos por unas bebidas y empezamos.

Se fijó en que había unas cuantas personas y se movió a pasos rápidos entre ellas hasta el otro extremo, todavía sosteniendo el brazo del más joven con firmeza y abriendo uno de los tres enormes congeladores para sacar dos latas de cerveza de su interior.

- Jungkook, gracias por todo, es el mejor día de mi vida – lo escuchó decir en un emocionado susurro, que apenas sobresalió entre todas las voces y risas.

- Ni siquiera ha comenzado, ¿cómo va a ser el mejor día?

- Es que todo esto es muy bonito y no puedo sentirme más feliz. Eres el mejor novio...

- No soy el mejor, tonto, soy el único. Dijiste que no había habido nadie antes, porque no ha habido nadie, ¿verdad?

Taehyung sacudió la cabeza y se quebró en risas, pegándose más a su lado. Las latas de alcohol quemaron contra sus dedos debido a lo congeladas que estaban y maldijo.

- Entonces eres el mejor y el único.

- Eso me gusta más – replicó en tono juguetón, mordiéndose la esquina del labio superior.

Lo contempló reír de esa forma tan suya y sus ojos se perdieron en sus ojos, su nariz, su boca, la línea de su mandíbula, la curva de su cuello, sus pómulos resaltados, sus mejillas coloreadas, sus clavículas marcadas, su abrigo tejido de figuras de colores, sus shorts azules, su piel de porcelana, sus piernas densas y atractivas, sus labios blandos y dulces... Sus labios blandos y dulces. Sin pensárselo más, delante de toda la desconocida multitud, lo atrajo hacia sí con necesidad y apetito y lo besó, acaparando toda su boca, fundiéndose en su sabor, mordiendo sus labios con delicadeza, mezclando su saliva, enrollando su lengua con la suya de forma deliciosa, robándole cientos de suspiros, separándose solo para recuperar el aire.

- Te amo, Jungkook - susurró entre risas y más suspiros contra su boca.

Y por un momento todo en él cambió. Por un momento era libre; por un momento no existía ningún conflicto; por un momento volvió a ser el muchacho de hace muchos años; por un momento todas sus heridas habían sido saturadas; por un momento no había más dolor ni odio; por un momento tuvo el impulso de salir corriendo y reír todo lo que había llorado en el pasado; por un momento quiso gritarle al mundo que estaba vivo, que había vuelto a la vida y que no había ningún maldito problema que lo enterrase de nuevo.

Por un momento, por un momento.... por un momento que duró hasta que levantó la vista y los vio. Vio esos ojos penetrantes, esa lengua chasqueándose y esos labios rojos torcidos a los que no había olvidado. Y mientras su mente y su cuerpo entraban en un colapso, las imágenes comenzaron a dispararse por su mente a toda velocidad: él entregándole rosas, ella riéndose sobre el sofá; él tocándole la guitarra, ella cerrándole la puerta en la cara; él viviendo cada uno de sus días como un verdadero idiota y ella burlándose a sus anchas. Ella, la que ahora estaba bebiéndose una cerveza y lo miraba con los ojos alarmados y el cuerpo tenso, todavía chasqueando esa maldita lengua con la que hace muchos años le había escupido en la cara, carcajeándose sin remordimiento.

La persona que le había hecho mierda la vida y a la que juró matar si la volviese a ver; ella.

Inocencia Pasional. «KookV»Where stories live. Discover now