Sabía que a partir de mañana mi vida cambiaría para siempre. Mis padres habían arreglado mi compromiso, mucho antes de que sucediera el trágico accidente.
Hoy era el último día de prueba, el vestido me quedaba perfecto, los pequeños detalles con brillo le daban un toque especial y delicado. Realmente amo este vestido, es una lastima no poder tener ese mismo sentimiento con mi futuro marido.
Charley era un chico inteligente, adinerado, buen mozo, pero no era alguien con quien yo quería pasar el resto de mi vida.
Cada vez que trataba de imaginarme una vida junto a el, solo se me ocurría que iba a estar todo el día encerrada en la mansión, seria como Rapunzel, pero yo no esperaria que un príncipe me rescate, tendría que librarme de Charley por mi cuenta.
A pesar ya de mis varios intentos de arruinar esta boda, él no se daba por vencido, mis ideas se estaban agotando al igual que el tiempo.
Los dias pasaron y lo intente todo, trate de huir, me comporte como una adolescente toda la semana, fingi ser la mujer más controladora del mundo, pero nada sirvió. A solo horas de mi casamiento, vi la respuesta ante mis ojos, todo lo que necesitaba era un amante, Charley soporta cualquier cosa menos que lo traicionen.
Lucas era el chico perfecto para engañar a mi futuro marido, aparte el me conocía de pequeña, prácticamente crecimos juntos, sus padres eran nuestros empleados, aunque parecían ser parte de la familia. El único problema de mi plan seria que él no aceptaría hacer tal cosa como engañar a alguien.
Faltaba una hora para que yo haga la gran entrada hasta el altar. Había hablado con Lucas, pero como era de esperarse él se negó a ayudarme de esa manera, si bien me dijo que no aceptaba demasiado este casamiento, no creía que la forma de evitarlo era la que tenia en mente.
Cuando al fin se abrieron las puertas de la iglesia comencé a llorar, el hecho que mis padres no estaban allí y que Charley no era a quien yo amaba realmente ocasionaron esas lagrimas, pero pude disimular toda la tristeza poniendo una gran sonrisa en mi rostro. Mi futuro marido estaba esperándome al final del pasillo, parecía un príncipe, pero claro, el no es el tipo de príncipe como en los cuentos de hadas.
Mientras caminaba asía mi estúpido destino, pensaba en las miles de veces que soñaba ese momento.
Mi padre llevándome al altar agarrada de su brazo, mi madre mirándome fijamente desde las primeros asientos, y luego mi futuro esposo, alguien de quien estuve enamorada verdaderamente, alguien que todavía definitivamente no había conocido...
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Con solo 20 años estaba metida en esta situación, ni siquiera sé qué hacer con mi vida y tengo que aceptar vivir el resto de mi vida al lado de una persona que ni siquiera me conoce
