Oculto dolor.

Prefacio.

Me mantengo como una espectadora de su vida, nunca ha sido ajena de que yo estoy aquí, siempre me hizo caso en el pasado, espero que ahora vuelva a ser como antes, espero que ahora que la traición se ha hecho presente por parte de la persona que más quería, me vuelva a hacer caso. Sé que es imposible, sé que será complicado, sé que no soy quien, para juzgarla, ya que cuando fue mi turno, cuando viví mi vida fui mucho peor que las dos juntas.

Leonora apareció en la vida de Ela cuando ella tenía doce años, pero esto no empieza ahí, esto empieza mucho antes, a lo que Ela llama su condena... es gracioso como ella misma llama su vida su condena, cuando mi condena fue mi propia muerte, "niña tonta" siempre he pensado, ella tiene la libertad aun de vivir su vida, yo estoy atrapada sin poder decir nada, sonriendo cuando ella ya no puede más, abrazándola en las noches que más triste se siente, cuidando de ella cuando está enferma y no le dice a nadie que lo está, he visto las lágrimas correr por sus mejillas, he visto sonrisas falsas dibujadas en sus labios.

Leonora nunca podrá ver eso, porque a ella le gusta el dolor, la tristeza que invade el cuerpo. Leonora es como ese gato negro que Ela sueña en los días de abril cuando su cumpleaños se aproxima, Leonora es ese gato negro que provoca que caiga por el precipicio, me da rabia saberlo, me da rabia pensar que tanto Leonora lastimo a Ela en mi ausencia.

Pero, en fin, creo que es momento de comenzar y no más rodeos desde aquí.

Si hablamos de un nacimiento como tal, no podría decir que nací en fechas cercanas a ella, la primera vez que vi la luz fue un diecinueve de marzo, cuando ella ya tenía cinco años, no había ningún pecado entorno a ella, no había más que una sonrisa en su rostro, pero yo sabía que había algo más, entonces quise saberlo...

Ela nació un veintidós de abril, hubo complicaciones en su nacimiento, en realidad casi ni nace, cuando se le rompió la fuente su madre fue a la clínica del gobierno en la que le correspondía ser tratada, pero la remitieron a otra clínica; con la preocupación el abuelo de Ela y el padre de Ela llevaron a su madre a una clínica particular. Cuando estaban atendiendo a la madre de Ela le informaron que la bebé se había enredado en el cordón umbilical, por lo cual le tuvieron que practicar una cesaría.

Cuando los doctores estaban por comenzar la luz se fue en la clínica, pero, aun así, a pesar de eso Ela nació, su padre la cargo cuando tuvo oportunidad o eso quise pensar la primera vez que escuché la historia, en realidad la primera en recibir a Ela en sus brazos fue su abuela.

De ese día no se más, hasta el diez de mayo, el primer día de las madres para la madre de Ela, la fecha en la cual el padre de Ela se fue, despareció por semanas, nadie sabía en donde estaba, lo buscaron incluso en la morgue... hubiera sido mejor que hubiera quedado ahí. Semanas después se enteraron que se había ido de ilegal a los estados unidos, entonces como cualquier familia espera, pensaron que se había ido para buscar un empleo para darle a su mujer y a su hija una mejor vida.

La vida siguió, la mamá de Ela de alguna manera supero su depresión, la depresión de que el hombre que quería la había dejado, aún era joven, se veía en su sonrisa, una joven criando a su pequeña hija con la ayuda de sus padres, rodeada del cariño de su hermana menor que dos años después también tendría su propio hijo, su propia responsabilidad y en cambio ella si contaría con el apoyo del padre del niño.

CUANDO Ela cumplió tres años su padre volvió, diciendo que no se iría, todos fueron tontos al creer que no lo haría ¿Qué hombre regresa tres años después a recuperar a su familia? Él ya sabía cómo irse a Estados Unidos, él había comprobado que no le pasaría nada si se iban. Entonces le propuso a la madre de Ela que se fuera con él, por miedo, angustiada del futuro de su hija la madre de Ela se negó y entonces él se fue de nuevo, dejando a Ela bajo el cuidado de sus abuelos, ya que al parecer su hija nunca le importo en realidad.