Prólogo

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Escuchaba como golpeaban todo a su paso

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Escuchaba como golpeaban todo a su paso. Ventanas, puertas y muebles retumbar por todo lo que quedaba de nuestra casa. Venían en busca de nosotros.

Ya no importaba cuánto nuestros padres se esforzaron por escondernos, ellos finalmente nos habían encontrado.

Rob sabía que esto sucedería y se había preparado para ello. Me había preparado a mi también.

Ambos sabíamos que una vez que nos encontraran no habría forma de escapar. Debíamos luchar una vez estuviéramos dentro del domo, pero no aún.

Un fuerte golpe derribó la puerta de la habitación de Rob. Estábamos los dos sentados en la cama, con nuestras manos unidas y nuestros cuerpos tensos esperando el encuentro.

Tres hombres vestidos completamente con uniformes de combate negros con protección para pechos y extremidades y equipo completo de SWAT, pero no estaban ni cerca de ser policías. Todos con sus rostros cubiertos, así mismo como todo su cuerpo y dejando solamente sus ojos a la vista. dos de ellos llevaban una M4 y otro con una metralleta uzi, todos apuntando directamente a nosotros.

Eran aterradores.

Me enfoque en sus miradas. Estaban completamente vacías, como si tan sólo se tratasen de cuerpos manejados desde el exterior. No había vida en ellos.

Un hombre, un poco más bajo que los tipos que acababan de entrar, se reabrió paso entre ellos hasta que estuvo frente a nosotros, dejando ver en su cinturilla una Glock 40 lista para disparar.

- Hermanos Mayer - dijo el hombre mientras su mirada recorría todo nuestro cuerpo. Nos estaba inspeccionando y decidiendo si seríamos aptos para la vida que tendríamos. Mis ojos volvieron a los tres intimidantes hombres de pie en la puerta, cada uno sosteniendo su arma militar listos para ejecutar un disparo en caso de oponer resistencia - Tenemos excelentes referencias de ustedes. Un boxeador y una promesa de fútbol. Tienen un estado físico prolijo y una dieta acorde. Sus músculos parecen bastante trabajados y por lo que puedo observar, no se negarán a venir con nosotros.

Hizo un extraño gesto con una de sus manos, que no dejaba de temblar aún cuando su cuerpo se encontraba inmóvil frente a nosotros, y salió del cuarto. Uno de los hombres, el que parecía ser el más robusto de ellos y que llevaba la metralleta, se dirigió hasta Rob y tomándolo de un brazo lo sacó del lugar. Rob no se opuso, sabíamos que pesar de que durante el camino nos separarían, luego nos volveríamos a reunir en el domo. Ese sería nuestro punto de encuentro.

El otro sujeto salió tras de él asegurándose que mi hermano mayor no causaría problemas, momento en el cual el tercer sujeto me tomó fuertemente del brazo empujándome hacia afuera de la habitación. A pesar de que luché con mis ganas de protestar y soltar el fuerte agarre, permanecí en silencio siguiendo cada indicación que nos daban.

Nos subieron a cada uno a un camión militar totalmente blindado. Rob iba en el primero con los dos hombres y yo junto al tercer sujeto. Este no sería un camino agradable ni corto. El domo se encontraba por lo menos a unas 4 horas de distancia.

Quería temblar, gritar y llorar. Me estaban arrebatando la poca vida que me quedaba para llevarme al domo, como los dueños de la oscuridad habían ordenado. Mis padres serían muertos y desaparecidos en tan sólo un par de horas, con Rob deberíamos luchar cada día con tal de mantenernos con vida y no podíamos hacer nada para evitarlo. No por ahora.

Mis ojos inspeccionaron cada rincón del vehículo en el que avanzábamos. Era completamente negro por dentro, sin nada que no perteneciera a él. Estaba completamente frío y sin vida, al igual que los ojos del tipo a mi lado.

Una vez más dirigí mis ojos al tipo que ya no me sostenía el brazo. La mirada gris la tenía perdida al frente, el rostro completamente inexpresivo y la postura lista para una batalla. Estaba perfectamente entrenado.

De un movimiento sorpresivo, su mirada quedó fijada en la mía, esta vez él era quien inspeccionaba mis ojos, buscando una señal de algo.

- Tu nombre - ordenó con una voz profunda y rasposa que rebotó por cada espacio vacío del gran camión en el que íbamos.

- Enit - susurré. No por miedo, había tenido el tiempo suficiente para prepararme y perder cada pizca de temor - Enit Mayer

Repetí con más firmeza una vez hubiera aclarado mi garganta y llenarme de fiereza en mi voz para volver a hablar. Ya no le podía temer a nada. No me iba a matar si un dueño no se lo ordenaba. A estas alturas la muerte no era lo peor que podía suceder.

- El tuyo -ordene con la misma firmeza que él hizo conmigo. Una media sonrisa se dibujó en su rostro, media sonrisa que desapareció en el mismo instante.

- Levi

- ¿Tan sólo Levi?

- Leviatán, como el peor de los demonios del infierno.

LeviatánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora