¡Salvando la Navidad!

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— Burbuja salió al pasillo y gritó — ¡Bombón, problemas en el centro comercial!

— Id vosotras, en un rato os alcanzo — respondió la ojirrosa desde la cocina.

Bellota y Burbuja salieron volando por la ventana, dejando estelas de sus respectivos colores desde su casa hasta la ciudad.

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En el centro comercial, concretamente en la planta donde habían puesto una casa de caramelo y un sillón para que los niños pudieran hacerse fotos y hablar con Santa Claus, ahora reinaba el caos ocasionado por los Rowdyruff boys. Después de romper algunos escaparates y llevarse sin pagar, entre otras cosas, unas hamburguesas y varios pares de zapatillas deportivas que les habían gustado, los chicos habían llegado a la zona más navideña del lugar y la cosa se había descontrolado.

Los niños corrían y lloraban mientras el rowdy verde devoraba la casita de caramelo, el rojo abría los regalos que había debajo del enorme árbol de Navidad y el azul tiraba con saña de la barba postiza del hombre que se había disfrazado para saludar a los niños.

— ¡Tú no eres Santa Claus, eres un fraude! — el rubio tiró la barba falsa al suelo y la quemó con sus rayos láser. La peluca ardió de inmediato y las llamas se extendieron también por la alfombra roja.

La gente corría en todas las direcciones para ponerse a salvo, aunque los chicos no eran tan peligrosos como antaño, nadie se fiaba de ellos y seguían teniéndoles miedo.

De pronto el fuego que amenazaba con expandirse por todo el lugar fue apagado por un chorro de espuma que alcanzó también a Boomer, dejándole todo cubierto de blanco.

— Qué muñeco de nieve más adorable — dijo Burbuja y sopló la boquilla del extintor, igual que los vaqueros del salvaje oeste soplaban el humo que salía de sus pistolas después de disparar.

— Migad quién ha llegago, las jupertontas — habló Butch con la boca llena.

— En vez de hablar tanto límpiate, que tienes la cara llena de chocolate — replicó la morena.

Mientras Butch se preparaba para pelear y Boomer se frotaba la cara para sacarse la espuma, Brick examinó todo el lugar con la mirada en busca de su contraparte.

— ¿Y vuestro espíritu navideño? Debería daros vergüenza amargarle así las fiestas a esta pobre gente — los regañó la rubia.

— Todo esto es un timo, este tipo no es Santa Claus. ¡Hemos hecho justicia! — Boomer seguía furioso. Él solo quería entregarle su carta a Santa para no quedarse sin el regalo que quería otro año más, pero ahora se sentía decepcionado, engañado y quería romper cosas para desahogarse.

— Claro que es un timo, Boomer, no seas bobo. Todo el mundo sabe que Santa Claus no existe — afirmó Butch como aquello fuera la cosa más evidente del mundo. Burbuja y Bellota se miraron entre sí por un momento y negaron con la cabeza.

— Te equivocas, nosotras le conocimos hace años.

— ¡Mentira! ¡¿Si existe por qué nunca nos ha traído regalos?! — estalló Brick. — Los regalos que recibimos siempre son de la señorita Keane, de Mojo y de Ése. Ese tal Santa Claus nunca se ha dignado a pasar por nuestra casa, ni siquiera para dejarnos carbón.

— ¿No será porque estáis en su lista de niños malos? — la voz de Bombón, cuando Brick ya pensaba que no iba a aparecer.

— Para tu información llevamos tiempo intentando portarnos mejor, conteniendo nuestra furia, y aún así no recibimos recompensa.

Salvando la Navidad - PPG y RRBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora