Capítulo 16

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RUBIUS P.O.V

- ¡____ espera! – grité pero no contestó.

¿Qué quería decir con mi novio? ¿Qué novio? Estaba confuso.

Agarré mi vaso y le di un sorbo a la cerveza.

“¿Y entonces por qué no has acompañado a tu novio?”

- ¡JODER! – pensé en alto, más bien gritando al no poder olvidar aquellas palabras. Apreté fuerte el vaso hasta que oí un crujido. Abrí lentamente mi puño, estaba sangrando por culpa de unos cuantos cristales que se clavaron en la palma de mi mano. Esta temblaba, de mi boca salió un gemido de dolor.

Mientras mi mano izquierda agarraba la derecha salí de aquel bar camino a Urgencias.

TU P.O.V

- ¡____ no puedeh salih con Aleh! – me dijo Mangel.

- ¿Por qué no?

- Eh… Porque… Porque… ¡PORQUÉ TE LO DIGO YO! – no hice caso al comentario de mi amigo.

- ____, enserio, por favoh no le digah que sí.

- Mangel yo le quiero…

- ¿Tanto como a Rubiuh? – me preguntó sarcástico.

- Co… como sabes que… - no me dejó terminar.                                                

- ¡Solo contesta! – no entendía porque Mangel se ponía así.

- ¡No! – empecé a llorar otra vez. – ¡Pero él ya es feliz junto a Vegetta!

- ¿¡Cómo!?¡Vegetta y Rubiuh no ehtán saliendo!

- Lo he visto con mis propios ojos Mangel. – mi hermano se acercó a mí y me abrazó para que me calmara.

- Lo vamoh a comprobah.

Cogió su móvil dispuesto a llamarlo, para preguntarle todo.

- ¡Mangel no lo hagas! – pero este no hizo caso.

Se puso a hablar con él pero no hablaban del beso. Poco después, el granadino abrió mucho los ojos, colgó rápidamente y dispuesto a irse corriendo por la puerta, lo detuve.

- ¿Qué pasa?

- ¡Rubiuh ehta en Urgencias!

- ¡¿Qué le pasa?! – le preguntamos su novio y yo a la vez.

- No lo sé todavía. – dicho esto mi hermano lo siguió escaleras abajo.

- ¿Tú no vienes enana?

- Dejaría tirado a Alex.

Mi hermano se acercó a la barandilla de las escaleras y miró para abajo.

- ¡Mangel, luego vamos! – dijo gritando para que le oyera.

Él solamente asintió y salió por la puerta.

- Gracias. – dije limpiándome las pocas lágrimas que quedaban.

- De nada enana, tranquilízate, Mangel no quería ponerse así. – asentí con la cabeza y entramos a casa.

En ese momento el timbre sonó, mi hermano me miró fijamente a los ojos y yo mire para abajo.

- Y ahora ¿qué hago?

Se encogió de hombros con una pequeña sonrisilla.

- Lo que tú creas mejor.

- Todos dicen lo mismo. – dije en bajo mientras el timbre volvía a sonar. - ¡Corre metete al baño! – le dije empujándole.

Criaturita de ojos castaños (Elrubius y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora