La imaginación.

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Recordé lo que sentí al darme cuenta que estaba sola e innegablemente vacía.
Mi plan cada día era seguir una rutina y esperar hasta que el sol se escondiera para descansar y permitir liberar a la única parte de mí que aún sentía algo: mi imaginación.
Todos dicen que para que una persona sea capaz de vivir  debemos poseer un corazón sano y oxígeno disponible, no podría decir lo contrario pues es un hecho, pero además de esos dos indispensables componentes creo que deberíamos darle crédito a nuestra imaginación, pues en esta tenemos la libertad de ser quién queramos y de la manera que queramos; podemos crear una historia fríamente calculada, con detalles seleccionados previamente y luego de estos pasos la dejamos fluir y así pintar un cuadro hermoso, triste, atemorizante, entre otros. Podemos crear el mundo que deseemos con nuestros detalles preferidos, ¡por amor de Dios que más podemos pedir!

Le doy tanta importancia a mi imaginación porque fue lo único que me permitió ver las cosas desde una diferente perspectiva y así logré escapar del tremendo abismo en el que me encontraba, me salvó del pozo profundo en el que me ahogaba y me curó las heridas que tanto me agobiaban.

En nuestra imaginación no hay límites, y creo que lo que permite a un ser humano llegar lejos es esta misma, así que ¡hagamos un brindis por nuestra imaginación!, celebrémosla y amémosla desde las uñas de los pies hasta las puntas de nuestro cabello porque ella nos hace grandes y felices.

Letras para el almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora