Capítulo 2

1.9K 198 563
                                    

¿Daddy? ¿De qué está hablando?

—¿Te comió la lengua el ratón?—dijo con una sonrisa. Yo no respondí—Contesta —su sonrisa desapareció, dándole un aspecto serio y molesto.

—No.

—¿No qué?

—No ¿señor? —siempre que me dicen eso, es porque olvido el "señor", pero este no parece el caso.

—Tienes que decir "No, daddy" ¿acaso eres sordo?

—No.

El tal Paul llevó una mano a su frente, en señal de frustración. Qué divertido.

—A ver, empecemos de nuevo. Tienes que responder "sí, daddy" o "no, daddy" ¿entendido?

—Sí.

Paul tiene un tic en el ojo, qué fácil es hacer que pierda la paciencia.

—Bien, parece que eres algo corto de mente, o lo haces a propósito. Te voy a explicar las reglas, presta atención.

Lo miré atentamente mientras desenrrollaba un pergamino. ¿Pergamino? ¿En el siglo XXI?

—Regla número uno: sólo podrás hablar cuando daddy, o sea yo, te lo permita. Caso contrario, serás castigado.

—¿Castigado? ¿Me mandarás al rincón a pensar en lo que hice?

—Te dejaré pasar esta vez. Ahora cállate y escucha —carraspeó—Regla número dos: usarás la ropa que yo te diga que uses y cuándo te diga que la uses; caso contrario, serás castigado. Regla número tres: no te tocarás sin mi permiso; caso contrario, serás castigado. Regla número cuatro: no importa la hora del día ni la situación, si te llamo acudirás a mí inmediatamente; caso contrario...

—Seré castigado, ya entendí.

—¿Qué parte de la regla uno no has entendido?

—Lo siento.

—Bien. Regla número cinco: no saldrás de la casa bajo ninguna circunstancia; caso contrario, serás castigado. Regla número seis: no puedes llamar a tu casa ni a la policía; caso contrario serás castigado. Regla número siete: no puedes hablar con la servidumbre; caso contrario, serás castigado. Regla número ocho: puedes disponer del cuarto de juegos, la biblioteca, Internet y el gimnasio desde las ocho de la mañana hasta las ocho de la noche, a menos que disponga de ti. Regla número nueve: no te cortarás, fumarás ni llenarás tu organismo de otros estupefacientes tales como alcohol o drogas.

¿Qué es esto? ¿Los diez mandamientos?

—Y la última regla, la número diez: lo que yo digo, se cumple, a menos que afecte tu salud y/o posterior rendimiento. Tú sabrás cuándo sea demasiado y yo respetaré eso. ¿Alguna pregunta?

—¿Por qué estoy aquí?

—Es una pregunta fácil y difícil de contestar a la vez. Mi trabajo es rastrear chicos como tú, que ocultan quien realmente son, y dejarlos ser ellos mismos. Aquí eres libre, John.

—Yo no oculto nada.

Paul rió, comienzo a asustarme ¿qué le pasa a este tipo?

—¿Seguro? Stuart no dice lo mismo.

Stuart, tiempo sin oír su nombre. Nunca sabré qué pasó con él.

—Si te lo preguntas, él está bien. Fui su daddy durante dos años, luego me aburrí y lo vendí a un amigo mío. Pero antes de eso, le pregunté si conocía a alguien que pudiera tomar su lugar ¿y adivina qué dijo?

—No...No puede ser. Él no haría eso.

—Claro que lo hizo, tu mejor amigo te trajo aquí ¿qué opinas de eso? ¿qué se siente ser traicionado de esa forma?

Yo no contesté, me cuesta asimilar todo esto. Después de lo que pasó entre nosotros ¿cómo se atreve a hacerme esto? ¡Es inaudito!

—Oh, no pongas esa cara, el chico sólo quería salvar su pellejo. Dijo que eres bastante bueno en la cama.

—Sigues sin decirme por qué estoy aquí —cambié de tema, ya no quiero hablar de esto.

—No puedo creer que aún no lo entiendas, John —dijo con una sonrisa.—Tú serás mi juguete sexual a partir de ahora ¿no es fabuloso?

—¡¿Qué!?

—¡Así es!

—Estás loco, me voy de aquí —intenté levantarme, pero Paul lo impidió acostándome y poniéndose sobre mí —¡Suéltame, idiota!

Paul chasqueó la lengua reiteradas veces como forma de reprobación.

—Eres muy mal hablado, Johnny. Tal vez deba darte una lección.

Su voz es aterciopelada y demasiado sensual ¡pero lo odio! ¡Me secuestró y quiere que sea su juguete sexual! Cuerpo, no me falles ahora, por favor.

Paul comenzó a besar mi cuello, causándome escalofríos y cosquillas. Sus manos bajaron desde mis hombros hasta mi cintura y sentí mi corazón acelerarse.

—Pareces nervioso.

—No estoy nervioso.

—Detesto las mentiras, John.

—No estoy mintiendo.

—¿Entonces por qué parece que tu corazón va a salirse de tu pecho en cualquier momento?

—No...No lo sé.

Paul resopló.

—No es tan difícil, imagina que soy Stuart, sólo que más guapo.

—¡Deja de decir locuras! ¡Nunca me acosté con Stuart!

—Él no dice lo mismo, y dio demasiados detalles que no pudo haber inventado.

Mierda.

—Vamos ¿qué te avergüenza? Es normal querer experimentar a tu edad, tienes unos quince, dieciséis...

—Tengo dieciocho, gracias.

—Pues con tu actitud infantil parece que tienes cinco años.

—¿Es infantil no querer que me violes?

Paul iba a decir algo, pero un ruido peculiar lo interrumpió.

—¿Esos son patos? —pregunté a punto de soltar una carcajada.

—Cállate, es mi tono de mensajes —salió de encima mío y sacó el celular de su bolsillo. Tecleó un par de cosas y bufó —Tengo que irme, te salvaste por ahora.

Y de un momento a otro salió del cuarto, dejándome aún esposado en esa inmensa habitación color blanco.

----

No tarde tanto ¿o si? :'v

PD: No puedo leer mi propio capítulo, me odio ;-;

Daddy's Boy [McLennon] #BeatleYaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora