Dominó

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Al día siguiente en la mañana del 5 de marzo mientras estaba cuidando y contemplando mis plantas, Elizabeth entro a mi invernadero muy feliz y dando vueltas alrededor, luego salto a mis brazos donde me tomo de sorpresa y casi pierdo el equilibrio.

-      -  Nos invitaron a una fiesta Eduar – dijo ella radiante

 La mire con curiosidad, vi en su mano una tarjeta de invitación, saque los lentes del bolsillo de mi camisa y me los puse para poder leer el contenido.

Era una invitación cordial a la fiesta del gobernador Rafaelo Cataldo, donde se invitaba a los ciudadanos a una reunión muy agradable en su mansión.

Aquello me pareció muy interesante y un medio importante para conocer a la gente de la ciudad con más detalle, también llevábamos muy poco tiempo en la ciudad así que no era mala idea.

-      -  ¿Iremos verdad Eduar?

-       Si, para eso necesitamos ropa elegante y nombres nuevos. Señorita Georgette Prinston – le sonreí

-      -  Un placer asistir con usted señor Adams Prinston

Ella hiso una reverencia y se fue radiantemente igual como vino.

Me fui a lavarme porque estaba con tierra y sudado, al estar en el lavabo mojándome el rostro, me mire al espejo donde me percate que todo alrededor estaba lleno de sangre, lo cual me bloqueo por un instante, para luego desesperado volver a sumergir mi rostro con el agua del caño.

Las ilusiones eran normales en mí, así como las pesadillas diarias, estaba acostumbrada al reflejo de la muerte soplándome la nuca.

Retome mi cordura y Salí rápido con la toalla en la cabeza y con pensamientos macabros rodeándome.

Salí con Elizabeth y nos fuimos a comprar ropa, era algo que no me importaba ni me gustaba, pero era como ir a comprar dulces para ella, cosa que con el tiempo vi entretenido verla andar de aquí para allá regateando precios y mirando estante por estante, era como mantener mi mente libre y centrada.

Ella escogía también mi ropa, ya que me decía que tenía gustos muy anticuados y reservistas, lo cual me parecía de un caballero, y a ella de un abuelo, pero su buen tino para la ropa hacia q mi presencia llamara la atención, cosa que no me agradaba ya que siempre tenía que tener el perfil bajo.

Mis crímenes eran difíciles de solucionar, ya que andaba con muchas identidades y con varias transformaciones en mi persona, llegando a ser de todo y a la vez nada en mi vida.

Mis ideales pirómanos, fueron los q borraron huellas y mis huidas rápidas me mantenían a salvo, pero con Elizabeth los crímenes se volvieron más elaborados, ya que ella no era tan impulsiva como yo, tomando cierto grado de respeto para mí.

Elizabeth se había vuelto muy hermosa y su presencia siempre llamaba la atención y más cuando modelaba con los vestidos.

Hasta que la vi aparecer con un vestido blanco que encajaba perfectamente con mi pasado, sentí una repulsión y miedo a la vez que salí de la tienda con el sudor frio en todo mi cuerpo, me dirigí Al callejón  y vomite el recuerdo de mis entrañas.

-     - Eduar – Salió Elizabeth como un ángel para los demás, pero como un engendro para mí.

-       - Lárgate – Le mire con mis ojos rojos y ardientes

Ella se puso roja de ira, se dio media vuelta para irse pero la agarre del brazo.

-      - Quítate ese vestido, nunca más quiero volver a verte con él

Ella no dijo nada,  solo se quedó mirándome mientras comenzaba a rasgar el vestido a plena vista mía, la vi mantener su mirada como si al desgarrar el vestido me desgarrara a mí.

Luego entro a la tienda, dejo el dinero y con el vestido roto desapareció, mientras yo sentía las ansias de degollarla.

Busque mantener la compostura y caminar normal por las calles hasta llegar a la casa, donde la encontré  sentada en mi escritorio con una pipa que botaba burbujas cada vez q ella soplaba.

-       - ¿Que carajos has hecho con mi pipa?

-       - La volví inocente imbécil

Ella tenía un libro en su mano, y en el suelo estaba como dominó un montón de libros que deberían de estar en la maldita biblioteca.

Ella sonrió y dejo caer el libro siguiéndole una cadena de libros q comenzaron a caerse uno tras otro, seguí el movimiento con mi mirada hasta q llego al último.

No vi venir el golpe con el teléfono, pero si lo sentí en mi cabeza y al retroceder me tropecé con un cable y me caí al suelo mientras la veía abalanzarse contra mí como un felino, agarre a Elizabeth  del cabello y la mantuve a una distancia segura de sus dientes que seguro era capaz de clavármelos, sentí su respiración agitada y su bello rostro delicado e inocente, pero de inocente en sus acciones y pensamientos mis cojones.

-       - Voy a atravesarte este lapicero de mierda por el ojo y te voy a  dejar ciego cabrón

Le cogí la muñeca con fuerza y el lapicero se calló, ella logro liberarse  de mis manos y comenzó a cachetearme con sus delicadas manos que eran como látigos en mi rostro, con una ira descomunal

-       - ¿Quién es Carolina Eduar?, quien es esa chica que por las noches gritas su nombre desgarrándote la garganta entre tus pesadillas, porque al mirarme la ves a ella, crees q no me he dado cuenta que me miras y a veces sientes repulsión y te guardas tus arcadas con frialdad.

-      - ¡Cállate¡, no te metas en mi infierno del cual me quemo cada vez que te veo encajar en él

Me zafé de ella con facilidad así como sacar una pelusa de mi ropa y la avente contra el escritorio incorporándome sin problema, la cogí del cuello y la levante como una muñeca.

Vi sus ojos llorosos envueltos en fuego que querían quemarme y derretirme, mientras su respiración se calmaba y decaía.

Le apreté con fuerza el cuello hasta que se quedó inconsciente, luego la cargue y la deje en su cuarto, salí a la calle y me puse nieve en al frente para bajar la inflamación y me fui a dormir pensando  porque no podía matarla y despedazarla como una mariposa frágil, pero algo me unía a ella, algo que no quería admitir mi lado asesino.

Calles OscurasWhere stories live. Discover now