Capitulo 0

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Era extraño, estaba sentada, sola, leyendo mis últimos apuntes, pronto llegarían los exámenes finales y necesitaba sacar las mejores calificaciones para poder obtener la beca que quería para la universidad, pero había algo en mi mente que no me dejaba concentrarme, le di un trago al frappe que había pedido y voltee a ver el lugar, toda la gente reía y platicaba a mi alrededor, afuera los autos circulaban ágilmente uno tras otro, como si fueran hormigas rumbo a su hormiguero, las mesas del café estaban llenas, en cada una por lo menos dos o más personas, era sábado por la tarde así que no me sorprendía el ambiente, este café se había hecho popular, habían abierto justo cuando yo había llegado a la ciudad hacia dos años atrás, justo después de la muerte de mi madre, aun así encontraba algo raro, como si algo estuviera fuera de lugar; di otro trago más y eche un último vistazo al salón, fue hasta entonces que los vi, esos ojos azules del extremo contrario al que yo estaba que me veían con curiosidad y diversión al mismo tiempo, era una mirada intensa, tanto que no pude mantener por mucho tiempo y volví mis ojos a mis apuntes pero antes de siquiera pensarlo volví a voltear pero para mi sorpresa ya no había nadie, busque en todas direcciones y no estaba por ningún lado, me levante y salí por la puerta delantera pero no había ni un solo rastro.

¿Cómo alguien podía desaparecer en solo unos segundos?

De regreso en mi mesa pregunte al mesero si había visto al joven de ojos azules, el respondió que no sabía de quien hablaba, que no recordaba que nadie hubiera estado sentado ahí en un rato. Después de pensarlo un rato decidí no darle más importancia y después de un par de tragos a mi frappe volví a mis estudios sin mayor problema.

Un par de horas más tarde, ya cerca de las 8 de la noche, decidí que ya era momento de volver a casa, tome mis cosas y salí del café, la noche se había puesto fresca puesto que la tarde había sido algo calurosa, el fresco solo predecía que sería una noche lluviosa, el clima estaba un poco loco estos últimos días.

La noche caía y yo apresuraba más el paso, iba a la mitad del camino a casa cuando comencé a sentir que alguien iba detrás de mí, busque en todas direcciones y no había nadie pero la sensación aun la tenía, camine aún más rápido, cuando iba a la mitad de la cuadra vi que alguien daba vuelta en la esquina y caminaba en mi dirección, de pronto me sentí aliviada de que alguien más estuviera ahí, al menos ahora si había alguien. Seguí caminando y justo cuando me cruce con aquel tipo me jalo del brazo y con su otra mano me golpeo el rostro, en mi aturdimiento me pego contra la pared de manera brusca, comenzó a tocarme los bolsillos del pantalón con una mano mientras con la otra ponía una navaja a la altura de mi cuello, justo ahora deseaba haber gastado en el autobús en vez de haber deseado una caminata para despejarme.

- ¿Dónde está el dinero?

Yo seguía sin decir nada, sentía las palabras ahogadas en mi garganta, podía sentir el latido de mi corazón desde las puntas de mis dedos hasta mi cabeza, era frenético. El tipo seguía sin encontrar nada y en un frustrado intento que hice para zafarme volvió a jalarme, me dio un fuerte golpe a un costado debajo de las costillas y me azoto de nuevo contra el muro, pero esta vez sí fue con mucha fuerza, sentí como mi cabeza reboto y al final quedo apoyada contra la fría pared, sentía que todo me daba vueltas, mi visión se hacía borrosa, el dolor que sentía era demasiado y comenzaba a sentir que algo escurría hacia un lado de mi frente, era pegajoso, se embarraba en la pared y me manchaba a mí también, el filo de la navaja me había hecho un corte en el cuello, lo sabía por el pequeño ardor en la piel; el tipo jaloneaba mi bolso pero por alguna razón no lo soltaba, mi cuerpo no respondía del todo, la situación me estaba sobrepasando, con todas mis fuerzas trataba de mantenerme lo más consiente posible, no quería desmayarme y que las cosas se fueran a poner peor. De pronto la presión del tipo sobre mi cuerpo desapareció y el filo de la navaja ya no apuntaba contra mí, escuche un golpe contra el asfalto y un gemido, un poco desorientada me gire para ver qué pasaba, me esforcé por enfocar mi vista lo más posible: ahora ya no había solo un hombre, eran dos, el tipo que me había atacado ahora estaba en el piso, el otro hombre caminaba hacia él, su paso era elegante y firme, pero había algo en él que parecía feroz, sus manos estaban empuñadas casi podía ver lo blanco de sus nudillos a causa de la fuerza que imprimía, era alto, su piel era blanca y sus cabellos tenían toques dorados aun debajo de la luz de la calle. Una vez que estuvo frente al hombre le dio una fuerte patada sobre el estómago, el hombre se levantó un poco del pavimento y volvió a caer y dio un par de vueltas, podría jurar que había escuchado algo que se rompía, sus quejidos eras lastimosos, en verdad parecía mal herido.

- ¿Quién te dijo que se trata así a una dama? – pronuncio aquel hombre, su voz era bella, calmada y firme, pero a pesar de eso podía sentir toda la furia que había debajo de esa calma, se acercó de nuevo al hombre pero esta vez lo levanto de la chamarra con ambas manos por encima de su cabeza, el hombre gemía y lloriqueaba.

- Déjame, por favor, déjame

- ¿Dejarte? – el tono de su voz sonaba divertido – si apenas estoy empezando - Le dio un golpe con la cabeza y el hombre cayó de espaldas a una buena distancia de mi... ¿salvador? Se acercó a él y lo puso de pie solo para darle un fuerte golpe contra la cara, el tipo voló unos metros más.

- A una dama no se le trata de esa forma, ¿acaso no tienes la más mínima educación? - Por un momento empecé a sentir pena por el tipo que me había atacado y miedo por el hombre que me había salvado. Camino de nuevo hasta estar frente a mi atacante, parecía verlo con curiosidad o burla, el rostro de mi agresor brillaba a causa de la sangre que corría de su nariz, sus cejas y su boca.

- ¿Esperas piedad? No deberías

- Por favor, déjame ir – suplicaba el hombre, su voz estaba cargada de dolor, de angustia

- Eso sería demasiado bueno para una basura como tú

Lo levanto con un movimiento fluido y de la nada lo acerco a sí mismo, el hombre dio un alarido de dolor puro, sentí mi cuerpo estremecer y entonces las piernas me fallaron y me resbale por la pared hasta que llegue al suelo, la cabeza aun me dolía, sentía pegajosa mi frente y con la punta de los dedos toque donde me dolía, al verlos sentí como mi corazón latía más y más fuerte, la sangre nunca había sido mi fuerte, "para, por favor, detente" pensé; de pronto vi como el cuerpo del hombre que me había atacado caía al suelo, como si estuviera muerto, sentí un nudo en el estómago, tome mi bolso y lo apreté contra mi pecho.

Entonces el volteo y su mirada se dirigió hacia mí, había sangre en su boca y sus ojos se veían oscuros como la noche, como las sombras, poco a poco de acerco a mí y aunque al principio no había reconocido su rostro cuando estuvo más cerca si pude hacerlo

- ¿Eres tú? Eres tú... – era el chico que había visto o creído ver en el café unas horas antes, ahora estaba segura que si lo había visto, saco un pañuelo de su bolsillo y se limpió los labios, sus ojos volvían a ser azul que recordaba y entonces camino hacia mí, sentía como temblaba mi cuerpo. Se agacho e hizo a un lado los cabellos de mi frente que se habían pegado a causa de la sangre, hizo una mueca, como si fuera a él a quien le había dolido el golpe. Sin poder impedirlo me levanto en sus brazos y tuve muy cerca de mí su rostro, no solo sus ojos eran bellos, la forma de su rostro, su barbilla, sus labios, quería tocarlos pero me sentía débil no podía ni levantar la mano, el ángulo de su nariz era perfecto y llegaba hasta sus cejas bellamente pobladas, un mechón de su dorado cabello caía sobre su frente dándole un aspecto juvenil casi infantil, pero sus ojos mostraban más edad de la que podía imaginar – Eres tú...

Entonces todo se volvió borroso... y después a ser nada.

Corazón de Hielo - DominickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora