>Prólogo<

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Sus movimientos eran delicados, elegantes como la pluma que se movía entre sus dedos. El tintero a su lado estaba casi vacío, un tren que nunca tomaba anunciaba su llegada y las constantes miradas de los pasajeros juzgaban su simple existencia.

Escribía y escribía sentado sobre aquella banca, pero el resultado nunca parecía ser lo suficientemente bueno.

—¡Maldición! —Exclamó al lanzar otra hoja llena de sin sentidos al suelo. Las personas a su alrededor le miraron con temor. Los niños se refugiaron tras las piernas de sus padres— ¿Por qué no puedes hacer nada bien, Howe?

Su sueño de ser escritor le consumía la vida. Con solo veinte años su cabello comenzaba a tornarse blanco, su piel estaba extremadamente pálida y su cordura se marchaba junto a los segundos que marcaba la única aguja del descompuesto reloj que decoraba su muñeca.

Reajustó la corbata de su traje blanco antes de volver a colocar la pluma contra el pergamino. Le gustaba lucir respetable ante sus futuros admiradores.

—Pensé que ya nadie usaba esas tontas plumas —Se burló de él la voz más angelical que había escuchado en toda su vida.

Howe se volteó a mirarle, encontrando así un contraste majestuoso de ojos inocentes y labios tentadores. Altura intimidante y pose principesca. Presencia oscura y personalidad acogedora.

—Disfruto de los clásicos —Contestó con nerviosismo el pobre escritor.

Jamás se había sentido tan maravillado ante la presencia de un hombre como él. Era como ver toda expresión artística mezclándose en una sola persona, en un único momento, y eso le intimidaba. De repente su corazón latía rápido contra su pecho, sofocándolo con un sentimiento desconocido.

—¿Puedo disfrutarlos a tu lado?

Más que como una indecente propuesta, aquello sonó como una súplica desesperada de compañía.

—Puedes.

Y no volvieron a separarse.



Lo maravilloso de escribir sobre un loco es que, incluso habiéndolo creado, no sabes que hará.

Aun no comienzan las demenciales citas literarias, pero me gustaría que analizaran cada una con detenimiento en cuanto se hagan presentes. Leer su percepción de las palabras de este demente que ni su escritora puede controlar será, sin duda alguna, un honor.

—Lore—

Tengan una buena vida.

|| HOWE ||Where stories live. Discover now