–Precisamente por eso. No nos hemos visto en mucho tiempo y me plantas. ¿O al menos no me pudiste avisar? 

–Perdóname, corazón. Te juro que en cuanto salga de aquí me lanzo directo contigo y te invito algo de comer, ¿vale? 

Aunque a veces sienta que Nathan es un idiota, esos detalles hacen que se me ablande el corazón. 

–Ya comí –le digo con un poco de culpa por no esperarlo. 

–¿Cómo? 

–Tenía hambre, y a unas cuadras de aquí hay un restaurant de comida china. 

–Bueno. De todas maneras en un rato te veo y te ayudo a terminar de desempacar. 

–Vale –le digo ya más animada–. No tardes, me muero por verte. 

–Y yo a ti, cielo. Tengo que colgar. 

–De acuerdo, te amo. 

–Yo tambien –dice antes de colgar. 

Aunque estaba molesta con Nathan, el escuchar su voz me levanta los ánimos de nuevo. Así que decido empezar a adelantar el instalarme. 

Empiezo a buscar la caja donde guardé las cosas de limpieza, pero cambio de opinión, buscaré primero la caja donde guardé mis bocinas de mi iPod, así la instalación será más divertida. La música mejora todo. 

Cuando las encuentro, las conecto a la luz, y luego pongo mi iPod en aleatorio y no pudo salir una canción más adecuada para el momento y terminar de alegrar el día: Dog Days Are Over de Florence + The Machine. 

Después de acomodar algunas cosas, y principalmente mi espacio de trabajo como mi restirador y mi computadora, decido que es hora de ir a ver el balcón, porque sí, otra de las cosas buenas de este apartamento es que tengo un balcón. ¿No es genial? Ya más o menos tengo la idea de que cosas voy a poner ahí. Y lo bueno de que hace rato fui por comida china, es que me encontré una florería en el camino. Quiero ver que flores se verían lindas ahí, aunque mis favoritas no podrán faltar. 

¡¿Qué mierda?! Ya es la segunda vez que esa expresión pasa por mi cabeza en un día, pero es que enserio, ¿qué mierda es esta? Esto parece el basurero de la cuidad. Está bien, ya sé que soy una exagerada. Más que nada hay colillas de cigarrillos y botellas vacías de cerveza. Me habían dicho que el balcón era compartido, ¿pero que no puede mantener su basura de su lado? 

Salgo al balcón y me asomo por la puerta corrediza de cristal del apartamento de junto. Las persianas están cerradas, así que decido ir al frente, pero cuando llamo a la puerta, nadie responde. Más le vale que no esté, porque si se está escondiendo de mí, soy capaz de desatar la tercera guerra mundial, y me importa un carajo si es vecina o vecino. Después de llamar varias veces sin obtener respuesta, me rindo y vuelvo a mi apartamento rumbo hacia el balcón. No pude evitar soltar un bufido de exasperación y mirar hacia el cielo. Al parecer voy a tener que limpiar este desastre si quiero tener un balcón bonito. 

Después de terminar de recoger todas las colillas y las botellas, decido dejar la bolsa de basura de su lado. Ya suficiente hice con limpiar su mugrero. Luego desinfecto mi lado del balcón con todos los desinfectantes habidos y por haber, y saco una silla y una mesita. Creo que de verdad se verán lindas aquí. Cuando termino con lo que puedo poner por ahora aquí, decido continuar adentro.

~ · ~ · ~ · ~ · ~ · ~ 

Nathan no ha llegado y ya es noche. Sigo desempacando sola, y la verdad es que estoy un tanto molesta otra vez. Pero más que nada, un poco dolida.  

Entonces escucho que alguien llama a la puerta. 

–Hola, preciosa –dice Nathan cuando abro la puerta–. Perdón por llegar hasta aho… 

El Chico del Balcón © [SUSPENDIDA :( ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora