-          Eso os paso por tardonas.

-          ¡Saray que no se quería levantar!

Sonrío y me siento al lado de Lucía. Ella no aparta la mirada del móvil. Soy muy cotilla, por lo que rápidamente leo la conversación que mantiene por WhatsApp. Decido ignorar, especialmente la persona con la que habla. Es su ex, con el que al parecer acaba de volver. Que idiota.

* * *

No puedo parar de reír con la anécdota que cuentan Kevin y Adrià. Al parecer, los dos se perdieron por la fiesta y les ocurrió un par de cosas muy subidas de tono. Casi me atraganto con el café cuando Adrià contó la parte en la que dejo a Kevin encerrado en el baño de mujeres.

 -          ¡No puedo! – me seco las lágrimas de tanto reír.

-          ¡Eres un cabrón! ¡Un poco más y me matan allí dentro!

Los demás también ríen, pero no tanto como lo hago yo. Soy de risa fácil.

''Hear the drum pounding out of time, another protestor has crossed the line''.

Es mi móvil el que suena. Le hago caso omiso y se lo ofrezco a Kevin para que responda, ya que le encanta hacer ese tipo de cosas. Mira la pantalla para ver quien osa interrumpir la anécdota. Frunce el ceño un poco contrariado y acepta la llamada.

-          Aquí el padre de Saray, ¿qué quieres de mi pequeña?

Río en silencio para que no se me escuchase en la otra línea. Puto Kevin. Todos le miramos con total atención. Su voz suena seria, pero en su rostro no desaparece la pequeña sonrisa de bromista.

 -          Un momento, un momento… - dice soltando una fuerte carcajada – cuéntalo de nuevo.

Me preocupo. Acabo de pillar que no sé quien ha llamado, y ni siquiera sé que le está contando.

 -          ¿Quién es? – pregunto confusa.

-          Calla, Saray – dice riendo – ¡Que fueeeeerte!

-          ¡¿Quién es?!

-          Mejor te paso con ella, no vaya a ser que me pegue. Hay que tener agallas parar aguantarla borracha, tío.

Noto como la cara se me vuelve blanca y roja a la vez. Pero que hijo de puta.

Le quito el móvil a Kevin y me alejo de mis amigos hecha una furia, escuchando sus risas por detrás.

 -          ¡Eres un cabrón! – consigo decir al estar un poco lejos de la cafetería.

-          Tu padre – ríe – se merecía saber la verdad.

-          ¡Se supone que esto lo iba a llevar en secreto!

-          Mira el lado positivo, todos sabrán que has ido en la moto del chico más deseado de la ciudad.

-          ¿Tienes el ego muy alto?

-          Altísimo diría yo.

Aspiro aire por tal de no gritarle, ya que me estaba poniendo histérica.

 -          ¿Para qué llamas?

-          Tú y yo vamos a quedar esta tarde.

-          Eh, no. Bastante que me vieras ayer.

-          Me debes unos cuantos de favores, niña.

-          Pero…

-          A las siete de la tarde estaré en tu casa. ¡No me falles, sexy!

No te alejes de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora