CAPÍTULO 7

14 3 3
                                    

El aterrizaje fue, siendo optimistas, un desastre.  A pesar de eso, pudo haber acabado mucho peor. En cambio, Ignisss supo esquivar todas las copas de los altos árboles de granito con hojas de cristal, que, en ese instante, iluminaban el bosque reflejando la luz azul de Lamia, la gigantesca luna del planeta. Cuando por fin tocaron tierra, Ignisss quedó unos instantes mirando al frente, durante los cuales su negro cabello se fue destiñiendo hasta quedar gris rojizo, y Grij vio como se arrancaba una grande astilla de metal de las costillas.

-¿Qué te ha pasado? -preguntó, con la voz temblorosa. Ella lo miró.

-Era absolutamente necesario -murmuró, luchando por mantener los ojos abiertos -. Era o eso, o morir todos...

Y se desmayó, dejando caer su cabeza sobre los controles desactivados. Grij se desabrochó su cinturón rápidamente, y zandareó a Tighsox, que también se había desmayado durante el aterrizaje, pero que no presentaba ninguna herida visible. Finalmente, volvió en sí.

-¡Estamos vivos! -exclamó el guardia, sonriendo. Grij cabeceó nerviosamente, y señaló a la chica.

-No por mucho tiempo, a menos que consigamos curarla deprisa. No sé donde estamos, y en cualquier momento podría atacarnos un enorme depredador.

Tighsox palideció, y se apresuró a comprobar el pulso de Ignisss.

-Al menos está viva -suspiró, sintiéndose algo mejor. Entonces examinó la herida -. Pero esto... Está muy feo. Puede que se haya hecho daño en algún órgano vital. Y aquí ni siquiera hay botiquín... Bueno, quiero decir que lo había, pero creo que se nos ha perdido por el camino...

Grij salió de la seguridad de la nave y comenzós andar entre los duros y sólidos árboles con la esperanza de que quizá y solo quizá, el botiquín se hubiese caído por ahí cerca. Tragó saliva, y se puso a pensar rápidamente. "No tenemos mucho tiempo... Sin Ignisss no hay posibilidad de que encontremos nada para comer, y menos de que salgamos de aquí... Eso suponiendo que no se nos coma algún tipo de bestia que...", sus pensamientos fueron interrumpidos por un grave gruñido que resonó por todo el bosque, haciendo entrechocar los cristales de los árboles entre sí, y creando de este modo, una mágica e hipnótica música que casi hacía olvidar que estaban en peligro y que...

-¡Grij! -gritó Tighsox- ¡Grij, ven aquí!

Grij volvió en sí con un respingo. Miró a su alrededor buscando el origen del gruñido, atisbando entre la luz azulada que todo lo impregnaba, pero, aunque miró y miró, no encontró nada más que árboles de piedra. Y, a lo lejos, en el horizonte, una especie de nube azul que se acercaba lenta, pero inexorablemente.

Entonces, el eco del gruñido cesó, y solo quedó la vibración de las extrañas hojas de los fríos árboles. Bueno, la vibración y... El sonido de miles de millones de cristales cayendo desde lo alto de los árboles, que temblaban exageradamente por la fuerza del gruñido, dejando caer su carga de hojas al suelo.

-¡No te quedes ahí parado, ven! -gritó, una vez más Tighsox desde el interior de la nave.

Grij quedó clavado en el suelo, aterrorizado al pensar qué clase de monstruo podía provocar ese sonido, y qué pasaría cuando la onda expansiva del mismo llegase a los árboles que tenía encima.

- ¡Grij! ¡No te lo repito más! ¡Si aprecias tu vida, haz el favor de venir aquí! -sollozó Tighsox, a voz en grito.  El niño lo miró, con terror en su mirada, y un deseo irrefrenable de echar a correr. Pero no podía, se había quedado tieso de miedo.

En medio del horror, otro gruñido se hizo oír, solo que esta vez, mucho más cerca y mil millones de veces más intenso. Y, siguiéndolo, el quejido ensordecedor de más hojas sacudidas de sus ramas por la fuerza del sonido.

Ignisss Fata: el Organismo Perfecto(PARADA POR PREOCUPANTE FALTA DE INSPIRACIÓN)Where stories live. Discover now